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05. no lo entiendo.

Me mordí el labio mientras no paraba de mirar la escena, Mateo tenía posada la mano arriba de la pierna de Lucila, su supuesta “ex” que por lo que me había enterado en las redes sociales habían vuelto de nuevo, hace una semana más o menos.

Un chasquido de dedos me hizo salir de mí ensoñación, Olivia quién me miraba con los brazos cruzados, bufó.

—No te empecés a maquinar—avisó está, simplemente la miré por unos segundos y volví a centrar la vista en la parejita—Te lo digo en serio Lola, es un pelotudo, sabe que le puso los cuernos con mil pibes y sigue perdonándola. Ojalá que se los ponga otra vez y se de cuenta a la chica que se está perdiendo.

La miré nuevamente cuando se levantó de su lugar y salió el aula. El profesor de geografía no había venido, por lo tanto teníamos hora libre o más bien dos porque a siguiente teníamos lengua y la profesora no había venido tampoco.

Centre mí vista nuevamente en Mateo, quién miraba embobado a Lucila y la llenaba de besos tanto por los cachetes como por el mentón. Hacía como cinco días que no hablaba con el morocho y tenía bien claro que era por el hecho de que había vuelto con su ex, siempre hacia lo mismo.

No lo entendía, no entendía como podía perdonarla después de todo lo que le había hecho pasar, a veces venía llorando a mí casa porque se había enterado que lo había hecho cornudo otra vez pero al cabo de dos o tres días la volvía perdonar y yo no volvía a existir.

Como de costumbre.

Y eso me hacía sentir más mal que nunca, el hecho de que no me hablara me amargaba la existencia además de que tenía más que claro que ya le habría contado que sentía algo más que amistad por el porque hacía un par de días me miraba raro y ni siquiera me saludaba o me sonreía.

Pegué un salto en mí sitio al sentir como me tocaban el brazo, me zafé de su agarre al pensar que era Olivia pero al escuchar la risa de mí acompañante supe que no, debido a que era muy ronca y grave.

Giré mí cabeza encontrándome con Tomás, uno de los chicos de quinto año rubio de ojos verdes bien claritos. Habíamos hablado un par de veces pero hasta ahí no más y las veces que habíamos hablado era por pelotudeces sumándole los palos que me tiraba.

—Hola bombona—saludó el rubio esbozando una sonrisa bien amplia, imite su acción regalándole una sonrisa ladeada y media tristona—¿Todo bien?

Lo quedé mirando por unos minutos y después le di una mirada rápida hacia el lugar donde se encontraba Mateo que al parecer tuvimos una conexión porque ambos mantuvimos un pequeño contacto visual.

—Sí Toto, ¿vos?—mentí, obviamente no estaba bien y todo por culpa del morocho. Centre la vista en el rubio quién me miraba con una sonrisa todavía—¿Pasó algo que viniste?

—Te quería invitar a una...

—¿Lola podemos hablar un momento?—intervinó una voz bastante conocida, saqué la vista de Tomás y la centré en mí amigo, quién miraba la escena con cara de orto.

—No, estoy ocupada ahora. Andate—solté con asco, este se quedó medio atontado al escuchar las palabras que salieron de mí boca y como salieron. Sin decir nada más se fue y lo seguí con la mirada hasta que volvió a sentarse al lado de Lucila. Volví a girar mí cabeza para mirar a Tomás, quién se estaba riendo—¿A dónde me querías invitar?

—Sos única vos Lola—rió y supongo que lo hizo por como había tratado a Mateo, la mayoría sabía que éramos culo y calzón por eso capaz que le extrañó que lo tratará así—A una salida. ¿Te copa ir al Starbucks el domingo? Es el único día que puedo porque después estoy lleno de parciales.

—Dale, perfecto.

Este volvió a sonreír y me dio un beso en la cabeza para después levantarse e irse del salón. Minutos después apareció otra vez Olivia con una sonrisa de oreja a oreja dándome a entender que seguramente ya se había enterado de que Tomás me había invitado a salir.

—No seas pelotuda y aprovecha. Olvídate de Mateo, que se curta—habló la pelirroja mientras me abrazaba fuertemente.

Olivia me venía llenando la cabeza desde el año pasado con Tomás, ya que según ella era el chico más lindo de su curso pero nunca le había pasado cabida, en el sentido de querer algo más con el porque yo había hablado un par de veces con el en plan amigos pero hasta ahí no más.

Me separé de Olivia cuando escuché el timbre sonar y recogí todas mis cosas para ya tenerlas guardadas en la mochila.

—¿Vamos al patio? No quiero estar acá—determiné poniendome la mochila sobre los hombros.

—Dale, banca.

Espere que a mí amiga terminara de guardar todas sus cosas para por fin irnos al patio, no quería estar más en el aula, primero; porque estaba Mateo con su novia y segundo porque mis compañeros era unos monos y estaban armando quilombo, cosa que me agobiaba bastante. Ni bien termino Oli de juntar todo emprendimos al patio, había más gente ya que unos estaban haciendo clase de educación física y otros tenían hora libre como nosotros.

Nos sentamos en unas gradas tirando las mochilas por ahí y abrimos las bolsitas de las porquerías que habíamos comprado en el kiosquito de la esquina.

—Que lindo es Manuel, lástima que sea tímido pero igual dicen que esos al fin y al cabo son los que mejor cogen. ¿Te lo imaginas colorado mientras me coge? Me vuelvo loca—comentó con la boca llena mí amiga, aparte la vista de la cancha de fútbol y casi escupi toda la coca cola al escucharla—¡Lola me enchastraste toda pelotuda!

—¿Te gusta Manuel?—pregunté un poco sorprendida, a veces Olivia me salía con cada una.

—Me gustaría que me coja pero...

Dejé de prestarle atención cuando el celular sonó en mí bolsillo, así que mientras bebía aquella sustancia, lo saque para desbloquearlo y ver el mensaje que me había llegado;

Mateochu💛: necesito hablar con vos después Lola, posta.

Me dediqué de dejarlo en visto y en bloquear nuevamente el celular para escuchar lo que me estaba contando mí amiga aunque sabía que tarde temprano iba a ceder a hablar con el, porque siempre terminaba cayendo.

• • •

se viene bardo es lo único que digo.


unidos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora