𝐋𝐚 ú𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 - 𝐉𝐨𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐳𝐞𝐥𝐥𝐨

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¡Cuento de Ray  Bradbury !

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¡Cuento de Ray  Bradbury !

- ¿Qué harías si supieras que ésta es la última noche del mundo?- pregunta Joe con la mirada perdida en el suelo.

- ¿Qué que haría? ¿Lo dices enserio?- respondió la chica dirigiendo su vista hacia él.

- Si, en serio.

- No sé. No lo he pensado.

Joe se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo sus dos hijas jugaban sobre la alfombra con sus dos muñecas bajo la luz de las lámparas amarillas. En el aire de la tarde se apreciaba un suave y limpio olor a café tostado.

- Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.

- ¡No lo dirás en serio!- exclama la mujer.

Joe  asintió.

-¿Una guerra?

Joe sacudió la cabeza.

-¿La bomba atómica, o la bomba de hidrógeno?

-No.

-¿Una guerra bacteriológica?

-Nada de eso -dijo Joe, revolviendo suavemente el café- Sólo, digamos, un libro que se cierra.

-Me parece que no entiendo.

-No. Y yo tampoco, realmente. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, y sólo una cierta paz -miró a sus dos hijas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara- No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.

-¿Qué?

-Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: "¿Qué piensas, Stan?", y él me dijo: "Tuve un sueño anoche". Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.

-¿Era el mismo sueño?

-Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No concertamos nada. Nos pusimos a caminar, simplemente cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.

-¿Y todos habían soñado?

-Todos. El mismo sueño, exactamente.

-¿Crees que será cierto?

-Sí, nunca estuve más seguro.

-¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.

-Para nosotros, en cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya moviéndose alrededor del mundo, llegará el fin. Tardará veinticuatro horas.

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