Decidí agregar más personajes como modo de disculpa por haber desaparecido.
𝕾𝖙𝖊𝖛𝖊 𝕽𝖔𝖌𝖊𝖗𝖘/
𝕮𝖆𝖕𝖙𝖆𝖎𝖓 𝕬𝖒𝖊𝖗𝖎𝖈𝖆
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— Mierda. - Bufaste molesta al notar el café esparcirse lentamente por la mesa del comedor, no mediste bien la cantidad de la taza lo que provocó que esta se llenara de más.
— ¿Estás bien? - Una voz te agarró desprevenida. — Sam. - Sonreíste intentando ocultar la frustración de tener tus manos mojadas de café negro. — Si, perdona, no tuve cuidado y manché la mesa.
— Tranquila novata, que el café no sea tu peor enemigo. - Se colocó a tu lado y con un trapo te ayudó a limpiar lo que había quedado del líquido negro. — ¿Emocionada por tu primera misión?-Sonreíste con timidez. — Aún me siento nerviosa, pero espero poder estar a la altura.
Este dejó los trapos en el lavabo y con su mano en la cintura, te miró expectante — Creo que es de las cosas que no deberías estar preocupada. - Frunciste un poco el ceño. — ¿Entonces de qué debería estar preocupada?
— ¿Qué tal del Capitán América?
— ¿Le pasó algo? - Dejaste la taza de tus manos y te acercaste a él preocupada. — ¿Por qué lo dices?
Soltó unas carcajadas y con su mano en tu cabeza, te dio unas palmaditas cual niña pequeña. No entendías nada de lo que había pasado, más no te dignaste a preguntar, solo lo miraste salir de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Qué se supone que significa eso?
Mi relación con el Capitán América era algo distinta, y lo podías notar, nunca hablaste con él demasiado y creías que le desagradabas por la manera en la que evitaba tu contacto o simplemente tu cercanía. Cuando pensabas que un día habías podido llevarte muy bien con él, al día siguiente te ignoraba o te miraba mucho con su semblante algo serio; no había manera de satisfacerlo.
Suspiraste y te recostaste en la barra de la cocina, sintiendo tus manos pegajosas y con olor a café fuerte.
Debería bañarme.
۵
El sonido de los sacos de boxeo siendo golpeados eran el único sonido dentro de la sala de entrenamientos, te preparabas para la misión que te habían encargado tras tu reciente llegada en la torre Stark, y no ibas a desaprovechar esa oportunidad para mostrar tu potencial.
Tras unos minutos más de entrenamiento, terminaste jadeante y sudorosa, tus manos ardían por el impacto y de tus piernas ni hablar. Sentías una extraña tensión en el ambiente que solo crecía pero no podías descifrar que era, o quién. — ¿Steve? - Te giraste a la entrada, donde lo viste, algo sorprendido por tu descubrimiento a lo que él mencionaba en su cabeza, "una pequeña mirada". — Hola, ¿qué estás haciendo? - Le sonreíste, un poco jadeante por el esfuerzo antes hecho.
