Capítulo 36

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Esta espera me resulta demasiado inquietante, luego de todo lo que pasó y que pudo haberse tratado de uno de esos acontecimientos de adolescente que con el paso de los años se queda atrás, me veo necesitado de saber de él, de aquella persona que conocí y que me hizo sentir emociones que nadie más ha podido despertar en mí. Lejos estoy de conseguir superar aquella ilusión de juventud, ahora es más vívida que antes, tengo la oportunidad de poder recuperar algo de entre los escombros sentimentales que quedan de lo que alguna vez fue una relación.


– Disculpa la demora Alan, desde que esos muchachos se fueron ha habido un caos allá afuera, quién diría que esos dos eran más importantes de lo que pensábamos – Aurora, mi secretaria entraba con una carpeta en las manos.

– Descuida, ¿tienes lo que necesito? – me inclino hacia ella mientras sigo sentado en mi sillón detrás del escritorio.

– Claro, mira, esta es la información de José Guadalupe Cisniega, al que todos llaman Joseph – estiro la mano para poder tener aquellos documentos – Es su hoja de vida, referencias laborales, personales, comprobantes de domicilio, copias de documentos oficiales, en fin, hay un amplio y detallado resumen de él, tal como lo solicitaste – comienzo a ojearlo, te tengo en mis manos hombrecito.

– Perfecto, esto es justo lo que necesitaba, ¿te cercioraste que el domicilio que hay aquí es el que actualmente tiene? – la miré fijamente, no deseaba un solo error.

– Es el actual, personalmente me aseguré que así fuera, lo que tiene ese documento es la dirección de donde vive – ella frunce el entrecejo, lleva años conmigo y sabe qué puede ocurrir.

– Excelente, eso es todo, encárgate de las actividades que te pedí, haré unas llamadas, déjame solo – puse la carpeta en el escritorio y tomé el teléfono.

– Piensa bien lo que vas a hacer – suspiró para luego dar media vuelta y marcharse, sonreí, claro que tengo todo muy bien pensado, los años no han sido en vano, muy pronto habrá un recuento de los daños y también una reparación de los mismos. Tecleo una serie de números hasta que me contestan – Quiero a todos esos infelices frente a mí mañana en la tarde, si alguno falta sácalo de debajo de las piedras y arrástralo ante mí – ahora sí se cumplirá mi deseo, ahora sí sabrán lo que es matar en vida a alguien – Los quiero a todos, a todos – sonreí, el final estaba cerca, muy cerca.


Colgué el teléfono, ya con mayor tranquilidad me dediqué a seguir revisando la carpeta del amigo de Evan, ese sujeto por segunda vez me impidió acercar a ese muchacho que tanto había sufrido, no quiero hacerle daño, pero si se atreve a cruzar de nueva cuenta en mi camino lo haré pedazos, en tantos que no quedará ni la sombra de lo que alguna vez pudo haber sido, por lo mismo esperaba que no me pusiera las cosas más complicadas de lo que de por sí ya eran. Iría a buscarlo, era lo más probable que ahí estuviera él, Evan, esa persona que tengo tan presente en mi mente.



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Tiene rato que salí del juego, estoy con Renata, ella quiso acompañarme, desde su regreso ha querido estar muy cerca de mí, hasta me recuerda aquella época en la que me hice novio de Aylín, o sea, ya tiempo de aquella historia tan fea. Caminamos por el parque de la alameda, un lugar poco concurrido a esta hora, son cerca de las doce del día, ni los chavitos de la escuela se aparecen aún para andar echando pasión por acá.

Una Eva y tres patanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora