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07. su novio si es enemigo.

Saqué la pava del fuego y vertí el agua sobre la taza para después remover el contenido que había centro, café con leche en polvo y azúcar.

Me estaba preparando mentalmente para ver a Mateo, sabía que cuando habláramos en persona iba a ser muy distinto a hacerlo por teléfono porque ahora tendría que verle la cara y me iba a costar decirle las cosas porque no me podía resistir a la carita de bebé que tenía y mucho menos si estaba roja e hinchada de llorar, lo había visto pocas veces en esa situación y las veces que lo había visto así habían sido por culpa de las cagadas que se mandaba Lucila.

Me ajusté la colita y solté un suspiro para intentar relajarme, todavía quería seguir soltando cosas pero desde que el morocho había soltado que había ganado el campeonato y un par de cosas más por la boca no las pude decir.

Llene mis pulmones cuando escuché el sonido de la puerta indicándome que el había llegado, caminé hasta la entrada para abrir la puerta encontrándomelo con unos pantalones cortos de jean, unas zapatillas blancas bajas y un buzo negro bien grande, sumándole que tenía la capucha puesta. Me quedé mirándolo, tenía unas ojeras bastante pronunciadas y los ojos rojos además de que tenía la jeta hinchada.

Me hice a un costado para que pudiera pasar y paso con lentitud y con un poco de vergüenza como si fuera la primera vez que viniera a mí casa. Este se sacó la capucha para que pudiera ver mejor su rostro y se acercó a mí, quedando frente a frente mientras manteníamos el contacto visual.

—¿Te puedo dar un beso?—preguntó casi susurrando como si tuviera miedo de que alguien más lo escuchará, asentí y giré mí cabeza para que depositara un beso en mí cachete, no fue sonoro pero si fue tierno y muy duradero.

—¿Querés un café?—propuse sin mirarlo porque me iba a poner incómoda.

—Sí.

Asentí y empecé a caminar hasta la cocina para sacar una taza y prepararle el café, el me seguía de atrás pero se paró ní bien llegamos para sentarse en la mesa que había en la cocina.

Apoyé la taza sobre la mesa provocando que el levantara la vista para centrarla nuevamente en la mía y me sonriera de costado para darme las gracias, el morocho no dudó en llevarse la taza a la boca permitiéndome ver su nuez de Adán.

Mordí mí mejilla por dentro y empecé a jugar con mis dedos encima de la mesa, estaba nerviosa porque no sabía cómo iba a acabar esto pero por como iban las cosas no pintaban bien. Tragué en seco y me animé a mirarlo por fin después de minutos de incertidumbre en los cuales reinaba el silencio y ninguno de los dos nos mirábamos.

—Bueno...te escucho—me animé a decir, este levantó la vista y la centró en mis ojos. No estaban brillosos como siempre, estaban apagados más apagados que nunca y me rompía el alma porque no quería verlo así.

Se pasó la lengua por los labios como pensando o buscando las palabras para empezar con el relato y después se pasó una mano por su pelo mojado a causa de la lluvia que había. De un momento para el otro sentí como la mano de Mateo viajaba por encima de la mesa para encontrarse con la mía y entrelazarla.

—No quiero perderte por pelotudeces mías Lola...—empezó y soltó un gran suspiro para después darle un apretón a mí mano—Sé que la cagué bastante y que no tendría que haber vuelto con Lucila, pero la quiero y en su momento me aporto cosas que otras flacas nunca me aportaron aunque me haya cagado una banda de veces, estoy enamorado de ella Lola, pero...

Mí respiración se cortó y me quedé mirandolo detenidamente para después sacar su mano de la mía. Este me miró con el ceño fruncido pero después pareció entender que lo había hecho por lo que él dijo.

—Escuchame por favor—pidió y se intentó levantar para subir mí mentón y que conectaramos nuestros ojos de nuevo. Negué—Lola...

—¡¿Que?!—pregunté sacada mirándolo a los ojos, ambos amenazaban con largar las lágrimas que estaban allí—¡¿Que querés que haga?! ¡¿Te felicito por lo estúpido que sos o que Palacios?! ¡Felicidades lindo cornudo sos!

El se limitó a mirarme y después se levantó para ponerse la capucha se nuevo y acomodarse la ropa.

—¿Me podes dejar terminar?—preguntó lo más calmado que pudo, sabía que si el se ponía a histeriquear iba a ser mucho peor porque no era la primera vez que discutíamos. Asentí de brazos cruzados mirándolo—Pero vos sos muy importante Lola, siempre estuviste y tenés un lugar especial en mí corazón. Sé que estás enojada conmigo y no me querés ni ver al igual que no bancas a Lucila y aunque no me lo hayas dicho, tu carita lo dice todo. Lo único que quiero es que me apoyes Lola, que no me dejes solo porque de verdad te necesito.

Las lágrimas salieron sin previo aviso y agaché la cabeza para seguir llorando, estaba cansada de esta situación. Me mordí el labio para reprimir mis sollozos pero de igual manera Mateo se acercó y se puso de cuclillas para mirarme.

—Eu gorda...

Levanté la cabeza y me pase una mano por el pelo frustrada mientras las lágrimas seguían cayendo de manera desenfrenada corriendose todo mí maquillaje.

Lo volví a mirar.

—No me querés perder por pelotudeces pero es lo que estás provocando Mateo—argumenté después de unos minutos de silencio, y solté un bufido—Mirá, allá vos. Si querés vivir en una mentira y donde seas cornudo, allá vos pero después no me vengas llorando porque va a llegar un día en el que no esté más para vos Mateo.

Me levanté para dejar las dos tazas en la pileta y después lo volví a mirar, seguro estaba hecha un asco de tanto llorar pero a estas alturas ya me daba igual.

—¿No tenes nada más que decir?—interrogué ganándome su mirada, este se rasco la nuca y antes de que pudiera contestar, me avive—Perfecto, ya podes retirarte. Tengo cosas que hacer.

—Lola...—dijo y se acercó hasta mí a tal punto que quedamos frente a frente, el levantó su mano y acarició mí cachete con dulzura y aunque lo quería quitar, no me salió—Perdón por lastimarte tanto, vos no te mereces toda esta mierda.

Y efectivamente, no me la merecía pero como era una boluda me venía comiendo este mismo cuento hace rato y ya estaba podrida de la situación.

—Bueno, andate. Que tengo cosas que hacer—lo ignoré y saqué su mano de mí cachete para empezar a empujarlo hacia la salida.

—Cha...

Le cerré la puerta en la cara y rápidamente me apoye en la misma para deslizarme y sentarme escondiendo la cara entre mis piernas, las lágrimas volvieron a salir junto a sollozos, algo que ya era costumbre últimamente.



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dios me da mucha pena Lola, lpm quiero ir y abrazarla ahre

Que les está pareciendo bebés? Les gusta?💗❤️

unidos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora