Capitulo 27

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Con la nota aún en sus manos, Bill temblaba sin poder evitarlo. Una cosa era creer que su madre habría muerto por causas ajenas a su voluntad, y otra tener en sus manos la prueba que indicaba todo lo contrario.

Su madre se había suicidado y él nunca quiso aceptarlo, quiso buscar una respuesta en algún lado, alguna pista que le indicara siempre le quiso y nunca jamás le dejaría solo, y menos siendo tan pequeño.

Pero no, su pesadilla se había hecho realidad en esos momentos cuando terminó de leer la nota donde su madre explicaba que ponía fin a su vida porque no encontraba sentido alguno, ni si quiera el amor de su hijo le había hecho cambiar de idea. Era como si en el fondo, no le importara nada...

Sentía que se ahogaba ahí sentado, metido en esa casa que mirara donde mirara podía ver la huella de su madre. Los muebles escogidos por ella y que su padre aún conservaba justo en el mismo sitio donde habían sido colocados, no se había tocado nada. Era como si la vida si hubiera parado justo en el instante en que Christine Trümper puso fin a la suya.

No podía seguir más tiempo en esa casa, ni su padre tampoco. Ambos tenían que seguir adelante con su vida y cuanto antes fuera vendida la casa, mejor para los dos.

Se puso en pie con la ayuda de Tom. Caminó dos pasos hacia su padre y le entregó la nota para que hiciera con ella lo que quisiera, él no podía seguir viendo la caligrafía de su madre sin sentir lo que estaba sintiendo en esos momentos: un odio intenso.

—Bill, ¿estás bien?—preguntó Tom muy preocupado por su estado.

Bill negó con la cabeza, siempre pensó que una vez supiera la verdad se sentiría en paz, pero era todo lo contrario.

— ¿Puedes llevarme a ver a la doctora Mitchell?—preguntó Bill en un susurro—Necesito hablar con ella.

—Claro, vamos—dijo Tom tomándole del codo.

—Os acompaño—intervino Jörg.

Tom asintió con la cabeza y salieron todos de la casa. Entraron en el coche y media hora después Bill hablaba con su psicóloga mientras que Tom y su padre esperaban en la salita de espera en silencio.

Era tarde, aún así la doctora Mitchell había tenido el detalle de recibirlos, más habiéndose perdido Bill su cita y al verlo llegar en ese estado supo que necesitaba su ayuda de inmediato.

—Seguro que piensas que hice mal en esconder la nota de mi mujer—dijo Jörg de repente.

Tom negó con la cabeza, no era fácil decidir si había actuado mal o bien, en esas circunstancia seguro que actuó pensando en lo que era mejor para su hijo, rezando para que fuera lo correcto.

—Lo hizo por el bien de Bill—dijo con firmeza Tom.

—El no lo ve así—murmuró Jörg suspirando—Me odia, y con razón.

—Bill era solo un niño cuando pasó todo, nadie habló en serio con él de lo pasado y se montó una historia en su cabeza que ha creido toda su vida—dijo Tom también suspirando—Ahora ya sabe la verdad y solo tiene que aceptarla.

—Fue una época muy complicada, tuve que encargarme de todo, del funeral, de sus pertenencias,... ¿sabes que fui el principal sospechoso de su muerte?—preguntó Jörg en voz baja.

Tom lo sabía, porque en esos casos siempre se sospecha del marido. Hasta que tuvieran la certeza absoluta de que fue un suicidio y no una muerte planeada, se buscaban sospechosos hasta bajo las piedras, siendo el marido de la víctima el primero de todos.

Por suerte para Jörg Trümper se demostró que era libre de toda sospecha, aunque eso no era ningún alivio en esos casos. Su mujer seguiría muerta...

Rookie BillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora