Capítulo 48

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Me sentía mareado, la cabeza me punzaba, poco a poco abrí los ojos y sentía mi cuerpo adolorido, era una sensación muy rara, como si me hubieran dado una paliza, pestañeé un par de veces para mirar con mayor claridad, sin embargo todo estaba oscuro, intenté moverme y solo pude sentir como mis manos estaban amarradas por la aparte de mi espalda, mis pies igual, me encontraba sentado en lo que suponía era una silla, intenté hablar pero un trozo de tela que tenía atado a la boca me impedía decir algo con claridad.

– El principito ya despertó del sueño – escuché una voz, ahora lo recordaba todo, ese señor, el galletero, ¿por qué me hizo esto? Intenté hablar pero seguía sin poder hacerlo - ¡Ya! – gritó y desde un rincón pude comenzar a visualizar su silueta, pues todo se mantenía oscuro. Jalando la tela de mi boca con rudeza me la quitó.

– ¿Qué significa esto? – le rpegunté enojado.

– No te pongas al brinco, no vaya a ser que tu estadía aquí sea más corta de lo que de por sí será – me volvió a hablar con sequedad.

– ¿Por qué me trajo a este cuchitril? – me sentía muy rabioso, muy molesto.

– Este cuchitril como le dices, mariquita, era mi hogar – me dijo acercado su cara a la mía, podía sentir su aliento, su cercanía me irritaba.

– Para mí es un cuchitril, sucio, descuidado y feo – le dije en la cara, él se separó de mí y snetí una bofetada despiadada en mi mejilla.

– ¡Esta es mi casa y la vas a respetar! – apreté los ojos, el golpe fue tan violento que me sentí nuevamente mareado y el dolor de cabeza se agudizó aún más.

– Eso dolió – dije tratando de sonar lo más tranquilo posible, aunque me imaginaba suelto y dándole una paliza al galletero mentiroso.

– De eso se trata, que te duela, y que sobre todo le duela a él – dijo muy molesto, no entendía a que 'él' se refería.

– ¿De qué habla, galletero falso? – dije serio, él se carcajeó, se reía de mí.

– El disfraz fue pa' poder acercarme sin peligro, seguramente el tipejillo ese te vigilaba, conozco sus mañas, y la única forma de tenerte acá, así, tranquilito era disfrazándome de lo menos llamativo que pudiera ser, yo también tengo mis mañitas, Evancito – no pude ver a dónde se movía porque el lugar continuaba oscuro, escuchaba sus pasos, pero nada de verlo.

– Pues le resultó bien, nadie sospechó que era un delincuente, lo único que no entiendo ¿Cuál es el problema conmigo?

– El problema no es namás contigo, el problema es con quien está contigo – este tipo se oye cada vez más loco.

– No termino de entender – me removí con la intención de zafarme, pero era inútil, ese infeliz me ató muy bien.

– Conoces a Adán Gregorio González, ¿verdad? – el abogado, ¿qué tiene que ver en esto?

– No sé – respondí sin decir más.

– No te hagas el listo, yo sé que lo conoces, él te quiere harto, tanto que está moviendo seguramente todas sus piezas pa' encontrarte, el problema está en si logre hallarte a tiempo, mariquita – se volvía a reír de mí.

– Ya dígalo y déjese de tonterías, ¿qué problema tiene conmigo?

– Ninguno, pero eres el punto débil del abogado, y contigo me la voy a cobrar, ese pelado me la debe y tú serás quien me dé la venganza que busco.

– Conmigo se va a desquitar – me reí de lo que decía, el pan de cada día en mi vida, otro más que quiere hacerme deño sin razón – ¿Y se puede saber cómo?

Una Eva y tres patanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora