Creada para amarte/TERMINADA✔

Capítulo 1: Ariadna ❤

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Ariadna POV:
Mi vida tuvo varios giros inesperados, empezando por mi nacimiento. Supongo que mí mamá no me quiso y por eso me dejó en un orfanato recién nacida. Si yo deseé algo, fue no verla nunca jamás. No quiero conocer al monstruo que me dio la vida y me dejó tirada.

Supuestamente mi papá Ricardo Conté, me adoptó cuándo tenia un año, no lo recuerdo. Desde entonces la señorita Perfecta se a ocupado de mí. Ella es mi institutriz, me enseña a comportarme como señorita, ella y yo vivimos en una hermosa casita pero mi padre se divorció de su esposa Sonia Balmaseda. Desde los cinco me mudé a su gran mansión a vivir con el y mi abuelito Fausto.

Lucas mi hermano quién tenía once años, pasaba algunos fin de semanas en la casa. El me odia, no me queria, siempre que podia me pegaba o tiraba de mis trensitas.

~Flashback~

-

Ariadna -se escucho la voz de mi papá.

Me levanté del piso con mi vestido rosa, y una hermosa muñeca, caminé hasta él.

-

Papi -lo abrazó.

-Mirá a quién te traje para que juegues -dijo este soltando la mano de Lucas -Los dejó para que jueguen, papi se irá a trabajar -dijo este yéndose.

Yo solo lo miró y camino a sentarme en el piso, dónde estaban mis juguetes. Segui jugando pero Lucas camina hasta mi y comienza a molestarme.

-

Eres adoptada, adoptada, fea y tonta
-canturrea esté. Eso me hizo llorar, las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos.

-¿Por qué lloras? -pregunto este divertido.

-¡Déjame! -dije llorando.

-Ya no llores -tiró de una de mis trensitas, eso me dolió.

-¡Sueltame! -chille.

-¿Qué es lo que pasa aquí? -La voz de la señorita Perfecta se escucha a lo lejos, Lucas se levanta rápidamente y se va a esconder.

~Fin del flashback ~

Cuando cumplí los seis años y empecé la primaria y Lucas la secundaria, dejamos de vernos. Nos veíamos muy poco pero no lo extrañaba, no me importaba. No verlo me hacía felíz porqué era muy malo.

Pero lo que no sabía, era que mi padre había decidido mandarme a España, a los nueve años a estudiar. En España se me hizo difícil acostumbrarme, en fin mi padre así lo había querido. Desde luego la señorita Perfecta, siguió a cargó de mí.