Capítulo 27

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Al día siguiente

Narra Victoria

Ayer me lo pasé genial con Saúl, aunque siempre te lo pasas genial con él. Echaba mucho de menos nuestras tardes de pelis, series y sofá, porque antes todas las semanas teníamos como mínimo un día así pero  con mi ajetreada vida no podemos tener muchos días de hacer vago juntos.

Hoy he sido yo quien me he despertado pronto porque mi entrenador me ha llamado para decirme que, hoy entenaremos junto al equipo masculino. Dadme suerte. 

Ahora voy a hacer el desayuno para los dos y después a despertar a la marmota oficial de la casa y del mundo.

- Más te vale que no me intoxique- escucho que dicen a mi espalda, asustándome y provocando que pegue un bote.

- Imbécil, casi me da un infarto- tengo que gritarle a Saúl porque con sus carcajadas a mi costa ni se me escucha.

- Tenías que haber visto tu cara. A sido genial- me dice partiéndose la caja- Buenos días- me dice una vez ha dejado de reírse y me da un beso en la mejilla.

- Hola.

- Tiene buena pinta.

- Of course, lo he hecho yo- comento con aires de diva provocando nuestras risas.

Foto del desayuno:

Foto del desayuno:

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- Mmm delicioso. A este paso me ganarás en lo de ser cocinitas.

- Te gano en tantas cosas que por una más no pasa nada- le vacilo mientras me río y Saúl me lanza una mirada asesina- A todo esto, ¿sabes que hoy entrenamos con vosotros?- al fin lo he dicho, llevaba todo el desayuno con esa pregunta rondando por mi cabeza.

- Sí, nos lo dijeron ayer.

- Me podías haber avisado- le recrimino mientras le dedico una mirada asesina.

- Prefería que fuese una sorpresa- no puedo evitar rodar los ojos por su excusa de niño pequeño, provocando que se ría.

El desayuno transcurre tranquilo, con nuestros habituales piques, risas, bromas ...

...

- Saúl acaba de peinarte el tupé y vámonos que sino llegaremos tarde por tu culpa- le grito desde la puerta del casa.

- Tú no lo entiendes.

- Como no bajes ya voy a buscarte y te bajo de la oreja- le amenazo, cosa que parece surgir efecto, puesto que escucho como viene corriendo porque sabe que soy capaz de hacerlo y que no sería la primera vez.

- No hace falta que subas, ni que me estires de la oreja que con la última vez me basto- me dice con cara de miedo, provocando mi risa.

Una vez dentro del coche, en el que conduce la mendas, ponemos nuestra playlist para el coche y ponemos rumbo al entreno mientras cantamos, bueno mejor dicho destrozados las canciones (sobre todo Saúl).

Lo que callamos -Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora