Epílogo

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Sander

Un año después

Te preguntarás ¿Por que
qué ahora?

Pues, ahora es que me siento listo para enfrentarme a la realidad de la que tanto he huído.

Ahora estoy listo para hablarte y explicar muchas cosas que, aunque ya te debes haber enterado, quiero ser yo quien te las cuente.

Lo resumiré para no hacer tan largo el cuento.

Luego de mi supuesta muerte, todos los que creía mis amigos me abandonaron, era la obeja negra de la sociedad, el que todos pasaban por el lado y hacían como si no lo conocían.

Me encontraba completamente solo...

Nunca me preguntaste el por qué de mis problemas, pero igual te lo voy a decir; trabajaba en una banda, como vendedor de drogas, un mundo que espero no conozcas jamás en tu vida.

Sé lo que estarás pensando, que no tenía necesidad de aquello, ¿Para qué lo hacía?

Y no, no tenía necesidad.

Lo hice por abaricia y ansias de poder que es lo peor que le puede pasar a un ser humano. Mientras más poder tienes, más quieres.

Yo quería más poder, así que comencé a robarle a mis jefes, fue mi pero decisión.

Puedes pretender ser precavido a la hora de hacer lo mal hecho, pero la suerte se acaba.

Supongo que sabes como reaccionaron cuando se enteraron.

Para buena suerte de nuestros padres no buscaron represalias contra los mios, solo estaban interesados en acabar conmigo, no quería meterse con la familia de unos abogados.

El día que lograron atraparme, me dispararon y junto a la sangre que emanaba mi rostro cortado dieron por hecho que estaba muerto.

Pero, hierva mala nunca muera ¿Cierto?

La banda enemiga me encontró, vieron que seguía vivo y me ayudaron, obviamente que no lo hieron solidaridad, sino para demostrar que podían hacer lo que querían con quien quisieran.

En un principio no confiaban en mí, no me dejaban dar un paso a solas. Pero dentro de ese grupo fui ascendiendo poco a poco hasta ser un pequeño jefe, decían ver en mi el potencial de un hombre con sangre fria.

Cegado por mi odio, conseguí que trasladarán mi punto de trabajo a Los Angeles, para no perderte de vista y llevar a cabo mi plan en ti.

A mi disposición se encontraba lagarto, siempre para hacer lo que yo dijera; se encargaba de conseguir clientes y traerme noticias de la familia.

Un día como cualquiera me llevó al primo de Sheryl, Maxel, que inmediatamente asoció el parecido entre nosotros.

Mariana se enteró a través de Maxel, una cosa llevó a la otra y terminamos haciendo un descabellado plan que sabemos lo mal que terminó.

Luego que ustedes salieron de la casa donde todo ocurrió, Mariana me disparó dejándome inconsciente y huyendo.

Lagarto se encargó de conseguir un doctor para que me tratara y así recuperarme.

Cuando estuve bien me di cuenta de algo.

La abaricia hace tiempo se había ido, lo único que me mantenía en esa vida era el odio que había sentido, odio que desapareció cuando te dejé ir.

Tuviste que Ser Tú [CORRIGIENDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora