Capítulo 24 "Elsa y Olaf" Parte dos.

112K 4.6K 184
                                    

Siento una punzada de dolor en mi estómago y me esfuerzo por no contraer mi rostro en una expresión de dolor. Aunque cada vez es más complicado. Es como si me hubiese comido un puñado de cuchillos y ahora, con vida propia, quisiesen salir de mi interior.

Miro hacia Kylan, que empieza a sospechar de mi silencio, y busco una rápida escusa.

–Ahora vuelvo. –digo con voz ahogada, aunque intento disimularlo, y parece que lo consigo, pues Kylan asiente, sin notar en mi voz nada fuera de lo normal.

Camino hacia Claudia, alejándome de Kylan. Ella, cuando siente mi presencia cerca suya, se gira y me dedica una cálida sonrisa, mientras Luke camina, golpeando con sus botas de cuero marrón la nieve blanca, hasta alcanzar a Kylan.

–Voy a ir a comprar unas cosas para noche buena. ¿Quieres acompañarme? –pregunto jugando con mis dedos, esperando a que ella diga que no, aunque tampoco iba a negar su compañía. Noto que no lo va a hacer cuando pone una mueca.

De fastidio.

–Me apetece seguir aquí. –tira de su labio inferior hacia abajo, formando un puchero, que ya no tira de mi fibra sensible. Si no que vuelvo a notar ese dolor, que me hace morderme el labio con fuerza.

Hasta romper mi labio y sentir como la sangre invadía mi boca.

Esbozo una falsa sonrisa, escondiendo el color rojo que emana de mi labio inferior y asiento, me abrocho los botones de mi chaqueta negra y miro a Claudia.

–Dile a los chicos que vuelvo enseguida. Podéis ir haciendo a Olaf si queréis. –me empiezo a alejar de ellos, arrastrando mis pies con dificultad entre la fría nieve, hasta que llego a la acera, que está despejada de todo rastro de los pequeños copos de nieve.

El dolor no cesa, y empiezo a chupar la herida de mi labio, para ignorar el dolor de mi estómago. Me agarro con ambas manos el estómago, temiéndome lo peor, y me siento en un banco. Suspiro, dejando escapar una lágrima de dolor, y ahogo un gruñido.

Me vuelvo a poner en pie, esbozando una sonrisa, y camino con pasos perezosos.

Llego hasta una tienda de libros, entro en ella y busco el sexto volumen de Cazadores de sombras. Sabía que a Claudia le gustaba ese libro, y seguramente no se esperará tener un regalo bajo el árbol que adorna el salón.

–Para regalo, por… –pongo una mueca de dolor, aunque rápidamente la sustityo por una expresión neutra–. Por favor. –vuelvo a decir y esbozo una sonrisa.

La chica de pelos negros con las puntas moradas no se molesta en mirarme, si no que  envuelve el libro en un papel de regalo rojo con copos de nieve adornándolo, mientras mastica ruidosamente su chicle.

–19’99. –Dice para luego volver a masticar –o más bien machacar con ganas- su chicle.

«Para eso si que hablamos eh…» susurra una voz en mi cabeza y fuerzo una sonrisa mientras rebusco en mis bolsillos. Saco un billete de veinte ligeramente arrugado y cojo el libro. Lo dejo sobre el mostrador y me doy la vuelta.

–Quédate con el cambio. –digo elevando la voz.

 ***

Esta vez acabo frente a una tienda de animales. Me acerco hacia donde están los cachorros de perros y gatos y me agacho, para hacerles carantoñas. Algunos se acercan al cristal y empiezan a rascarlo, como si pudiesen romperlo para llegar hasta mis brazos. Pero cuando me levanto y entro en la tienda, ellos vuelven a sus asuntos.

Camino por la gran tienda, buscando la zona de ropa para animales. Empiezo a remover entre la ropa y cuando lo encuentro mi rostro se ilumina. Observo el pequeño trajecito entre mis manos y cojo el gorro a juego. Lo pongo encima del mostrador.

Mi compañero de piso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora