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Harry se encontraba sentado frente a la chimenea de su hogar, con un vaso de Whiskey de fuego en la mano derecha mientras que su otra mano se encontraba inerte en el reposa brazos de aquel sillón de fino cuero negro.

Se sentía desolado y la investigación parecía haberse estancado.

No había rastros de Goyle a pesar de que su hogar fue visitado, sin embargo, su abuela no lo había visto hace muchos meses ya, y no había tenido contacto con nadie más que el heredero de los Flint.

En ese orden de ideas, Marcus Flint sería la pista que necesitaba interrogar, sin embargo, el chico había programado su "cita" para dentro de una semana, debido a que por cuestiones laborales no podía atender a los aurores.
Se había revisado de arriba a abajo la mansión en Irlanda en la que estaba, pero no se había encontrado absolutamente nada.

El chico estaba limpio y no había vuelto a hablar con su padre hace meses, según oyó, aunque lo dudaba.

Sin embargo, hasta no tenerlo de frente no podía hacer nada.

— Señor Potter, los cuadros se están moviendo.

La voz de Scorpius lo había sacado de sus pensamientos.
Se giró hacia el infante, que andaba vestido con una túnica pequeña para su edad, que Harry le había mandado comprar.

Su entrecejo estaba fruncido y se veía demasiado serio para su edad, sin embargo, sus ojos estaba llenos de curiosidad férrea.

— ¿Qué?

Volteó a ver hacia los cuadros de sus paredes y estos se andaban moviendo sutilmente.

Joder, su magia.

— Es usted muy poderoso. — apuntó con plena admiración mientras caminaba hacia el auror y se subía al sillón de forma nada propia - pero completamente digna de un niño - para luego mirar a Potter. — ¿Mi hermano es igual de poderoso?

— Lo es, aunque más allá del poder... Es muy inteligente, demasiado. Soy un tonto a su lado. —mencionó en tono tranquilo mientras trataba de resguardar su alterado ánimo. — últimamente no estoy siendo capaz de controlar mi magia y eso no es nada "digno" — enfatizó en aquellas palabras, tan usadas por los Malfoy.

—Quisiera conocerlo ya.

Scorpius suspiró y se recargó en la silla, mirando hacia el fuego también.

Hace dos días que se habían mudado a G. Place y Narcisa se había dedicado a "redecorar" la casa de los Black, ya que ella era una Black o había sido... Ya que suponía que era un sacrilegio decírselo en ese momento.

Lo que era Scorpius, se había mantenido aburrido y curioseando por la casa, jugándole travesuras a Kreacher el cual se aguantaba todo por la simple y llana idea de que era un niño sangre pura el que lo hacía.

—Lo harás y seguro te querrá mucho. —Sonrió el auror, subiendo su mano libre para acariciar los cabellos del niño.

Le dio un sorbo enorme a su vaso y luego lo dejó en la mesa, incapaz de serenar su ánimo.
Sentía que algo crecía en su interior, sentía demasiadas cosas negativas para su propio bien.

Una vez tranquilizó a Scorp, lo llevó a su habitación - una separada que la de Narcisa, ya que, según el menor, ya no era un bebé - y así finalmente el auror se pudo tirar en su cama sintiendo la pesadez aplastarle el pecho.

Cerró sus ojos y empezó a pensar en Draco, tratando de definir qué era lo que lo estaba ensombreciendo tanto.

Pensó en sus ojos grises, en su piel blanca y su cabello rubio platinado.
Su figura delgada pero masculina que logró adquirir una mejor condición en el tiempo que estuvo con él.

Always / HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora