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Especial 1 / 5 


Draco Malfoy definitivamente se estaba replanteando los acontecimientos más absurdos que había tenido desde la más tierna edad. 

El primero que recordaba, había sido en ese maldito bosque prohibido en la escuela. Se había asustado tanto - debido a la cantidad de peligros que habían en la zona -  y para colocar la cereza en el pastel, nada más y nada menos que Harry James Potter lo había escuchado gritar como una niña asustadiza cuando las cosas se pusieron extrañas en el lugar. 

El segundo, cuando Harry Potter le había ganado la Snitch dorada con tanta facilidad en un partido de  Quidditch, decepcionando a su padre en el completo proceso. ¿Por qué no entendían que Potty contaba con una suerte absurda? fuera de que volaba bastante bien. 

A partir de ese momento, su vida se había centrado en vivir muchos momentos muy absurdos por culpa del cara rajada, en los cuales, en la mayoría terminaba humillado o convertido en hurón.
Podría decirse, que el tercero, fue cuando casi lo asesina en el baño de los prefectos y cuántas fueron sus ganas de que le dejaran morir para así no tener que cumplir con ninguna absurda misión encomendada por el maniático de Lord Voldemort. 

Era increíble que todos sus recuerdos se remontaran hacia algo relacionado con Potter. No sabía decir si eso era gracioso o tremendamente triste y patético. 

Sin embargo, nunca, pero definitivamente nunca se habría imaginado que iría ahora a las espaldas de Ginevra Weasley, bajo una túnica mágica, en medio de los aurores que estaban custodiando su cuarto. 
Este definitivamente era el momento más absurdo de su vida, y era nada más y nada menos que con la ex esposa de Harry James Potter. 

¿Cómo había llegado ahí? 


—No necesito que me mires de esa manera, Malfoy. 

Apuntó la pelirroja con un tono serio mientras se deslizaba en el interior del cuarto de Malfoy en el hospital de San Mungo. 

El rubio había afirmado con fuerza la varita que le había dejado Hermione, preparado para atacar en caso de que la comadreja menor tuviese intenciones de hacerle alguna cosa. 

—He hablado con Hermione. Su plan sería difícil debido a lo reforzados que están los aurores alrededor tuyo. Sin embargo, tengo un plan. 

—¿Tienes un plan? ¿Y a qué se debe esta muestra de...solidaridad? — Pregunto al fin el rubio, enarcando una ceja en un claro gesto de incredibilidad. 

—Necesito que ayudes a Harry. No hago esto por ti. 

Ambos chicos se miraron fijamente a los ojos, mientras cada uno trataba de desdeñar el ser del otro, sin conseguirlo. 
Ginevra era una mujer fuerte, inteligente y para nada cobarde. Si le pedían su opinión, encajaba perfectamente entre los Gryffindors, no como su hermano soquete. 

—¿Y cuál es tu fabuloso plan? — Preguntó con cierto matiz de desdén el chico de ojos grises. 

—Este. 

Una vieja pero cuidada túnica fue tirada hacia la camilla en la que estaba Malfoy, el cuál, la miró confundido debido a la clara falta de explicaciones. 
Ginevra se asió el cabello y suspiró antes de volver a mirar a Malfoy con una clara determinación. Lo iba a sacar de allí. 


Y entonces, allí estaba, bajo una túnica invisible que al parecer había pertenecido a Harry por mucho tiempo. Ese dato no se lo había dado la comadreja, pero podía deducirlo por el olor de la misma. Allí, bajo aquella tela mágica - una antigua reliquia de la muerte - se podía percibir la esencia mágica de Harry y a su vez, aquella extraña fragancia que el cuerpo y cabello de Potter despedían. Un olor leñoso y refrescante...un olor que le hacían evocar los ojos verdes del héroe. 

Always / HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora