Capítulo 21

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Despierto, mas no abro mis ojos por un intenso dolor de cabeza y un horrible chillido me aturde. Muevo de lado a lado mi caza en un estúpido intento de apasiguar el dolor, pero lo único que consigo es sentir un instantáneo y agudo dolor prolongarse por mi cuello.

Impulsivamente me toco el cuello y me tapo la boca intentando ahogar un grito. Intento respirar y calmarme, mientras en un muy doloroso intento de sentarme lo logro, en ese mismo momento siento como algo a mi lado izquierdo se remueve causando así que el miedo me invadirá haciendome mover en falso y caer de la cama.

Caigo y esta vez no puedo evitar gritar y retorserme por el inmenso dolor al costado de mi cuello. Escucho un click y aun con mis ojos cerrados y llenos de lágrimas puedo ver una leve luz alumbrar el lugar, siento como alguien me toma por los hombros y me junta a su pecho para luego levantarme y ponerme en lo que creo es una cama.

-tranquila, respira. Se que te duele pero no te preocupes, muy pronto dejará de dolerte- dice una voz.

No se siquiera en qué pensar, no se si es el dolor o mis desorientación lo que no me deja recordar lo que pasó antes de estar aquí, no se si conozco a este hombre, no se en dónde mierda estoy... no se si estoy bien o qué putas está sucediendo.

Siento cómo el hombre toma mi brazo y pone algo frío y suave sobre este para luego sentir un fuerte pinchazo. Entonces siento cómo el cansancio se apodera de mí y sin más cierro mis ojos.
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-¿Ya sabes algo de quién le disparó?- interroga él mirando a su jefe de seguridad.

-Aún no se nada Aaron- responde este.

-¿Entonces para qué demonios te pago Cameron?- interroga Aaron.

-Sí lo sé- dice este poniendo los ojos en blanco.

-Pues en lugar de decir lo sé, mueve tu maldito trasero y has tu trabajo como mí jefe de seguridad- dice intentando controlar aquel dragón interno que amenazaba con salir a la luz.

-Voy a continuar con mi trabajo, te veo luego Aaron- dice Cameron para luego irse del balcón en dónde se encontraba su amigo.

Aaron se levanta de su silla para luego dirigirse hacia el barandal de balcón y apoyarse en el mientras pensaba cómo iba a hacer para convencer y conquistar a aquella mujer que tanto había anhelado por muchos años. Nunca había sido mucho de demostrar lo que sentía, y mucho menos de demostrar amor.

Cubre su rostro con sus manos para luego acomodar su cabello. Se separa del barandal y con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón toma rumbo hacia su oficina dispuesto a seguir con sus negocios.

Al cabo de casi dos horas, una de sus mucamas toca a la puerta.

-Señor, la joven ya despertó... y... quiere hablar con usted- dice tímida y con la cabeza gacha.

El hombre se levanta rápidamente para luego dirigirse con prisa hacia la habitación en dónde se encuentra la chica con quien estaba seguro de querer pasar el resto de su vida, y esta vez nada ni nadie le impediría estar con ella, incluso el hombre que la presumía como su mujer; una vez frente a las grandes y blancas puertas de la habitación en donde se encontraba la joven golpea suavemente la madera para luego entrar sin más.

-¿Querías verme?- interroga Aaron cerrando la puerta.

-Quiero respuestas- responde ella de forma seca.

-Muy bien. Pregunta lo que quieras- responde él tomando asiento en un pequeño sillón que se hallaba en la habitación.

-¿Quién eres?- interroga ella mirándole por el rabillo del ojo y de brazos cruzados.

-Soy Aaron, Aaron Dahlbeck- dice con una sonrisa ladina.

-¿Por qué estoy aquí?- vuelve a interrogar Lia aún sin mirarle fijamente.

-Estás aquí para ser mi mujer- responde él en tono orgulloso.

-Yo no voy a ser mujer de nadie- musita ella apretando sus puños y dientes.

-De hecho... no tienes derecho alguno a negarte, al fin y al cabo Thomas te vendió a mi- dice con voz gruesa y seca mientras Lia se encontraba atónita.

-Mientes. Él no lo haría...- dice con voz quebrada.

-¿Estás segura?- interroga sinico- si un hombre tras tener sexo contigo te deja de lado o pasa a ser indiferente, es porque solo te quería para eso. Para revolcarse contigo cual par de animales-.

-...- Lia seguí sin saber qué decir.

¿Me equivoco?- cuestiona Aaron con una sonrisa ladina.

-Callate- musita con voz quebrada.

-Solo digo la verdad. Él no te ama, y nunca lo hará- dice para luego levantarse y acercarse un poco más a ella.

-¡MIENTES!- le grita ella- ¡¡TODO LO QUE ME DICES NO ES MÁS QUE UNA SUCIA Y VIL MENTIRA!!, ¡ÉL NUNCA ME HARÍA ALGO CÓMO ESO!!- vuelve a gritar para luego dejarse caer de rodilla.

Hábilmente Aaron corre hacia ella tomándola entre sus brazos.

-¡¡ES MENTIRA!!, POR FAVOR DIME QUE ES MENTIRA- dice ella entre lágrimas y débiles golpes en el pecho de Aaron.

Puede que en realidad sí fuera una mentira, pero él no permitiría que ella lo supiera. O no por ahora, pues no permitiría que otro hombre y menos uno como lo era Thomas pudiese aprovecharse de la mujer que tanto el ha amado. Pero de lo que Aaron no era consiente era de todo el daño que podía originar en ella y en si mismo; por amor cometemos locuras y en unas cuantas ocasiones ocultamos algunas verdades, pero de lo que no se es consiente es de el daño que le es infringido al ser amado y el proceso de auto destrucción que comienza su cuenta regresiva, bajar el teló, romper la mascara y con ella toda la vida y el color a su alrededor.

Cada acto tiene una consecuencia, pero no siempre será la esperada. La vida no es como las matemáticas, no es algo cuadrado y mucho menos con un objetivo o destino exacto; la vida es mas bien algo así como una figura indeterminada la cual contiene millones de tácticas para torturar y recompensar a quienes se lo ganen.

𝕹𝖆𝖗𝖈𝖔𝖙𝖗𝖆𝖋𝖎𝖈𝖆𝖓𝖙𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora