26.- ¿Por fin?

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-¿Ese pringado es tu primo?-Eric parecía conocerlo, pensaba que sabía que Andy era de mi familia. Asentí con pesadez.

Esto era surrealista.

-No sé para qué me quería mi padre aquí si ya tiene a una de las mayores ratas de la familia. ¿No te avergüenza que ni si quiera pensara en ti para heredar toda esta cantidad de mierda y dinero sucio con el que llevas soñando desde los dieciséis? Eres penoso, Andy.

Mi primo enfureció ante aquellas duras palabras, se acercó a mí dispuesto a lo que sea, y Eric, sin dejarme actuar, se interpuso.

-No me digas, Secharia, que esta-me miró- fue la razón por la que nos dejaste tirados y por la que has dejado a tu hermanita ahí encerrada siete meses más.-Señaló con la pistola a la puerta.

Eric perdió toda su fuerza, sin saber qué responder. Decidí que él no tenía nada que ver entre mi primo y yo.

-Le vas a vacilar a tu puta madre.-Me acerqué y lo cogí del cuello. No era mucho más alto que yo, pero sí más fuerte.-O nos dejáis abrir la puerta e irnos, u os matamos uno por uno hasta llegar a mi padre. Tú decides.

-¿Por qué piensas que os vamos a dejar hacer todo eso? Sigues siendo una niñata ingenua.-Repetí lo mismo que hice con el otro hombre. A mi primo le disparé en la pierna, mirándolo a los ojos, diciéndole la basura que era.

-¿Voy a tener que ir uno por uno? ¿En serio?-Después de hacer cosas que no pensé hacer nunca, poco me importaba ya seguir.-¿Creéis que sabiendo que mi hermana, su hermana y su hija están ahí por culpa de mi padre, a quien desconozco ahora mismo y al que adoraba hace un año, me importan vuestras vidas? Yo ya no siento nada, me da igual seguir con esto, si habéis tenido los cojones de ir a por mi madre y matarla, venid a por mí.-Los 8 hombres se miraron extrañados.

-¿Tu madre?-El que me trajo hasta aquí habló.-¿Está muerta?

Escuchar eso y pensar que tenía que responderla afirmándolo, me hizo tambalear y comenzar a lloriquear.

-Sí.-Dije fría.

De repente, todos dejaron las armas en el suelo y levantaros las manos.

¿Qué coño...?

-Emily, ¿qué está pasando?-Jay me susurró sin moverse del sitio.

-Pensábamos que el Señor te había dicho eso para que no tuvieras más elección que quedarte aquí con Arianna, o eso nos había dicho él, pero ayer vimos un cuerpo en una sala y no nos quiso decir de quién era. Tu madre era la única que cuidaba de nuestras familias fuera y... la única razón por la que seguimos aquí.

Mi madre sabía todo esto y también nos lo había ocultado. ¿Por qué?

-Emily... Tu padre amenazó a tu madre cuando Eric se fue. Ella se enteró de todo cuando Secharia vino aquí. Supo todo lo de Leah y él le dijo que si intentaba algo, os mataría a las tres. A cambio de no decir nada, ella pidió a tu padre cuidar de vosotras alejándoos de todo esto y también lo hizo con nuestras familias, dándoles dinero, comida y todo lo que necesitaban.

Caí al suelo de rodillas, jurando por la sonrisa de mi madre y por esos ojos llenos de luz, que ese hombre acabaría entre las peores rejas existentes. Eric se lanzó a por mí. Respiraba fuerte, me repetía mil veces que él no sabía nada y a mí eso me importaba poco ahora mismo. Él me dio la llave y todos observaron atentos a nuestros actos. Me levantó del suelo y grité en su pecho. ¿Por qué todo este dolor?

Eric trató de calmarme durante un rato. Los chicos soltaron las pistolas y Jay se acercó a hablar con el hombre que me había contado todo aquello. Los chicos estaban realmente asombrados.

Me dirigió hacia la puerta y oímos cómo seguían golpeando y pidiendo ayuda. Metimos la llave y la giramos. La puerta se abrió y sólo vimos oscuridad, entre ella tres cuerpos escuálidos se lanzaron hacia la luz de la luna.

Eric entró corriendo en la pequeña habitación buscando a Leah, seguido de Jay, que también anhelaba abrazar a su hija. Yo, estaba parada en el marco de la puerta, mirando al frente pero sin ver nada, los chicos entraban corriendo y yo no era capaz de mover ni si quiera un dedo. ¿Qué me pasaba? Tal vez no sentía que la realidad en la que estaba significara que todo había acabado.

De repente Eric me miró y me volví a concentrar, él sabía lo que me estaba pasando, así que me cogió de la mano y me arrastró a la habitación, que ya estaba iluminada por una pequeña bombilla que colgaba del techo. Era literalmente un zulo para tres personas. Entré lentamente mientras Eric me acariciaba la mano. Me daba miedo el estado de mi hermana, estaba asustada. Leah y Marta estaban en estado de shock, sus movimientos eran lentos, pero reconocían a todo el que entraba y se dejaban mover por ellos, por lo cual las sacaron con calma mientras lloraban y tiritaban. Me alegraba de que estuvieran a salvo por fin, pero Ari...

La vi, tirada en el suelo, sentada de lado y mirando a la pared de su derecha. Seguramente habría perdido la noción de todo lo que la rodeaba, y yo estaba a punto de hacerlo si no veía signos reconocibles de mi hermana, que evidentemente, no parecía ella, tras meses y meses de secuestro.

Me agaché frente a ella, no me vio porque no era capaz ni de girar el cuello para mirarme, así que me senté con ella y empecé a llorar a su lado hasta que reconoció mi voz y mis caricias. La llamé, repetí su nombre con tranquilidad incontables veces para que no se asustara. Identifiqué rápidamente que se encontraba desnutrida, en estado de shock y totalmente despersonalizada. Eric, Jay y los chicos nos miraban, no nos entendían pero nos respetaban. De repente mi hermana sólo pudo mover la mano y agarrar la mía, lo cual me calmó. Eric me dio un beso en la cabeza, otro a Ari y se fue al coche con Leah.

Abrió la boca para respirar fuerte, pero no por alivio, sino porque no tenía aire ni fuerzas para hacer algo tan natural como inhalar y exhalar. Reaccioné de manera tan rápida que todos se asustaron, eso sí lo entendieron. Jay y Eric se habían ido con las chicas al coche con Marta y Leah, por lo cual, los demás chicos me ayudaron, sin dudar, a levantar a Ari para meterla en el coche y dirigirnos hacia el hospital.

Sinceramente, me estaba avergonzando de mí misma. Había sabido cómo actuar en cada una de las situaciones que se nos habían presentado hasta ahora, pero nunca había pensado cómo tendría que actuar ante mi hermana, que estaba tan afectada que ni si quiera sabía cómo se llamaba y que no podía moverse. No sabía qué versión de Ari me iba a encontrar, por decir algo en mi defensa. Ahora, esta niña, mi niña, era mi única responsabilidad, por lo cual no podía fallarle en ningún momento. Ahora le tocaba a ella recibir cuidados de manera incluso agobiante, pero jamás volvería a ser la misma después de esto, ni yo tampoco. Y las dos lo sabíamos.

THE RED KEY (MIDNIGHT RED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora