Tal como me temía Cole siguió y nunca paró, por más que yo le dijera que parara que me estaba lastimando.
Porque a él no le importa.
No le importa nada.
Y si lloro me cubre la boca o me golpea.
Pero lo peor de todo lo que está sucediendo es que ya ha pasado un año desde la primera vez.
Qué bueno que nadie ha notado nada porque no quiero vivir sabiendo que la señora Amalia me odia.
Y si mi padre se entera no estoy seguro de si seguiría con vida.
Pero cada vez me siento peor, incluso llegó un punto en el que pensé que podía llegar a acostumbrarme. Y el simple hecho de pensar en que se vuelva costumbre me hace estremecer pero es que en éste punto siento que estoy atrapado de por vida y no podré seguir adelante.
Ya ni siquiera quiero ir a la casa de los Chachki.
Es como si los buenos recuerdos que tenía allí se esfumaran con cada día que pasa y con el tiempo la casa ya no parece ser tan luminosa, para mí la casa ya se ve opaca y sombría. Incluso me parece más segura mi propia casa.
Es como si Cole estuviera arrebatando mis etapas. De repente olvidé todo lo bueno de mi infancia y ya la adolescencia no me emociona.
-Te noto extraño.- dice Hillary.
Al fin.
-¿Ocurre algo?- pregunta.
-No, nada. Estoy bien.- digo y sonrío.
La sonrisa falsa que he perfeccionado con el transcurso del tiempo.
-Siento que cada vez compartimos menos tiempo juntos.- dice. -Ahora Cole te roba de mi lado.-
-Creeme quisiera seguir a tu lado todo el día.- respondo.
Y ella se acerca y me abraza.
De esos abrazos que a diario siento que necesito.
-¿Sabes?- dice cuando se aleja de mí. -Hoy pasarás todo el día conmigo.- dice.
Y me alegro tanto.
-Ah, pero tu padre formará problemas.- dice.
-No me importa mi padre.- respondo.
A este punto ya ningún golpe me duele tanto.
-¿Seguro?- asiento. -Bien, entonces iremos de compras.-
Y eso hicimos.
Pasamos toda la tarde juntos, compramos vestidos para ella, no muchos, porque la señora Amalia le dió poco dinero, pero los que compramos están perfectos para ella.
-Este es mi favorito.- dice sacando de la bolsa un vestido violeta que le queda hasta las rodillas y le acentúa la cintura de una forma adorable.
Es perfecto para la época, sé que será una estrella en la escuela cuando lo use, en especial en éstos momentos cuando los muchachos están empezando a tener interés en ella y ella interés en los muchachos.
Al llegar a casa volvemos a subir a su habitación a descargar las bolsas, por la ventana de su habitación puedo ver a mi padre llegando a mi casa y aunque mi corazón se acelera por los nervios al pensar en cómo va a reaccionar cuando vea que no estoy, por alguna razón me importa muy poco.
Incluso prefiero que me golpee.
-Ven aquí.- dice Hillary tomándome de los hombros y guiándome hasta que estoy frente al espejo.
-Cierra los ojos.- dice
Y antes de cerrarlos decido mirar al reloj en su pared.
Las 5.48 p.m
Cole no tarda en llegar.
Y cierro los ojos mientras libero un suspiro de anticipación por lo que se avecina.
Siento como una barra se desliza lenta y sutilmente por mis labios y gracias al olor identifico de inmediato que es labial.
Hace mucho no lo uso y ya había olvidado lo bien que me siento cuando lo hago.
-No los abras.- dice terminando los bordes de mi boca con un lápiz.
Luego pasa a jugar con los párpados de mis ojos y sé que está aplicando sombra.
Y luego siento como apreta levemente mi cabeza para poner una malla sobre ella.
-Te va a encantar.- dice. -No abras los ojos todavía.-
Y siento que sigue jugando con mi cabeza unos cuántos minutos más.
Está poniéndome una peluca eso es seguro.
Pero ésta vez las cosas van un poco más allá.
-Quítate la camisa.- dice.
Y todo mi cuerpo tiembla sin que yo se lo pida, mi corazón se acelera y en mi mente pasan los mil y un pensamientos que siempre tengo cuando Cole dice exactamente las mismas palabras.
-No quiero.- digo con la voz baja y la cabeza gacha.
Con mis hombros tensos como todos los días cuando Cole me toca y con mis labios apretados para no llorar, gritar o gemir.
-¿Por qué no?- la escucho. -Vamos, soy yo, tonto.- dice.
-Sé que te gustará.- agrega.
No, no me gustará, no me gusta y nunca me ha gustado. De hecho le tengo asco a mi propio cuerpo y ya no puedo tocarme a mí mismo porque no lo soporto.
Pero cuando siento sus suaves, finos y cálidos dedos contra la piel de mi abdomen vuelvo a la realidad.
Vuelvo a darme cuenta de que estoy hablando con Hillary y no con Cole, así que la dejo quitarme la camiseta.
Y con mi pecho descubierto y mis ojos cerrados siento como abrocha una pieza de ropa en mi espalda.
-Ábrelos.- dice.
Y cuando los abro me asombro.
Me veo como una mujer real.
Hasta tengo uno de los tres bras de Hillary en mi pecho como si tuviera senos de verdad.
-Aguarda aquí.- dice ella y corre al piso de abajo.
Cuando vuelve tiene papel higiénico en sus manos, lo separa en dos bolas y los guarda en el espacio entre el sostén y mi pecho.
Da tres pasos atrás, admirando su obra maestra y dice:
-Violeta.-
Yo la miro con cara de confundido.
-Te llamarás Violeta.- añade con sus manos en mis hombros mostrando su orgullo -Como mi color favorito.-
Y yo sonrío.
Porque me agrada Violeta.
A Violeta no la han tocado.
A Violeta no la tocarán a menos que ella quiera.
Porque Violeta Chachki es una súper heroína.
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Amigos, buenas noticias 😍: siento que poco a poco voy recuperando mi chispa de creatividad y mi chispa narrativa, También poco a poco voy saliendo de trabajos de la u así que alegremonos!
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PERFORMING ARTS.
Roman pour Adolescents~ART SERIES: libro 3.~ Jason solía ser una persona tímida y retraída. Siempre que intentaba hacer un amigo o relacionarse con las personas terminaba siendo víctima de rechazo o exclusión por su tan singular forma de pensar. Eso hasta que decidió art...