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La noche en Las Vegas podía tener muchos nombres, menos silenciosa, con sus miles de luces de colores, reflectores y sus característicos edificios con reputación de 5 estrellas lo hacían un espectáculo admirable aún a kilómetros de distancia; pero no estabas ahí para admirar los edificios tapizados de dinero, venías con una meta en mente, y aunque aquél ambiente era fácilmente distractorio para ti, puesto que eras nueva en esos lugares, te determinaste a acabar con lo que te habían encomendado.
Destruir a Jason Todd.
Entraste al enorme casino que tenías enfrente con una postura firme, deleitando a todos con tu hermoso vestido rojo y tacones a juego, una sola mirada tuya hacía que todos ellos apartaran la vista avergonzados, solo para seguirte con la mirada segundos después; Sabías el poder que tenías en ellos, y por eso te habían encargado a un magnate como Jason Todd en primer lugar, si había alguien que podía tener poder para hacer que los demás hiciesen lo que quisieras, eras tú.
Te mandaron a la zona VIP, donde todos los políticos o gente con mucho dinero se reunía para apostar y jugar un rato mientras bebían alcohol sin importarle cuantos millones perdieran, la gente ahí sabía lo que perdía al entrar a esos lugares. Esa gente era tu objetivo.
Sentado al final, en una sala privada completamente apartada pero que resaltaba desde la entrada, viste su figura entre la multitud de personas, millonarios y chicas que parecían modelos, todos enfocados en una sola persona. Él.
Caminaste firme con una sonrisa ladina en tu rostro, con una sola señal te dejaron pasar a la gran cabina de colores azulados que encajaban perfectamente con el ambiente del lugar, el olor a alcohol era obviamente presente. — Un vodka rebajado. - Pediste con una sonrisa a una mesera, quien asintió devolviendote la sonrisa. Todas las miradas se posaron en ti con gran curiosidad, una sonrisa burlona se ensanchó en su rostro.
—¿Les molesta si me uno?
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— ¿Cree que es buena idea? - Sentiste la voz rasposa de uno de los invitados en tu hombro, y te aguantaste las ganas de reprocharle sobre el espacio personal, era mala idea pelear con ellos así que simplemente lo ignoraste. — Señor, sé lo que hago. - Susurraste suavemente, sin apartar la vista del magnate, quien te miraba con una sonrisa. — Entonces, ¿comenzamos?
Con una seña del contrario, empezaron a repartir las cartas.
— No sé con que objetivo vino usted señorita - Su voz era grave pero burlona a la vez. — Pero si cree que se necesita solo belleza para ganar esto, puede que este en lo correcto. - Una risa salió de mis labios, este chico no era tonto.
Te había sorprendido la mirada con la que te vio cuando apareciste en aquél cuarto, sorpresa y confusión, pensé que era por que jamás una chica como yo había entrado por cuenta propia para jugar a las apuestas con él, pero viéndolo después, creo que me subestimó.
