Todos entran a la casa excepto por mí.
Yo soy el único que se queda de pie bajo la lluvia en el medio de la calle viendo como las luces de la parte trasera del auto de Alan se alejan con cada segundo.
Y junto con él la única persona que me apoyaba, me entendía y me valoraba sin importar qué.
No sé si estoy en la posición adecuada para juzgarla pues nunca me he enamorado hasta el punto en el que alguien súbitamente decide hacer locuras por otra persona, pero definitivamente siento que puedo culparla un poco por haber roto mi corazón el día de mi cumpleaños.
Y mientras las gotas de lluvia más penetran mi cabello la idea de que se ha ido y me ha dejado más penetra en mi cabeza.
-Hey.- escucho a Jonatan pero no tengo la fuerza para voltear a verlo. -¿Vas a entrar o qué?- pero no puedo percibir sus palabras. -Te vas a resfriar, creo.-
Y luego siento la palma de su mano apretando suavemente mi hombro haciendo que despierte un poco.
-Ven adentro.-
Y luego solo siento cómo me guía hasta su casa sin percibir lo que está a mi alrededor hasta que de repente las luces de la sala principal destellan en mis ojos.
El panorama adentro es desolador.
La señora Amalia está sentada con su cabeza contra la mesa del comedor y con una taza de té en su mano; con el cabello sobre su cara en todas las direcciones debido a la lluvia, a la desesperación y al llanto y en el suelo puedo ver las perlas de su collar rodando de un lado a otro mientras la escucho sollozar bañada en la luz amarilla de los focos de la sala principal.
Cole está de pie frente a ella mordiéndose las uñas y mirando al suelo intentando pensar en una forma de quizás arreglar las cosas lo más que pueda.
-Iré a llamarla.- dice Cole y se va hasta el teléfono que está colgando en la pared a intentar llamar una y otra vez mientras Jonatan seca su cabello con una toalla sentado en el sofá sin expresión en su cara como si nada en absoluto hubiera pasado.
Cuando termina de secar su cabello saca un cigarrillo de debajo del sofá y lo enciende en frente de la señora Amalia haciendo que yo abra los ojos inmediatamente y le susurre que lo apague para que la señora Amalia no se entere.
-¿Crees que importa a éstas alturas?- responde.
-¿Crees que antes no lo había notado?- escucho a la señora Amalia responder a mis espaldas y me quedo frío, girando lentamente a verla.
Ahora está mirándonos con sus ojos rojos y cubriendo su boca con su mano.
-Yo me entero de todo.- dice. -Conozco tus vicios.- le dice a Jonatan.
-Y conozco tus perversiones.- dice mirándome.
Ni las gotas de lluvia que caen afuera de la casa son tan frías como la mirada que me dedica la señora Amalia.
Y siento como si mil agujas penetraran cada centímetro de mi piel mientras rápidamente busco palabras para responderle.
Pero no encuentro, y mi corazón se cae a la boca de mi estómago y de repente mis ojos están lagrimeando cuando la idea de que la señora Amalia sabe de Violet entra del todo en mi cabeza.
-Jaj.- Jonatan suelta una risa irónica mientras suelta, a la vez, el humo que contenía en sus pulmones. -Creeme, te falta mucho por conocer.- responde.
Y la señora Amalia gira su cabeza un poco en señal de confusión.
-No sabes nada de perversión.- responde Jonatan, dedicándole una rápida mirada a Cole en el teléfono, apagando su cigarrillo contra la mesa de la sala, dejando la mancha negra de ceniza en ella y saliendo por la puerta principal.
La señora Amalia y yo nos miramos por unos breves segundos.
Yo sin saber qué transmitirle y ella solo transmitiendo decepción con su mirada.
-Ve con él.- dice y se acerca al sofá donde Jonatan estaba hace unos momentos, levanta el sofá para sacar un cigarrillo justo como hizo Jonatan hace unos momentos y luego lo enciende sobre su boca tratando fallidamente de arreglar su cabello mientras le da una calada al cigarro y solloza por lo bajo.
Yo salgo por la puerta principal dejando agua en el camino con cada paso que doy.
Al salir, Jonatan está sentado en los escalones de la entrada con un nuevo cigarrillo en su boca, me mira, y vuelve a mirar el pasto seco del jardín sin decir nada.
Yo me siento junto a él con mis rodillas juntas y mis codos sobre ellas para dejar que mi cara descanse sobre mis manos y cubra el llanto que poco a poco está saliendo.
Y lloro.
Y lloro como nunca.
-Aquí no estarás a salvo jamás.- dice Jonatan, le da una calada a su cigarrillo y continúa. -Pero los problemas no se lloran, se enfrentan.- y me da unas palmadas en la espalda. -Es hora de que seas un hombre valiente.- dice -O una mujer valiente, como sea.-
-¿Puedo llorar al menos por hoy?- le respondo.
Jonatan ríe.
-Sólo por hoy, pero prométeme que nunca más.-
Y así fue.
Desde ese día nunca más lloré.
Al menos no en frente de él ni de nadie.
Con el tiempo entendí que Hillary sólo era una parte importante de mi camino, pero que el destino no quería que ella estuviera ahí hasta el final de mis días.
Sin embargo, desde que mi niña me dejó, todos los días son días oscuros y así intentara buscar amistad en otras personas yo sabía desde el inicio que nadie me iba a brindar una amistad como la de ella.
O eso creía.
Porque un día derrepente mientras acompañaba a Jonatan a un supermercado a comprar más cigarrillos conocí a alguien.
-Son 5 dólares.- le dijo a Jonatan mientras yo lo miraba fijamente deslumbrado con lo tersa que se veía su piel y con el asombroso color de sus ojos.
-Muchas gracias, aquí está el cambio.- le dijo de nuevo.
-Por cierto, lindo color.- ésta vez me habló a mí, apuntando al único dedo que tenía barniz de uñas. -Es un violeta sutil, me gusta.- dijo.
-Mi nombre es Sam, un gusto.-
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PERFORMING ARTS.
Novela Juvenil~ART SERIES: libro 3.~ Jason solía ser una persona tímida y retraída. Siempre que intentaba hacer un amigo o relacionarse con las personas terminaba siendo víctima de rechazo o exclusión por su tan singular forma de pensar. Eso hasta que decidió art...