Ese sujeto se acercaba a mí con aquel horroroso vestido, cerré los ojos involuntariamente, aquella noche de mi juventud regresó a mí cargada de todas aquellas emociones tan desagradables que me hicieron sentir. Era como si se tratara de una canija broma, como si la vida me quisiera demostrar que me la quiere volver a hacer, me encontraba inmovilizado, aun cuando deseara moverme no podía hacer mucho, no, no otra vez. Casi me rendía, casi comenzaba a llorar cuando su voz resonó en mi cabeza, su dulce voz aun en el lecho de muerte, recordé lo que mi mamacita me dijo antes de morir...
'Nunca hijo, nunca dejes que la vida te vuelva a dejar en el piso, nunca más lo permitas, lucha siempre, eres un vencedor, el orgullo de mi vida'.
Y yo se lo prometí, nunca más me iba a dar por vencido, nadie me iba a volver a tirar al piso y hacer de mí lo que quisiera, no volvería a ser el puerquito de nadie, esta vez no, esta vez va por ustedes mamá y papá, esta vez van a saber lo que un Noriega es capaz, no por nada soy la 'pulguita valiente' y en esta ocasión si la vida me da la espalda, le pateo las nalgas, abrí los ojos, no debía mostrar miedo.
– Bonito su vestido – le dije al falso galletero.
– ¿Te gusta? – me preguntó con burla.
– La verdad no, tiene mal gusto hasta para vestir, pero bueno, es para lo que le alcanzó con lo de las galletitas – le contesté mirándolo fijamente.
– ¡Ah el valiente le dicen!
– Tal vez, y también me dicen muy seguido Eva, no sé, les encanta comerse la N de mi nombre, me confunden con una mujer y me dan ganas de golpearlos.
– ¡Pos es que eres una mujercita! – gritó y comenzó a carcajearse.
– ¿Yo? ¿Y por qué soy una mujercita? – le pregunté con un asombro exagerado, que entienda que yo también me burlo.
– ¿Qué? ¿A poco el abogadito no te mete mano aún? Si se ve que te gusta – se acercó a mí mientras me decía con aquel todo lujurioso.
– La verdad no, ni lo ha hecho ni lo permitiría, le daría un puñetazo si lo intentara, justo como el que le daría a usted falso galletero si estuviera suelto, pero como sé que no es tonto por eso me amarró, porque muy mujercita, mujercita, pero bien que le saca a que este suelto, porque sabe le daría una paliza – le dije mientras me reía.
– ¿A poco? – me preguntó burlándose nuevamente - ¿Algo así? – y me dio otra bofetada haciendo mis ideas se aclararan aún más.
– Pega como niña, y dice que la mujercita soy yo – jijo del maíz, me dolió, este loco si lo sigo provocando me va a matar a golpes.
– Me contengo, no vaya a ser que te mande pa'l otro barrio antes de tiempo y la verdad quiero que el abogadito sufra un rato más.
– ¿Ya me va a decir qué trae contra él? ¿Qué? ¿Acaso el que quería que le metieran mano es otro? – como si le hubiera encendido la furia, violentamente se acercó a mí y me apretó con su mano la barbilla.
– Vuelve a decir una estupidez como esa y te reviento la cara – estaba molesto, como si yo no lo estuviera.
– ¡Entonces dígame de qué va esto! ¿Por qué me tiene encerrado siendo que yo no tengo nada que ver en su historia?
– Tá bien, te lo voy a contar, la verdad que nos tiene unidos al abogado, a ti y a mí.
– Lo escucho – debía saber qué era todo esto.
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Una Eva y tres patanes
RomanceSi desde la primaria en las listas de asistencia lo escribían incorrecto o las maestras no pronunciaban bien tu nombre, era un indicio que algo ya marchaba mal en tu vida. Eva, Eva, Eva... ¡Con un demonio soy Evan! Con N al final. Soy empleado de u...