Capítulo 4 "Visitas molestas"

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Capítulo 4 "Visitas molestas"

La cocina está envuelta en un humo espeso y de tono negro que no permite ver mucho más allá de tu nariz, me sorprende que una pizza haya causado todo esto, noto como Kylan está intentando desastrosamente apagar el fuego. Pero bajo mi punto de vista lo único que logra es que este se avive más.

Kylan posa su mirada en mí, no entro en la cocina por miedo de que este humo me afecte, pero sí que tengo la necesidad de ayudar.

–Corre al vestidor, hay un extintor, está debajo de una tabla que se resiente cuando la pisas. –dice en medio de un ataque de tos debido al humo. Sin pararme un segundo echo a correr escaleras arriba y entro en el vestidor. Pienso detenidamente en sus palabras mientras camino por el vestidor hasta que oigo un pequeño crujido.

–¡Bingo! –exclamo al escuchar el crujido y me agacho para levantar la madera. Una astilla perfora mi piel y me muerdo el labio, pero no me detengo. Agarro el extintor con ambas manos y bajo las escaleras a trompicones por culpa del humo que había avanzado hasta alcanzar las escaleras. Entro en la cocina y aprieto el extintor, de este con una gran fuerza sale una espuma blanca que apaga el fuego.

Cuando ya no hay rastro de llamas Kylan empieza a abrir las ventanas para que el humo se disipe. Cinco minutos más tarde volvía a reinar la paz en toda la casa, aunque había un manchón negro muy feo por el horno. <<Habrá que arreglarlo>> pienso mientras me muerdo el labio, arreglar significa gastar. Y el dinero no crece en los árboles.

Me dirijo hacia el salón y miro a Kylan, está sentado en el sofá con las piernas ligeramente abiertas y con los codos sobre las rodillas, su cabeza descansa sobre sus grandes manos y emite un suspiro de frustración y a la vez de calma.

–Entonces... –empiezo a decir con voz suave e inocente mientras me muerdo el labio. –¿Llamamos a Telepizza? –pregunto con voz entusiasmada y Kylan me mira atónito y empieza a reírse como nunca lo había hecho, liberando toda la tensión que dominaba hasta ahora su cuerpo.

–Hollywood. –cuando pronuncia mi sobre nombre un pequeño temblor recorre mi espalda. –Me gustaría seguir pensando que no lo hiciste a posta. –una sonrisa me advierte que lo dice en broma pero yo me siento un poco –o quizás muy– culpable. Yo fui la que se había olvidado de la pizza y él fue el que se preocupó.

–Lo siento. –digo agachando la mirada, me siento en el sofá y un dolor palpitante en el dorso de mi mano derecha me recuerda como la astilla perforó mi piel cuando levanté esa madera. Observo el pequeño punto negro que sobresale un poco de mi mano y con los dientes intento quitarlo, pero la risa de Kylan me interrumpe.

–¿Qué pasa, Hollywood? –pregunta con una sonrisa y añade de manera frívola:– ¿Eres una perra y tienes pulgas? –decido pasar por alto ese hiriente comentario y le muestro la palma de mi mano ligeramente roja.

–No, pulgas no, pero una astilla sí. –contesto y Kylan estira el brazo y me arrastra hacia él, me sienta sobre sus piernas y todo mi cuerpo se tensa.

–¿Q-que haces? –pregunto con un pequeño temblor en mi labio inferior.

–Quitarte la astilla. –contesta con concentración en su pequeña tarea y con sus dientes intenta hacer lo mismo que yo. Pero nada más percibir el mero roce de sus labios con el dorso de mi mano, la aparto de manera precipitada.

–Si no te quedas quieta, no te podré ayudar. –me dice y vuelve a situar sus dientes alrededor de la astilla, rozando con sus labios en mi sensible piel. Esta vez no aparto la mano y Kylan me muestra con alegría la astilla entre sus dientes. Miro mi mano y noto como deja de palpitar de dolor y lo sustituye un ligero cosquilleo. Elevo el rostro e inmediatamente nuestras miradas chocan, es en ese momento cuando noto que casi no existe distancia entre nuestras narices. Puedo notar como su respiración se mezcla con la mía. Entre abro los labios y él se acerca a mí lentamente. Cierro los ojos dejando la mente en blanco hasta que algo me sobresalta. El timbre. 

Mi compañero de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora