Capítulo 18 "Comiendo de madrugada"

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Capítulo 18 "Comiendo de madrugada"

Mis ojos están abiertos como platos, apoyo las manos en su pecho y hago presión para apartarle de mí, pero él con rapidez me hace caminar hacia atrás para no caerme hasta acabar apoyados en una pared de la casa. Allí, con sus brazos, me encierra como en una jaula.

–Suéltame, Rubén. –le pido con voz firme, pero él me mira con sus ojos –antes de un color gris– negros.

Antes de poder darme cuenta, ya nadie ejerce fuerza sobre mi cuerpo, y cuando miro hacia Rubén, un chico con una chaqueta negra lo manda al suelo de un solo puñetazo, dejando a Rubén sangrando de la nariz y con su dignidad por los suelos.

Intento ver la cara del chico que acaba de liberarme de Rubén pero lleva la cara oculta por la capucha de su chaqueta, y antes de poder mirarle directamente, sale corriendo.

«Tú héroe privado, Holly –me susurra con ironía mi subconsciente–.»

«La cuestión es que yo no he pedido ninguno –pienso con cautela–.»

Antes de darle la oportunidad a Rubén de levantarse y darme una explicación -o volver a capturarme entre sus brazos- salgo corriendo en busca de Taylor, no podía seguir mucho tiempo más en esta fiesta, ni en ninguna más.

Me deslizo entre la gente, recibiendo algunos empujones de reproche por haberles tirado –sin querer– la bebida por encima.

–¡Taylor! –grito, intentando sobre pasar el ruido de la música, pero mi grito se disipa entre los grandes altavoces que reproducen una vieja canción de reggaetón.

Sigo buscándola, llegando al punto de desesperación, cuando sin querer me choco con un chico, que tira su bebida sobre mi vestido negro.

–Serás gilipol... –levanto la mirada y veo a Luke delante de mí, mirándome con ojos suplicantes.

–Lo siento, Holly. –me susurra, miro hacia su derecha y veo a una chica unos centímetros más alta que yo, que me mira divertida. Es de pelo negro, con reflejos rojizos por todo el cabello, y con unos ojos verdes que resaltan en su piel morena.

–No pasa nada. –Fuerzo una sonrisa–. Mmm, chao. –me despido con incomodidad y vuelvo a emprender mi búsqueda.

Esta vez me encuentro con Taylor, pero no está sola.

«Claro que no lo está, es una... –mi subconsciente hace una pausa dramática– cazadora. Como Kylan.»

Mi mandíbula se tensa cuando recuerdo a Kylan, no puedo evitar preguntarme qué es lo que estará haciendo ahora, si estará bien, o tal vez estará afectado. Si se habrá buscado otra presa, o si ya no siente nada por mí.

«Alto el carro, nunca sintió nada por ti.» Me recuerdo en mis pensamientos.

Miro a Taylor por primera vez desde que la encontré, un chico pelirrojo está besándola como si no hubiese mañana y eso hace que mis nauseas aumenten.

«Ahora no»

Salgo corriendo buscando el aire con mi respiración agitada, cuando me encuentro fuera de la casa ahogo un sollozo antes de tomar una gran bocanada de aire, intentando controlar el sofoco.

Mareos, ganas de vomitar, y un calor terrible no eran la combinación perfecta.

A sabiendas de que Taylor no notaria mi ausencia, salgo del recinto de la casa del desgraciado –de Rubén– y empiezo a caminar, girando a la izquierda, ya que recordaba vagamente que habíamos venido... Observo mi alrededor con ojos confusos, me coloco los tacones en los pies cuando algo se clava en mi pie derecho y deduzco, para mi desgracia, una cosa.

Mi compañero de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora