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Si Draco había creído que nuevamente sería libre, estaba totalmente equivocado y de eso empezaba a darse cuenta más pronto que tarde. 

Había aceptado el trabajo en el ministerio como Jefe del departamento administrativo y estaba más que seguro que semejante puesto había sido totalmente influenciado por Potter. Sin embargo, no era ningún estúpido y no iba a negarse ni renegar por el mismo; de asistente se había apalancado como Jefe en un abrir y cerrar de ojos y aunque sabía que estaba en boca de muchos en el ministerio como el puto que se acostaba con Potter para obtener beneficios, le importaba realmente poco a esas alturas. 

Sabía que más de uno se mordía en celos por ser él el que se acostaba con Potter y no ellos. 

Ahora tenía más trabajo, era cierto, pero Malfoy se destacaba por hacer las cosas bien y ser jodidamente ordenado. Le motivaba en demasía hacer algo, ser importante y sobre todo, ganar mucho más de los míseros galeones que recibía antes. 

Quería ahorrar y tratar de recuperar Malfoy Manor

Había estado averiguando, la propiedad estaba abandonada pero pertenecía al ministerio. Era una suerte que no la hubieran destruido aún o que no fuera profanada con algún vulgar objetivo como a la que fue sometida por Voldemort. 

Deseaba de sobremanera devolverle su hogar a su madre y bueno, a su hermano. No reconocía a Scorp como tal pero ahora tendría que cuidarlo por una semana. 

Blaise y su madre habían aplazado un poco su viaje a Italia por cuestiones de migración en los papeles legales de Narcisa, pero no era algo que no se pudiera arreglar - en especial cuando Draco trabajaba en el ministerio y mantenía con el ojo fijo en el departamento de migración - por lo que esa tarde irían a despedirlos y luego él quedaría a cargo de Scorpius. 

Suspiró y estiró las piernas mientras se apoyaba en su amoblada silla. Ahora poseía su propia oficina, no muy grande pero sí acogedora, con un hermoso escritorio de fina caoba marrón, un alfombrado persa de muy buen gusto en tonos vinotinto y varios cuadros mágicos de artistas oscuros como Denis Forkas.
Como amaba su arte, podría jurar que todas tenían algún trasfondo detrás. 

Miró hacia el techo y pensó nuevamente en Potter. 

Podría decirse que ahora estaban saliendo, sin embargo, desde que tenía su varita de vuelta, parecía que Potter se había vuelto el doble de sobre protector. 
No le había pesado la nula vida social de Potter hasta que él mismo tuvo la libertad para no estar en casa. 

Draco aprovechaba para salir, ir a comprar cosas que poco a poco reformaban la casa Black. A Potter no le importaba y Kreacher siempre estaba más que dispuesto a seguir sus órdenes. 
Muchos papel tapiz y cuadros que no le gustaban -de sus antiguos familiares - fueron guardados en una habitación y fueron reemplazados por nuevos cuadros tanto muggles como mágicos. El nuevo papel tapiz era verde con acabados hindúes en tonos de verde más oscuro. 

Contra todo pronóstico, Potter no era quisquilloso con el hecho de modificar la casa de su padrino, no le tomaba mucho en cuenta. 

El problema era cuando Potter llegaba y él andaba fuera de casa. Al llegar, siempre encontraba aquella magia aplastante y a un Potter alterado y tenso al no saber en dónde demonios se encontraba. 
La situación empezaba a molestar y a cansar a Malfoy, el cual quería retomar su vida normal y eso era, trabajando, saliendo, dándose lujos y teniendo sexo. 

Sin embargo, parecía que Potter quisiera tenerlo encerrado, sin trabajar, sin salir, dándole lujos y dándole sexo. 

La ecuación a Malfoy no le funcionaba de esa manera. 

—Señor Malfoy, ya es hora de ir a la zona de trasladores. 

La voz tranquila y automática de Elizabeth, su nueva asistente, sonó a través del vociferador que entró a su oficina por la ventana. 

Always / HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora