Capítulo 32

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Mi mente y mi cuerpo despiertan, más no quiero abrir los ojos. Siento un fuerte y protector brazo rodeándome por la cintura, me doy media vuelta tapándome con el cuerpo y delicioso aroma de Aaron en completa oscuridad. Me acerco un poco más a él juntando mi cabeza con su fornido pecho. Dejo que su olor me invada y se apodere de mí; amo demasiado a este hombre, ha logrado sacarme de mi zona de confort, me ha enseñado que el poder no lo es todo, y que con poco más de una sonrisa es mucho más que suficiente para poder vivir... que nuestro pasado no nos define como personas; y que depende de nosotros el seguir con esa carga o ir dejando caer piedra por piedra para así lograr vivir un presente pleno y satisfactorio.

Cuando sueltas las cosas y las dejas volar, todo es más fácil y de repente todo comienza a cobrar una nueva perspectiva. Cuando me enteré de lo que había hecho Thomas, creí que ahí acabaría mi vida, que ya nada importaba. O eso creí hasta que poco a poco, y en un intento por no sentir pero a la vez por un deseo de no estar sola, me abrí a Aaron y descubrí que no siempre lo que queremos hacer es lo correcto. Así como para mí Thomas ya no era nada más que un capricho; alguien de quien me enamoré a ciegas y alguien a quien por ende decidí entregar mis sentimientos indiscriminadamente, lo la cual no había hecho en muchos años tras la muerte de mamá y de mis hermanos; los extraño mucho. Entonces la voz medio adormilada de Aaron me saca de entre mis pensamientos.

-¿Cielo estás despierta...?- dice con voz ronca.

-Algo así- digo acariciando su cabello- ¿sucede algo?

-No- niega acercándome más a él- solo... quiero hablar.

-¿Es por él verdad?, extrañas a Kaanbal- digo tomando su rostro entre mis manos.

-...Sí- dice cubriendo su rostro con sus dos manos.

-Cielo, esto un proceso algo demorado. Pero encontraremos todas las evidencias posibles para que Kaanbal vuelva a casa, además... tengo que preguntarte con respecto a unas cuantas cosas la cuales encontré.

Una extraña expresión entre miedo desconcierto se apodera de su rostro a la vez que los músculos de sus hombros se tensan. Pongo mi mano izquierda sobre sobre ellos a modo de darle a entender que se tranquilice. Me doy media vuelta a lo que él me abraza por la espalda y volvemos a caer dentro de un plácido y profundo sueño.

Puedo escuchar el dulce canto de los pajarillos que viven en el árbol frente a nuestra habitación en el centro del ante jardín. Me froto un poco los ojos y me extiendo a lo largo de la cama, me siento aún medo dormida giro mi rostro hacia la derecha a la vez que mi mano en busca del cuerpo de Aaron, mas no se encuentra ahí. Vuelvo la vista a lo largo de la habitación, pero es en vano, no está en la habitación. Le resto importancia al asunto, de seguro debe estar abajo o en su oficina.

Me adentro en el baño de estilo clásico, me desnudo y me adentro en la ducha con agua fría, me dejo cubrir por las heladas gotas de agua que caen de la regadera de estilo lluvia, me ayuda a despertarme. Una vez estoy lista salgo y me cubro con una toalla para luego adentrarme en el armario; tomo unos jeans azul oscuro, una camiseta blanca con cuello en u, un blazer rojo rubí largo y mis vans negros. Me visto y recojo mi oscuro y algo decolorado cabello por el tinte en una coleta alta, tomo mi teléfono, salgo de la habitación y bajo las escaleras encontrándome a un apuesto Aron con una de sus manos en uno de los bolsillos de su pantalón azul oscuro, una camisa blanca ajustada a su cuerpo, un blazer color gris oscuro y zapatos marrón oscuro hablando por teléfono. Puedo detallar su barba de pocos días, su fuerte mandíbula y su cabello perfectamente arreglado. Me acerco a él con una sonrisa y le abrazo el mira y me devuelve la sonrisa.

-Sí, lo se Frank. Solo... hazme ese favor, además me lo debes. Muy bien, gracias. Adiós- dice colgando la llamada.

-¿Qué tal dormiste hermosa?- dice acariciando mi cabello- por cierto, te vez muy bien.

𝕹𝖆𝖗𝖈𝖔𝖙𝖗𝖆𝖋𝖎𝖈𝖆𝖓𝖙𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora