42. se me van los días extrañando tu piel.
Me rasqué la frente y me di la vuelta para volver a mirar a Valentín con cara de orto, este no tardó en esbozar una sonrisa bien amplia y se acercó nuevamente para pasar un brazo por mis hombros.
—Pareces una nena en su primer día de jardín que no quiere que los papás se vayan porque se pone a llorar—acotó este divertido, lo miré alzando una ceja y me gane un sonoro beso en mí mejilla por su parte—No pasa nada, sabes que te necesita aunque sea un gil. Pero ya te lo vengo diciendo desde la cena aquella, ya se va a dar cuenta solo dale tiempo.
Lo miré por unos instantes y después me giré del todo para poder abrazarlo. El era el único que había estado desde el principio y que no le importaba si estaba haciendo cosas, siempre estaba para mi y realmente necesitaba gente así a mí alrededor, Mateo era del mismo carácter que el ojiazul pero últimamente las cosas habían cambiado demasiado.
—Cualquier cosa estoy acá, Lola, ya sabés—avisó, asentí mientras seguía acurrucada en su pecho y el como pudo se acercó hasta el portero para tocar el timbre.
No pasaron ni cinco minutos cuando la puerta se abrió, dándonos como campo de visión a un Mateo con las ojeras por el piso, instintivamente los ojos del morocho fueron hacia mí, sin embargo, yo volví a esconderme en el pecho de Valentín.
—Andá tonta, yo voy a hablar un momento con el—apuró el castaño, lo mire por unos segundos para volver a cruzar miradas con Mateo y despegarme de Valentín y entrar a la casa del chico que me gustaba—Descansá lindo Lo.
—Vos también, te amo.
Entre en la casa de los Palacios, con más miedo que nunca. Era como si fuera la primera vez que entraba a esta casa, como si fuera de un desconocido y es que últimamente en eso nos habíamos convertido. Me senté en el sillón y dejé mí mochila, que daba la causalidad que estaba en casa de Valentín, por alguna vez pasada que me había quedado a dormir en casa de este.
Estaban puesto los dibujitos y no tardé en acomodarme, poniendome como un indio y mirando la pantalla del televisor como si fuera mí hermana de cinco años. En la mesita ratona había un plato con pasta a medio acabar, y no me extrañaba la hora a la que estaba comiendo este chico, siempre era igual.
El ruido de la puerta cerrarse, me hizo salir de mí trance y dirigir mis ojos hasta donde había provenido ese ruido, Mateo nada más verme, se pasó la lengua por los labios y se rascó la nuca.
—¿Querés comer? Los preparé yo—cuestionó un poco tímido, alce la ceja y esbocé una sonrisa y asentí—¿Si?
—Sí, quiero probar tus primeros fideos—determiné provocando una sonrisa en su cara y que se iluminarán los ojitos—Igual seguro que están re crudos.
—Sos una forra Lola—comentó con cada de orto causando mí risa y de un momento a otro cambio su cara por un puchero—Mi corazoncito che.
Rodé los ojos, y me levanté para ir hasta la cocina y servirme un poco de fideos, porque sabía que después de haber hecho ese comentario, Mateo no me iba a traer un plato ni en pedo.
Vertí la poca salsa que sobraba en mí plato y agarre el paquete de queso rallado para prácticamente ponerlo todo dentro del plato, era fan. Unas manos en mí cintura hicieron que casi se me cayera todo al piso y no tardé en escuchar la risa de mí acompañante mientras apoyaba su mentón entre mí hombro y cuello.
—Gracias por venir, posta—murmuró para después empezar a dejar suaves caricias en mí panza—Probalos a ver.
—Primero, quiero que sepas que vine porque Valentín me estuvo jodiendo como un nene chiquito para que viniera, segundo que lo hice por tu hermano y tercero, salí porque me estás agobiando y encima me estoy calcinando—informé con nudo en la garganta.
Me ponía mal decirlas las cosas así, pero yo también últimamente andaba mal y todo por culpa de el, así que se merecía un poco de ese tipo de contestaciones, sin embargo, a él pareció no afectarle o por lo menos lo disimulaba muy bien porque soltó una carcajada.
Agarré el plato y me dirigí nuevamente al living para sentarme en el sillón, sacarme la campera y seguir mirando los dibujos. Empecé a comer los fideos, bajo la atenta mirada del morocho y en una de esas los miré e hice una mueca.
—Estan horribles—informé, este me dio un empujón y se cruzó de brazos, esbocé una sonrisa y me acerque a el para darle un beso en el cachete—Mentira Teo, están ricos.
El morocho me miró por unos segundos y noté como tenia un brillito hermoso en los ojos, me estaba aguantando las ganas de chaparmelo apesar de que estuviera enojada con el.
—Gorda—habló, saqué la vista del televisor para centrarme en el y cuando me sacó el plato de encima para dejarlo arriba de la mesa ratona, lo miré confundida. Me agarró de las manos para entrelazarlas con las de el —Gracias por venir en serio.
Aprovechando que me tenía agarrada de las manos, tironeó en su dirección para poder abrazarme y se tiró hacia atrás para que su espalda chocará con el sillón mientras yo estaba encima suyo. Cuando se separó, inconscientemente llevo sus manos a mí cintura y empezo a hacer leves caricias en esa zona.
Luego de estar un rato así, apoyó sus manos en el sillón para tirarse hacia atrás y apoyar su espalda en el respaldo del sillón. Sus manos se dirigieron a mí cara para acunarla y segundos después, noté los labios de Mateo en mí cara, el cual estaba esparciendo besos por toda esta.
—Te extrañe mucho—habló entre besos y para finalizar me dio un dulce beso en la punta de mí nariz—Hay tres paquetes de chocolinas y dos potes de banana split y frutilla a la crema para vos, beba. Traelos.
• • •
que onda?? Les va gustando.
ESTÁS LEYENDO
unidos ; trueno
Fanfic❝ creo que estoy confundido, pero cada vez que estoy con ella siento como si fuéramos uno, como si estuviéramos unidos ❞