3.- Francia y sus secretos.

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-Nunca te perdonaré que la hayamos dejado aquí.-Entré al coche, a punto de llorar otra vez.

-Hubiera muerto si la llevamos a Francia.-Y me harté.

-PERO QUÉ MIERDA HAY EN FRANCIA. ES QUE NO ENTIENDO QUÉ ES LO QUE HAY TRAS LA LLAVE Y LA IMPORTANCIA QUE TIENE.

Me miró sorprendido. Estábamos dentro del coche, en dirección al aeropuerto.

-Si lo supieras te hubieras tragado esas palabras.-Dijo sereno.

-Pues dímelo y me las tragaré.

-No puedo hacerlo.

-Ah, vale. Yo estoy en un coche en dirección a Francia y tal vez en dirección a mi muerte y no puedo saber ni la razón. Pues genial eh, me encanta la idea.

-No dejaré que te pase nada. Lo sabes.

-No Eric. Yo ya no sé nada, porque todo el mundo me miente, me tomaron por tonta al nacer o algo. No sé ni quién eres tú, ni quiénes son mis padres. He dejado a mi hermana pequeña con dos malditos desconocidos.

No dijo nada más, y supe que este sería nuestro último intercambio de palabras por algún tiempo.

Estábamos en el avión. Eric a mi lado, yo mirando por la ventana, esquivándole.

-Emily, si no fuera importante para los dos, no te hubiera traído.

-Claro.-Dije sin apartar la vista de la ventana.

Despegamos y me quedé dormida al instante.

-Y este es nuestro nuevo piso.-Estaba en París con Secharia, más enfadada que nunca.

-Sí, bueno. Lo que quieras.

-Por cierto, vamos a dormir en el mismo cuarto, en la misma cama.-Cómo no.

-Me lo esperaba viniendo de ti.-Cogió mi maleta y la llevó al dormitorio. Le seguí.

Era un cuarto grande, bastante grande como para dos personas, hasta tres, diría yo. Un baño, dos armarios, una cama gigante, un ropero, y unas cuatro estanterías.

-Ah, muy bonito eh. –Había un poco de eco, cosa que nos hizo sonreír a los dos.

Abrí mi maleta y ¡sorpresa! El conjunto de lencería estaba ahí. ¿Cómo…?

-Fui yo. Por hacer la gracia.

Había dos armarios, así que por lógica uno para cada uno. No pensaba compartir armario con nadie, todavía.

-Em, puedes hablar eh.

-Sigo lo suficientemente enfadada como para dormir hoy en el sofá.

-Oh, venga ya.-Se acercó lentamente, con una sonrisa prepotente. Me cogió de la cintura, yo estaba de espaldas a él, cosa que me molestaba. No me miraba a los ojos-Pequeña… Te quiero.-Casi no me enteré, ya que iba susurrándome en el cuello.-Perdóname….

-Sí…-EMILY REACCIONA.-Es decir… Sí, no podemos estar peleados si vamos a compartir cama.

Nos abrazamos y terminamos de deshacer las maletas entre risas y piropos. Todo muy amoroso. Bajamos a hacer la cena, eso significaba que cenaríamos pizza. Se nos daba bien cocinar juntos.

-Ehm… Em, cielo.-Le miré-No hemos hecho la compra.-Y reí mucho.

Justo salió un anuncio de pizzas en la tele y apuntamos el número. Gracias a Dios que hice toda la ESO y el bachiller en francés, o sea en bilingüe. Pedimos dos pizzas y en media hora estaban aquí, pagamos y nos dispusimos a comer. Después estuvimos viendo La Voz France y le tuve que traducir todo el maldito programa a Secharia. Decidimos dormir a las dos de la mañana, los dos íbamos adormilados, y cogidos de la… íbamos cogidos de la mano, dios. Aunque no me importaba realmente. Me puse el pijama y me acosté en el lado que me pilló más cerca, después sentí un peso a mi lado y me giré para mirar a Eric, quien me besó la frente y me puso la cabeza en su pecho, donde caí dormida en menos de diez minutos.

-No other girl, all around the world, you’re sexy little fire you blazin’…

Abrí los ojos y escuché la ducha. Eric estaba duchándose y cantaba. Lo hacía realmente bien. Puse los pies en el suelo y me mareé. No había nada para desayunar así que tendría que salir a hacer la compra, supongo. Abrí mi armario y saqué unos jeans pescadores, de estos remangados a media pierna y una camiseta de manga corta roja con un bolsillo a un lado del pecho. Me disponía a subirme los pantalones cuando dos manos lo hicieron por mí, abrochando el botón y subiendo la cremallera también. Algo se movió dentro de mí. Aunque el repullo que di fue bastante gracioso. Me giré y Eric me miraba, en toalla, sujetándome por la cintura y con una brillante sonrisa.

-Estás preciosa.-Me besó la comisura de los labios, yo estaba paralizada.-¿A dónde vas?

-A… Esto… Iba a…Hacer la compra.-Entré al baño, dejé la puerta abierta para oír su respuesta, mientras cepillaba mi oscuro pelo.

-Oh, no te preocupes pequeña, ya he comprado yo. He salido a correr y a la vuelta he encontrado un supermercado.

-Secharia, no vuelvas a decirme pequeña-Salí del baño apuntándole con mi cepillo-Sólo eres un año mayor que yo.

-Año y medio.-Volvió a sonreír.-Y eso me da derecho a llamarte pequeña las veces que quiera. Además, me encanta cuando te enfadas.

Bajé la cabeza, sonrojada. ¿Qué le pasaba a este chico? No creo que esté bien mentalmente.

-Por cierto, ¿de qué conoces a los chicos estos con los que me secuestraste?-Sonrió de lado mirando a la ventana, desde la que se podía ver la Torre Eiffel.

-Coge tu móvil y busca ‘Midnight Red’ en google.

Hice lo que me pidió y no podía creer nada. ¿Cómo no había oído hablar de ellos nunca? Me hacía gracia que mis pensamientos sobre ellos aquel día del secuestro hubieran resultado ciertos.  Sonreí con ironía.

THE RED KEY (MIDNIGHT RED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora