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24. si no fue así.

Me quedé quieta mientras lo miraba caminar de un lado para el otro y pasándose la mano por toda la cara en símbolo de frustración.

—Mati...

—¡Mati las pelotas Lola! ¡El chabón me cago a piñas también y no fuiste capaz de preguntarme cómo estaba! ¿¡Quién es tu novio?! ¿¡El imbécil de Mateo o yo?!—gritó con fuerza mientras me miraba fijamente y sentí un nudo en la garganta al igual que mis ojos aguosos—¡Y por si fuera poco el flaco se quedó a dormir en tu casa!

Hizo unos gestos con la mano en símbolo de que quería matarlo y después se dio la vuelta para empezar a caminar devuelta por el living de su casa desesperadamente mientras se pasaba las manos por el pelo y por la cara.

—Es mí mejor amigo, Matías y no lo iba a dejar que se vaya así como lo dejaste a su casa. Además, yo te pregunté cómo estabas pero me dijiste de todo y te fuiste a la mierda ¿Que querés que haga? ¿Voy detrás tuyo sabiendo el carácter de mierda que tenés que capaz que se te cruza un cable y me encajas una piña? Ni ahí, te lo voy avisando. La amistad de Mateo va antes que cualquier otra cosa—comenté con rapidez, necesitaba desahogarme ya que desde que había entrado en su casa apenas me había dejado hablar sobre el tema, el único que había hablado había sido el, con reclamos e insultos de su parte.

El morocho me miró con una mirada que me dio bastante miedo y se acercó peligrosamente hasta mí para después agarrarme del brazo y tironearme fuerte de este haciendo que me levanté del sillón.

—Ah, ¿pero a mí sí? Osea que preferís a un pibe que no te da bola y que no te ve más allá que como una amistad, además de que te utiliza antes que a tu novio, perfecto Lola—habló soltandome derrepente al ver las muecas que estaba haciendo por la fuerza que estaba ejerciendo sobre mí brazo e inconscientemente empecé a llorar—No para, Lola...

Me senté en el sillón y me encogí como un escarabajo mientras empezaba a llorar más fuerte.

¿Por qué todo el mundo me tenía que recordar que Mateo nunca iba a estar conmigo y que no me iba a dar bola nunca porque solo me veía como una amiga?

Además de que estaba intentando rehacer mí vida con un chico que me gustaba y despejarme de Mateo, mí novio me venía con este tipo de planteos y comentarios, los cuales no venían a cuento pero sabía que era para hacerme sentir mal porque el sabía más que nadie que yo todavía sentía cosas por Mateo, de todas formas estaba esforzándome para ser feliz y no estar sufriendo por un amor que no era correspondido pero la gente se encargaba de recordarmelo cada vez que podía.

Sentí como el sillón se hundía en el lado derecho y como la mano del morocho se posaba arriba de mis rodillas al igual que sentí como su brazo me rodeaba para tenerme más a cerca de el.

—No quería decirte eso Lola...

—¡No me toques!—exclamé levantando mí cara para sacarle su mano de mí rodilla, el intentó llevar su mano a mí cara para sacar las lágrimas pero le di un manotazo—¡No me toques te dije!

Mantuve el contacto visual por unos segundos con el mientras las lágrimas seguían recorriendo mis mejillas de manera desenfrenada. Me agaché para ponerme las zapatillas y luego me levanté para agarrar mí mochila, la cual estaba en el perchero.

Segundos antes de que pudiera abrir la puerta, la mano de Matías me detuvo y me hizo girarme para que lo mire pero no con el semblante de siempre sino con uno bien serio.

—No te vayas así Lola...—pidió mientras llevaba sus manos a mí cara para acunarla, cerré los ojos con fuerza y negué para después apartar sus manos de mí cara despacio.

—Nos vemos.

Cerré la puerta con cuidado dejando a Matías con las palabras en la boca porque sabía que iba a seguir insistiendo para que me quedara, ya que lo que teníamos planeado era que íbamos a solucionar todo esto y me quedaba a dormir en su casa.

Pero como de costumbre se fue todo a la mierda.

Me puse la capucha debido a que había empezado a chispear y que en cualquier momento se largaba una buena. Caminé hasta la parada de bondi, la cual no quedaba muy lejos de la casa de novio, además de que tenía la suerte de que no tenía que esperar ya que ni bien llegue, el colectivo ya estaba allí. Una vez pague el boleto, caminé hasta la zona de atrás del todo y saqué mis auriculares para hacer más llevadero el viaje. Me pase la mano por la cara para sacar las lágrimas que seguían cayendo incoscientemente por mis mejillas.

Cuando llegue a dónde quería, bajé y empecé a caminar un poco más rápido ya que ahora llovía más que antes y cuando llegue al porche de la casa, me intenté secar un poco y aproveché para hacerme una colita bien alta.

Toqué la puerta y segundos después se abrió y me permitió a ver a Emi, quién estaba con un pijama de dibujitos y cuando se dio cuenta de que era yo, sonrió.

—¡Lola!—me saludo el menor y me agaché un poco para abrazarlo, hacia un montón de tiempo que no lo veía, estaba enorme. Cuando se separó de mí, frunció un poco el ceño—¿Estuviste llorando?

—¿Esta tu hermano?—pregunté intentado evitar el tema, el un poco atontado asintió y le sonreí apenas—¿Le podes decir que venga?

El pequeño asintió y se dio la vuelta para ir a buscar al morocho, saqué el celular y  vi que tenía un par de mensajes de mí mamá, los cuales decían que me lo pasará bien y que sobretodo me cuidara.

—¿Lola?—cuestionó una voz que reconocí al instante y rápidamente guarde el celular en mí bolsillo para acercarme a él y abrazarlo fuertemente dejándolo bastante confundido y no llego a pasar un minuto cuando estaba llorando en el pecho de Mateo, empapándole toda la piel ya que estaba en cuero—Lola, eu ¿que pasó?

Pero no hice caso omiso y seguí llorando como un bebé mientras me seguía acurrucando al pecho de Mateo, quién me apretaba cada vez más fuerte.

—Me estás preocupando beba, ¿que pasó? ¿Te quisieron robar? ¿Te dijeron o hicieron algo, te tocaron?—interrogó el morocho bastante preocupado y me agarró con delicadeza la cara para apartarme de el y que lo pudiera mirar a los ojos—No llores, me hace mal verte así bebé.

Mateo paso su pulgar por mí cara para sacar mis lágrimas despacio y me miró fijamente a los ojos con preocupación.

—¿V-vos me que-querés?—pregunté de forma entrecortada ya que mí respiración agitada no ayudaba mucho al igual que mí pecho no para de subir y de bajar desesperadamente.

—Obvio que te quiero, ¿como no te voy a querer, si sos un amor Lola y siempre me estás cuidando?—inquirió con obviedad y me acarició el cachete. Nada más largar esas palabras las lágrimas volvieron a aparecer y lo abracé nuevamente.

Solamente necesitaba escuchar esas palabras, saber que el me quería y con eso me bastaba.





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Lola es muy chiquita y muy bebé, posta que hasta a mí me hace mal que sufra tanto lpm.

unidos ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora