4.- Hasta que me quede sin besos que darle.

168 11 0
                                    

-Y dado que eres famoso y que ‘’estás cañón’’.-Empecé diciendo, haciendo las comillas con mis dedos en el aire.-Tendrás alguna chica por ahí, ¿no? Tantas fans aclamándote termina volviendo loco eh.

-¿Piensas que estoy cañón? Wow.-Reímos.-En realidad no tengo nada con nadie, porque llevo mucho tiempo esperando a una chica.-Me miró intensamente y sólo supe huir al baño. No era yo, claro que no. Había miles mejores que yo, y quedarse conmigo nunca había sido una opción para él.

-¿Y es guapa?-Pregunté antes de empezar a lavarme los dientes.

-Ella, aunque no lo sabe, es preciosa de todas las maneras existentes.-Y ahí supe que claramente no era yo. Como ya dije antes, yo no era gran cosa.

-Lo más importante es que sea simpática, y no una chica de plástico que sólo quiera tu fama.-Me sequé los restos de agua en una pequeña toalla y fui a por mi rímel.

-Se enfada, se hace la dura, pero sé que es una chica asustada que oculta muchas cosas interiormente. Y lo mejor es que la quiero desde el día que la conocí, la quiero a ella, a su pasado, a su presente y a todas sus imperfecciones que la hacen perfecta.

-¿Qué pasa con su futuro?-Sonreí, mirando la ventana. Él se estaba vistiendo, no quería mirar. Sí, teníamos la confianza suficiente como para cambiarnos uno en frente del otro, pero no quería comérmelo con la mirada. No soy así.

-¿Su futuro?  espero que lo pase conmigo, hasta que me quede sin besos que darle.

Lo miré directamente a los ojos. Eso me había llegado al corazón, aún siendo consciente de que no hablaba de mí.

-Qué bonito.-Me senté en el poyete de la ventana, me abracé las piernas y me quedé pensando en cómo sería tener una vida de casada. Tal vez sería estresante, cansada, algo esclavizada, pero si tienes al lado a un hombre que te ama mucho y muy bien, todo eso quedaría reducido, ¿verdad? Y de repente me vino a la mente mi padre. Todos los días le traía una rosa a mamá, su flor favorita. Nosotras éramos sus princesas y él nuestro rey. Hasta que una de las princesas creció y desterró al rey de su trono.

Sacudí la cabeza, deseando lanzar esos pensamientos al pico más alto del mundo, donde jamás los volviera a ver.

-Emily, ¿estás bien?-Eric se agachó y puso las manos en filo del poyete de la ventana, ya vestido. Asentí y me levanté, dispuesta a salir a dar un paseo.-¿A dónde vas? Te he dicho que la compra la he hecho yo.

-Voy a… Necesito pensar.-Cogí una copia de la llave y salí de casa con mi móvil apagado en el bolsillo. Me aseguré de quitarle el chip que mi padre le ponía a todos los móviles que usábamos y me disponía a ir a una charca que recordaba, ya que había venido a Francia muchas veces, a tirar el chip, a tirar mi vida.

Anduve durante una media hora y llegué a un parque donde muchos niños jugaban, y me paré a escuchar a dos señoras hablando. Oh, me encanta el francés, aunque es difícil.

Me senté en un banco en frente de la charca, a recordar todo, siendo un tanto masoquista. Mi padre se atrevía a dejarnos solas durante días con guardaespaldas cuando éramos pequeñas. No le importamos. ¿Cómo estará Ari? Supongo que papá le habrá mentido de nuevo y yo ya estaré en orden de búsqueda. Eric tal vez será un fugitivo o algo así, y sus amigos también. Aunque sus amigos no me importaban en absoluto. Tiré el chip, después de darle algunas vueltas en mis dedos y llorar algo más. Aunque yo tenía claro que no iba a pasarme la vida llorando por esto, seguían doliendo tantas mentiras juntas venidas de mi padre, de mi antecesor. Y lo siento, siento haberme creido toda esa mierda. Pero, ¿y si Eric me había mentido también para conseguir la caja? Agh. Odio ser tan desconfiada a veces.

Volví a casa intentando no perderme, y lo conseguí. Abrí la puerta y automáticamente un olor a salsa de tomate se coló por mis fosas nasales. He de admitir que Eric siempre ha cocinado muy bien. Había puesto música, algo que no había escuchado nunca, y supongo que sería su grupo. Entré a la cocina y estaba haciendo pasta con tomate. Hoy se había levantado de buen humor, y yo seguía preguntándome lo que esconderá la llave, estaba ansiosa por verlo.

THE RED KEY (MIDNIGHT RED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora