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08. mí alma sigue grave.

Era viernes como de costumbre en el colegio habían organizado una joda en una casa de uno de los de quinto año, era a la primera que asistía y todo esto se debía a Tomás, quién me había estado insistido casi toda la semana para que fuera porque desde un principio yo no quería, seguía mal por lo de Mateo y lo que menos quería era salir.

Noté el cambio de temperatura ni bien entramos a la casa, hacía bastante calor y había un olor impresionante a cigarrillos y otro tipos de sustancias.

—Voy a saludar a un par de amigos, ahora vengo—me aviso mí acompañante, simplemente asentí y saqué mí celular para revisar las redes sociales.

Habían pasado dos semanas de lo sucedido con Mateo, cada uno iba a lo suyo pero aún así el me seguía importando, todavía estaba de novio con Lucila y en las últimas dos semanas se la pasaba en dirección debido a que se cagaba a palos con cualquiera que se le cruzada.

El no era así.

Como vi que Tomás tardaba un montón hablando, me acerque hasta lo que supuse que era la cocina para prepararme algo para tomar. Adentro hacia mucho calor y que hubiera mucha gente amontonada no era algo que ayudase tampoco.

Un chico que estaba detrás de la isla me preparo un fernet bajo su atenta mirada ya que tenía miedo de que me echara algo en la bebida a estas alturas ya te podías esperar cualquier cosa, después de dos minutos tenía el trozo de botella cortada delante mío acompañado de una sonrisa por aquel chico.

—Tomá linda—me miró con una sonrisa bien ensanchada haciendo que sus ojos se achinaran.

Qué hermoso.

—¿Vos sos Lola, la de cuarto, no?—preguntó luego de que le di un par de tragos a mí fernet, estaba riquísimo.

—Sí, ¿y vos sos?—cuestioné dándole otro trago al fernet que minutos atrás me había preparado el mismo, sonrió otra vez y tomo de su birra dejándome ver su nuez de Adán.

—Damián, pero decime Dam—contestó guiñandome un ojo y causando mí risa—¿Puede ser que te conozca de otro lado que sea fuera de la escuela?

Lo miré con el ceño fruncido por aquel comentario y me puse a pensar en sí me sonaba de alguna parte y aunque no sabía de dónde, sabía que en algún lado lo había visto y no era la escuela.

—Vos sos la wacha de Trueno, la que va al quinto—acotó después de unos minutos provocando que empezara a toser ya que el fernet me había pasado por el otro camino—Debes estar contenta por tu chongo que ganó la última fecha.

—No es mí...

El ruido de una chica gritando y de piñas, me alarmó y no dude en salir de la cocina junto con Damián, ni bien fuimos al living nos encontramos a Tomás y Mateo cagándose a piñas y Lucila gritando.

Sin pensarlo dos veces, fui hasta allí para intentar separarlos ayudando a un pibe que tenía a Mateo sujetado por los brazos, lo mismo pasaba con Tomás desde la otra punta.

—¡Osea que no solo te coges a mí novia sino que también estás utilizando a Lola!—soltó exaltado intentado zafarse del agarre, al cual estaba sometido para no cargarlo a trompadas—Soltame, loco.

—¿De verdad te pensabas que me iba a coger a Lola? Solamente lo hice porque sabía que te iba a molestar que me acercara a ella, Lola es incogible.

Me giré para mirar a Tomás, quién miraba toda la situación agrandado, las lágrimas no dudaron en asomarse. Estaba todo el mundo en silencio mirando la situación o más bien esperando a que yo dijera algo.

Pero no lo hice, simplemente empecé a caminar hacia el sillón para agarrar mis cosas, bajo la atenta mirada de todos los invitados.

—¡La concha de tu madre hijo de re mil puta!—fue lo único que escuché antes de salir de la casa y sabía bien que aquello lo había soltado Mateo. Me puse la campera y me hice una colita bien alta mientras caminaba para agarrar el bondi e irme a mí casa, sentí unos pasos atrás mio—¡Lola! ¡Lola! ¡Lola, pará!

Su mano me agarró del brazo para darme la vuelta y sin decir nada, me pegó contra su pecho y pasó sus brazos por mí cuello para poder abrazarme. Escondí mí cara en su pecho y cuello y empecé a llorar desesperadamente, tenía la respiración agitada y me había entrado un poco de hipo.

—Tranquilizate Lo, ya está—sobó mí espalda un poco y me sacó la colita para hacer caricias en mí pelo. Negué, no me podía tranquilizar y a veces era tanto lo que lloraba que parecía que me estaba ahogando y que me iba a dar un ataque en cualquier momento—Si beba, tranquilizate.

Me separe de el y me fijé en su remera, la cual estaba manchada de sangre por el tajo que tenía en su labio y por mí rimel. Alcé mí vista para mirarlo e hice una mueca para empezar a llorar de nuevo, el morocho levantó su mano y con el pulgar elimino mis lágrimas.

—Dejá de llorar Lola, vos sos hermosa y re cogible. No le des bola a este virgo que no la pone ni en remojo—comentó mientras seguía sacando mis lágrimas y acarició mí cachete. Luego de unos segundos me agarró de la cara para que lo mirase fijamente a los ojos—Sos hermosa, ¿me escuchaste?

Asentí levemente y luego de eso sentí como dejo un ligero beso en mí frente, que me transmitió mucha paz y ternura. De un momento para el otro sentí como los brazos de Mateo se pasaban por mis hombros y empezamos a caminar.

—Te quiero mucho Lola, quiero que lo sepas y que no te olvides de eso nunca—susurró para después dejar un beso en mí cabeza.



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ya se que es una verga y re cortito pero me duele una banda la cabeza y el cansancio que manejo no es normal

soy a la única a la que le da pena Lola? lpm

unidos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora