Capítulo 11

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—Trabajo en el periodismo desde hace tres años, empecé a los 20 —aclara.

—Oh, veo que tu conocimiento es demasiado amplio en tan poco tiempo —halaga.

—Solo es concentración, nada del otro mundo —dice sin detener sus pasos.

El rizado sólo asiente y sigue con la mirada fija.

Un silencio se presentó, acompañado de la brisa fría del aire y el aroma a trago incrustados en sus prendas.

La luz de la luna alumbra la tranquilidad reflejada en el rostro del rizado, y también, como los rojizos cabellos de la joven se mueven al compás de sus pasos.

—Entonces, Natasha... ¿Cómo te va en el amor? —se atreve a preguntar para romper el hielo.

—Digamos que no es lo mío, no soy de relaciones a largo plazo —musita algo incómoda.

Bruce puede sentir su tensión, así que atina a quedarse callado y seguir caminando a quién sabe donde.

—¿A ti? —le devuelve la pregunta.

El rizado se queda callado unos momentos, no le gusta comentar su vida privada, y menos si se trata de relaciones, ya que es un asco en eso. Y lo comprobó con Tony que no sirve para estar con nadie.

—La misma respuesta que te di en el bar, aún no encuentro a alguien —masculla intranquilo.

Y el silencio se vuelve a presentar. Pero esta vez, uno incómodo.

La vibración del móvil hace que el ambiente cambie, Natasha responde a regañadientes al ver que era Steve quién la llamaba.

—¿Qué quieres?.

—Ya es tarde, ¿donde éstas? —farfulla el rubio.

—Que te importa.

—Nat por favor —escucha un suspiro —. Se que estás enojada, pero estoy preocupado.

—¿Ya estoy grande no crees?.

—Solo dime donde estas —rogó.

—Ya voy para el edificio —cuelga.

—Adivino, ¿hermano mayor preocupado por su hermanita? —dice burlón el chico de rizos.

—Amigo estúpido de papel de hermano mayor — responde sonriente.

—Vaya amigo que tienes —ríe —. Debe de ser esos que les cuentas y compartes todo, inclusive tus sentimientos.

Lo último lo dice con amargura, recordando las noches donde le susurró a Tony sus miedos y le lloró sus secretos.

En donde aquellas noches le decía entre susurros y jadeos un te quiero.
Y el castaño solo respondía con indiferencia, gruñidos, o desprecio.

Aunque Tony también tuvo una vida complicada, el lo amaba, y quizás aún lo sigue haciendo después de toda la mierda que le hizo.

¿Qué cosas no?.

~×~

Solo nunca me sueltes, y has que mis cielos brillen con tu presencia amor mío.

Mala idea en la que pensó que leer lo distrajera. Su mente, su habitación, todo lo recuerda, recuerda a Bruce.

Deja el libro en la mesita de noche, está vez la oscuridad la siente más fría, más vacía, más sola.

Pasa las manos por sus castaños cabellos, tratando de imaginar otra cosa.

Gira su mirada, y la foto de del pequeño Pet hace que se quiera volver loco.

Si que está viviendo un infierno, un infierno donde su hijo es el precio.

Una difícil decisión © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora