34. Cambios inesperados

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Me despierto con la tenue luz de otro día soleado. Por un momento me sorprende la rapidez con la que ya se ha hecho de día. ¿Tanto tiempo dormí de corrido?

Me quejo un poco y ruedo sobre un costado para retomar el sueño, pero de pronto recuerdo todo lo de la noche anterior y me levanto tan rápido que mi cabeza da vueltas por unos segundos.

Dean ya no está acostado a mi lado.

¿Dónde se metió?

Sonrío al notar que misteriosamente ya no tengo mis zapatillas puestas. Este hombre puede estar con resaca y todo, pero aún así no deja de ser considerado.

Al enderezarme un poco más, trato de agudizar mis sentidos y salir del estado de sueño en el que aún estoy. Pronto logro escuchar los sonidos de sonoras arcadas desde el baño afuera de la habitación.

Me levanto rápido de la cama y camino descalza por el pasillo hasta llegar a la puerta de donde provienen los sonidos. Golpeo un par de veces y espero alguna respuesta o señal de vida.

-¿Dean? -pregunto pegando un poco mi oído en la puerta y espero.

-¡Estoy bien! -me asegura desde adentro pero otra desgarradora arcada vuelve a sonar desde adentro y me hace fruncir el ceño. -Lo siento... -se queja al rato y no sé si reír o sentirme mal por él.

-¿Quieres que te prepare algo? ¿Un té de hierbas... o algún remedio milagroso para la resaca? -rasco mi cabeza.

-Un poco de jugo estaría bien... -responde claramente agotado por vomitar todo lo que bebió anoche. -Creo que aún tengo un poco en la nevera...

-Okey... tu sigue... en lo tuyo -hago una mueca y río mientras me dirijo a la cocina.

Busco el supuesto jugo por todos lados y nada. Solo hay tres latas de cerveza, cosas para cocinar y un pastelito a medio comer.

Trato de buscar en otra parte y por suerte encuentro un par de grandes naranjas en una frutera que jamás pensé tendría Dean Winchester. Bueno, de seguro mamá se la trajo de regalo en un vago intento para que él coma un poco más sano.

Buena idea Mel.

Busco un exprimidor manual que por suerte, otra vez, logro encontrar, y tarareo una canción mientras le preparo el remedio que al menos a mí me va de maravilla cuando las copas se me pasan y la resaca infernal viene al ataque.

Cuando termino, me volteo aún tarareando la canción "Señorita" y doy un salto cuando veo a Dean sentado en uno de los taburetes mirándome con una tierna sonrisa en los labios.

-Buenos días -sonrío nerviosa. De pronto, y sin razón aparente, me siento un tanto cohibida ante de su atenta mirada y su sonrisa escondida detrás de su pulgar.

-Buenos días, "señorita" -dice ronco y siento como prácticamente me derrito en su vago intento de pronunciar bien el español.

Joder.

Dean puede elevar mi libido al cielo con tan solo hablar y sonreír.

-¿Cómo te sientes? -intento mantener la compostura y me acerco para entregarle su vaso de jugo de naranja recién exprimido.

-Gracias -lo recibe. -Mucho mejor que hace un rato, creo -frunce el ceño y ambos reímos. -Siento haberte despertado con ese espectáculo, te juro que no soy así siempre -bromea imitando mis excusas baratas de cuando yo fui la ebria.

Río en voz baja mientras lo observo beber el jugo poco a poco. Me fascina todo de él. No entiendo cómo alguien puede ser tan ridículamente apuesto.

DADDY [Dean Winchester]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora