Capítulo XI: Scylla

664 23 0
                                    

-Alex? Qué ocurre? Por qué tienes esa cara?
-Michael, va-vámonos de aquí, ésto no me gusta...
-Pero, por q-q...
Gretchen apareció con una faca y la clavo en el cuello de Michael.
Él se deslizó por el piso hasta mis pies, dejó un enorme charco de sangre que se podría oler a leguas.
Yo estaba atónita, un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando presencie la cara de horror de Michael, su cuerpo dejando un último suspiro entre las sábanas de la cama donde hace unos pocos minutos dormíamos.
-Te dije que te encontraría perra...
Desperté bañada en sudor, solo tenía la sabana encima pero parecía que aún estaba en Panamá.
Después de salir de shock, gire hacia mi lado izquierdo y me encontré con Michael, durmiendo con una tranquilidad que me sanó el alma.
Suspire y me levante al baño, una ducha no caería mal después de tal paroniria.
Caminé delicadamente entre todas las cosas que habíamos tirado hace un par de horas.
Ese recuerdo me libro del horrible sueño.
Encendí la luz y llene la tina que había en el baño; esperé a que se llenara y me introduje sin hacer tanto ruido.
Combine varios jabones y sales de baño para hacerlo más placentero.
Me relaje lo más que mis temblorosas extremidades me permitieron, los ejercicios de respiración hicieron un buen trabajo.
Estaba a punto de quedarme dormida en la bañera cuando un guapo y semi-desnudo hombre entró en el baño provocando que me sobresaltara.
-Lo siento Alex, no quería espantarte.
Aún estaba adormilado, traía la sabana enredada en la cadera y poco a poco se iba deslizando hacia abajo.
-Estoy bien, tranquilo.
-Puedo?
Le hice un ademán con la mano para que se metiera en la bañera; me recorrí hacia adelante escondiendo mi espalda con la espuma para que no notara las marcas.
Una vez que se introdujo, se sentó y me recargue en su pecho mientras jugaba con nuestras manos en el agua.
-Por qué la ocultas de mi linda? -beso mi hombro-.
-No se de que hablas Mike.
-No puedes engañarme Alex, te conozco.
-Puedo engañar a todos aunque me conozcan. -defendí mi ego-. Pero no quiero hacerlo contigo.
Suspire y me incline hacia delante para que pudiera examinarla.
Con su tibio tacto recorrió todas las cicatrices, con un nudo en la garganta le conté el sueño que había tenido, solo dos lágrimas dolorosas y llenas de un indescriptible cólera salieron de mis ojos.
-Estoy bien, hermosa. Estoy contigo, y eso es todo lo que necesito para ser feliz y estar en paz. Hace unos días me encontré con Gretchen y por un segundo pensé en matarla pero, tu recuerdo me impulso a no hacerlo, a no acabar como lo haría cualquier cobarde, tu me impulsaste a ser mejor, y la deje irse. Dejé que el destino le de la paliza que merece.
Aun sollozaba en su pecho, él levantó mi mentón y me beso delicadamente, me dejó saborear todo el cariño que me había ofrecido hace ya mucho tiempo. Jugó con mi lengua durante un tiempo, mordía mi labio de vez en cuando para sacarme una sonrisa, tan ansiada por él.
-Dejame consentirte, dejame cuidarte, por favor.
Aún drogada por sus besos asentí con la cabeza y me sumise a él.
Sin parar de besarme, tomó mi mano derecha y entrelazo nuestros dedos. Mientras que con la izquierda, delineó mi cuerpo a su gusto, desde mis senos hasta mis caderas.
Pero hizo una pausa en mi feminidad; por reflejo, tense mi cuerpo al sentir sus dedos en los pliegues de mi zona íntima. El reconoció mi movimiento y me susurro:
-Relájate linda, solo disfrutalo. Olvida esa pesadilla.
Enseguida mordió mi lóbulo y tuve que soltar un gemido que se combino con una risa nerviosa.
-No uses mis trucos en mi contra.
Rió e introdujo poco a poco uno de sus largos dedos en mi intimidad.
Lo movió por todas las paredes, causandome un anhelo desenfrenado de que aquel momento no terminara jamás.
No tardó mucho en meter el segundo dedo, esta vez apreté nuestras manos aún entrelazadas, mis leves gemidos lo excitaron suficiente para seguir moviendo sus dedos, sacandolos y metiendolos, de izquierda a derecha o en círculos según su antojo.
-Vaya, te aprietas rápido. Eso es como un increíble superpoder. -su voz sonaba más ronca de lo normal-
-Uh, si eso creo, uh, no hables más que terminaré diciendo... Estupideces.
Soltó con un gruñido de placer que me fue imposible no morder mi labio.
Con un tercer dedo delineó mi zona íntima por fuera, para ambos fue la mejor desicion que pudo haber tomado.
Los gemidos se intensificaron una vez que él continuó con las embestidas. Mi clitoris estallaba de placer.
Era increíble como no había notado lo extensos que eran sus dedos hasta ese momento. Cada movimiento de ellos me dejaba una diferente y satisfactoria sensación, definitivamente estaba mojada de todas las maneras posibles.
Después de unos minutos más de placer retiró los dedos y me lleno de besos la cara.
-Podemos... Salir a tomar aire? -pregunté un poco atontada-.
-Son las tres de la mañana, enserio quieres salir?
-Si.
-Bueno, iré a vestirme para cumplir con tus raros fetiches.
Reí y le di espacio para que pudiera salir de la tina; cuando lo hizo me quede perpleja al verlo corito.
Recorrí todo su cuerpo con una mirada de deseo y amor; era oficial: tenía un Adonis contemporáneo.
Se envolvió en la toalla y me pasó una a mi.
En la habitación nos vestimos con ropa cómoda.
-Ya no lo usaras? -preguntó Michael mientras recogía la lencería erótica-.
-Depende de como te portes.
Se sonrojo y continuamos vistiendonos.
Estaba por terminar de abrocharme los tenis cuando una ola de disparos se hicieron presentes en la habitación.
Salimos de ahí lo más rápido posible y nos encontramos con Lincoln en el pasillo.
Gire mi cabeza para identificar al maníaco de la pistola, era un hombre negro, robusto y con un poco de pelo en la cabeza.
Corrimos un par de kilómetros, llegamos hasta un puente y paramos para relajar las piernas.
-Nota mental: Nunca corras después de tener sexo.
Lincoln rió y Michael se sonrojo.
-Lo llamarás? -dijo Lincoln después de recuperar el aliento-.
-A quien? -interrogue-.
-Tenemos otra opción? Quiero que esto acabe Linc, no quiero volver a perderlos.
Michael sacó su teléfono y tecleo un número. Habló por unos minutos y finalmente dijo: Estamos dentro.
Dentro de que?
No lo sabía.
Y al parecer no querían que lo supiera.
Pasamos el resto de la noche en un hotel, un misterioso auto negro nos llevó y en la manaña recibí las cosas que habíamos dejado en el anterior.
Linc y Michael salieron muy temprano, aproveche para arreglarme y comer algo.
-Tenemos que irnos linda.
-A donde?
-Me quitarán los tatuajes.
Condujimos hasta una clínica, estaba algo alejada pero eso era lo mejor en éstos momentos.
Michael se quito la playera y admire por última vez esas líneas ocultas y detalles que se escondían a simple vista.
Entró a una habitación, yo estuve en la sala de espera junto a Lincoln, paseandome de un lado al otro pues escuchaba los quejidos de Michael y me retorcía por dentro.
-El lo quiso sin anestesia.
Dijo para que me intentará calmar pero solo ansiaba que saliera y ver que todo había resultado bien.
En efecto, el disfruto el dolor del láser y su hermoso tronco quedó tan rojo como un camarón.
-Salimos a tiempo. -dijo mientra miraba su reloj-.
-Para qué? -pregunté extrañada-.
-Es una larga historia...
-Tengo mucho tiempo.
Me contó que "ayudariamos" a la CIA para encontrar una tarjeta llamada Scylla y yo no pude evitar reír de la broma que me había hecho, muy ingeniosa, pero por su rostro, supe que no era una broma.
-Ni loca volveré a trabajar para el gobierno. Y te daré tres razones:
Primero, la última vez que lo hice acabe en la cárcel.
Segunda, mi compañero quiso matar a mi novio.
Tercera, siempre, sin importar que hagas te traicionaran.
-Nos otorgarán inmunidad e indulto si encontramos esa tarjeta. Seremos libres. Solo serán unos meses, menos de un año, linda.
Me quede reflexionando en el carro, libertad, todo lo que quería era eso, estar en paz.
-Quienes estarán en el equipo?
-Linc, Sucre, Bellick, Mahone y yo.
-Quién es el recluta?
-Don Self.
Me mantuve callada durante el resto del camino, tenía que conocer primero a ese tal "Self" para dar mi veredicto final.
Llegamos a un aeropuerto, otros dos carros se estacionaron.
En uno iba Mahone y Bellick y en el otro Sucre y un pelirrojo demasiado blanco.
-Espero que no tengamos ninguna duda sobre el trabajo: si mueren luchando por el bien, serán sepultado con honor, si intentan escapar, los abandonaremos con los buitres. -decía el pelirrojo que no tarde en reconocer como el jefe-.
-Si, yo tengo una duda. Como saber que usted no nos traicionara. Vaya que tengo experiencia en traiciones.
-Alexandra Varay... Es un honor.
-Diría lo mismo pero los federales no me agradan.
-La entiendo. Hace poco conversé con su compañero Michael, me hizo la misma pregunta y yo responderé lo mismo: Estaré a su lado todo el tiempo, podrá revisar mi expediente, revisar mis bolsillos y mi cuarto si es que desea. Le doy mi palabra y le aseguro que vale mucho.
-Eso dijo Mahone. Pero, son más mis ganas de librarme de la policía. -suspire-. Estaré en su equipo.
Michael sonrió.
Subimos al avión y mientras saludé a todos mis conocidos.
-Podemos llamarnos "Bastardos"? -preguntó Sucre entusiasmado-.
-Si se une Brad Pitt y Michael Fassbender, tal vez.
-Es suficiente con un Michael, no queremos que nos robe a otra belleza. -dijo Bellick-.
Rieron y se acomodaron en los sillones de la avioneta.
Me dirigí hacia Mahone, que era el más alejado del grupo.
-Hola... Como ha estado todo?
-Mataron a mi hijo.
-Lo siento. Que paso? No estaba con Pam?
-Un hombre los amenazó y...
Su voz se quebró, decidí cortarlo ahí.
-Es duro cuando te quitan lo que amas, no? Te puedo dar un consejo y aunque es rudo, es lo mejor que puedo decirte: deja de llorar y enfócate en atrapar a ese infeliz. No lo mates, sería rápido, dejalo pudrirse en prisión.
-Siempre tan sabia Alex -imitó lo más parecido a una sonrisa-. Gracias.
Asentí y tome mi lugar junto a Michael.
-Por lo que escuché, ayer tuvieron apenas suficientes tiempo para ustedes.
Lincoln se asomó entre los asientos.
-Al parecer tu y Sofía también, el traje es lindo, me hubiera encantado ver tu cara cuando se lo viste.
Las choqué con Michael sin quitarle la vista a Linc.
Se sonrojo y lentamente se acomodó de nuevo en su lugar.
Sonreí victoriosa.
Me recargue en el hombro de Michael y cerré mis ojos, él recargo su acebza en la mía e imitó mi siesta. Despertamos justo a tiempo para descender del avión.
-Para la policía, ustedes están siendo llevados a una penitenciaria por separado, así que hay que mantener un bajo perfil y no llamar la atención con robos innecesarios, me refiero a ti Alexandra.
-Era un collar de perlas negras! Y lo robe cuando tenía quince.
-Como decía, tendré que monitorearlos todo el tiempo, tanto para saber que están a salvo como para saber que yo lo estoy.
-No estarías con nosotros todo el tiempo? -cuestione-.
-Hipotéticamente si, tengo trabajo en la CIA y deberes que cumplir. Pónganse estos rastreadores.
Señaló una maleta llena de ccolares para perro.
-No lo usaré. -gruño Link-.
-Claro que lo harás, si no hay confianza de un lado, no habrá del otro. Entiendes grandote?
Mahone fue el primero en agarrar uno, el pobre estaba más que desesperado, le siguió Sucre, Bellick y al final Mike, Lincoln y yo.
Subimos a una camioneta que nos llevó hasta una fábrica abandonada, ese sería nuestra nueva bati-guarida.
-Oh genial! Nuevos compañeros con los que lidiar.
Decía un joven asiático mientras entrábamos a la bodega.
-Disculpa tu eres...
Dije mientras aventaba mi bolso.
-Roland Glenn. Y como fui el primero en llegar, elegire mi oficina.
-Aun quieres dar un paseo? -susurró Michael-.
-Seguro.
-De acuerdo, esperame abajo, enseguida salgo.
Bese su mejilla y salí de la bodega.
Me senté en el borde del muelle y me concentre en el agua que se movía constantemente bajo mis pies, simepre en ondas y hacia un solo lado.
Un flashback de lo que viví con Gretchen sacudió mi cabeza, el sonido del látigo estampándose contra mi espalda retumbaba en mis oídos, tuve que levantarme y caminar por el embarcadero mientras llegaba Michael, apreté mis puños mientras para contener mis fuerzas de golpear todo lo que encontraba. Fracasé.
Empecé a patear unas cajas abondonadas en un rincón de la fábrica, no me bastó, tuve que agarrar un trozo de madera y golpearlas hasta que quedaron aplastadas completamente.
Aventé la tabla, mis manos estaban rojas de las palmas y me hormigueaban, pero mi estómago se había desecho de la furia de hace ocho meses.
Regresé a la construcción, el paseo ya no era necesario.
-Linda! Lo siento, estábamos investigando ésto y se me fue el tiempo.
Lo tomé del cuello y le di un embriagador beso, el mundo había desaparecido hasta que el asiático volvió a hablar.
-Si van a hacer eso cada vez que alguno salga entonces trabajaré arriba.
-Tu trabajo ahora es callarte y buscar al guardaespaldas.
-respondí Lincoln exasperado-.
-Y eso por qué fue? -preguntó después de separar nuestros labios-.
-Por esperarme.
Sonreí y acaricie con mi pulgar su mejilla, el me imitó y segundos después soltamos el agarre.
-Tengo los datos, será mejor que investiguen de una vez o el jefe se molestara.
Tomamos la hoja y subimos a una camioneta blindada.
Lincoln condujo hasta una bonita y muy, muy asegurada casa.
-Y Whistler? Escuche que trabajaban juntos... -pregunté a Mahone-.
-Lo asesinaron. -respondió fríamente-.
-Vaya karma. Y que tal ustedes? -me dirigí a Bellick y a Sucre-.
-Bueno, estuvimos juntos un buen tiempo en Sona, nos ayudamos mutuamente y lo obligué a dejar de ser un cretino. -dijo Fernando mientras señalaba a Brad-.
-Gracias por eso "amigo".
Sonreí y me dispuse a mirar por la ventana, a estudiar, más bien.
-Preciosa, dime que ves. -dijo Michael después de unos minutos-.
-Ricachon obsesionado con su seguridad, no creo que lleve la tarjeta con él, si no, para que tantos gorilas afuera de la casa?
-Comparto tu intuición Alex pero tenemos que intentar de todas formas posibles. -respondió Linc-.
Regresamos a la construcción, nos sentamos al rededor de una gran mesa y estuvimos discutiendo sobre qué podíamos hacer para conseguir Scylla. A nuestro nuevo amigo asiático se le ocurrió la brillante idea de contarnos un poco sobre su nuevo invento y la causa de su detención: un aparato que roba toda la información que esté a menos de tres metros.
-Ahora si les importo verdad?
-Ve al grano Roland.
-Hayen un modo de acercarse al sujeto con el aparato, yo haré la magia.
Asentimos y regresaron al lugar indicado. Yo me quedé junto a Roland para observar su "magia". Michael y Linc vigilarian mientras Sucre y Bellick creaban la distracción.
Tal y como lo esperaba la tarjeta no estaba con el sujeto.
De nuevo se organizó una mesa redonda donde acordamos lo siguiente:
Yo sería la encargada de esconder y recuperar el aparato de Gleen que colocaría en la bolsa de la ama de llaves. Ella haría el resto.
Todos se disolvieron y yo me quedé acomodando el desorden que ya tenían los hombres, me interesaron una hojas que tenían un fragmento de La Odisea.
No se puede contra ella, ninguna fuerza puede combatirla. Toda su utilidad ha volado.
-Hola. -dijo Michael mientras dejaba un plato de comida china en la mesa-. Qué estas leyendo?
-Un fragmento de La Odisea, de Homero. De cuando Odiseo quiere regresar a casa y Cirse le da dos opciones para cruzar: sacrificar a seis de sus hombres hacia Escila o ser tratados por Caribdis.
Reí por la ironía.
-Qué es divertido?
-Cuando estaba en Panamá, el único nombre que pude adoptar fue Penelope. Y ahora tratamos de conseguir a Escila/Scylla. Qué más falta? Tu esposa denudista rusa te mantendrá encerrado en Ogigia por siete años?
-Era checa y además, fue por un bien.
-Pero nunca te divorciaste.
Tomé mi comida china y dramáticamente subí al bote que teníamos en el fondo.
Me siguió y se sentó junto a mi, acarició mi cabeza mientras yo comía.
-Estas segura con lo de mañana?
-Si, puedo hacerlo.
.
Me posicione en la parada del autobus, con un horrible uniforme de maestra, un periódico y el aparato. Poco después llegó la ama de llaves.
Estaba intentado sacar algo se bolso así que sostuve su café mientras lo hacía pata romper el hielo.
-Es un lindo bolso, muy espacioso.
-Si, tiene muchas bolsas.
-Podría echar un vistazo?
Asintió y me lo mostró, deje caer el dispositivo ocultandolo con el periódico.
Me fui de ahí sin levantar sospechas.
Escuché que habían logrado robar toda la información, me deigi hacia la construcción y cuando llegué, sus caras de derrotados me lo dijeron todo.
-El dispositivo se quedó adentro, cierto?
Asintieron.
-Demonios Michael, tu crees que puedo sacar mi varita y construir otro pero no es así!
-El grave problema no es eso Gleen, es si lo descubren!
-Alguien debe entrar ahí, alguien que burlé seguridad y se muy sigiloso.
Todos voltearon a verme.
-Bien lo haré. Será divertido.
-Entonces revisemos los mapas. La sirvienta tardo menos de quince segundo en regresar a la puerta el aparato no está lejos.
La alarma se haciendo después de 1.2 segundos de algún altercado. Los guardias llegan al área en menos de 10 segundos con su calibre 47.
-Después de 30 segundos, la compañía de seguridad manda 3 o 4 vehículos para bloquear las salidas. -completó Mahone-.
-No lo se Alex, suena muy arriesgado.
-Confía en mi. Saldré ilesa. Ahora tengo que investigar mas sobre la estructura y posiciones.
Michael y yo nos desvelamos revisando cada mapa, cada ubicación y cada guardia que merodeaba por ahí.
Salimos al amanecer, Bellick, Sucre y Lincoln por un lado. Y Mahone, Micahel y yo por otro.
Baje del auto y salte la pared del pato trasero, caminé hasta el pórtico sin ser vista por los guardias y aguarde la señal de Linc.
La alarma comenzó a sonar, corrí hasta la puerta, cuando se desactivo la alarma la abrí con las ganzuas, busque el aparato, fácil, en una mesilla.
-Papá? Esta todo bien?
Un niño se aproximaba, salí por otra puerta diferente y me perdí en la vegetación.
Salte el muro y Michael ya me aguardaba con el carro.
Mostré victoriosa el celular maldito.
-Esa es mi chica.
Arranco y regresamos a la fábrica antes de que llegarán los oficiales.
Le di el dispositivo a Michael y salí a tomar un poco de aire fresco.
-Eso fue increíble Alex. -dijo Bellick mientras palmés a mi hombro-.
-Ya era momento de hacer una aparición, no?
Se fue con una sonrisa en el rostro.
-Tu y Brad ya son amigos. Quien lo diría?
-Cuando no tiene una porra deja de ser un cretino.
-Cómo estás linda?
-Adaptándome. Puedo con ello.
-Sabía que dirías eso. Eres como yo, piensas que puedes llevarlo tu sola. Así que solo te diré algo: Estoy aquí. Si en algún momento quieres hablar o no te sientes cómoda y quieres salir solo dime. Pase lo que pase estaré contigo, no te perderé otra vez.
-Lo único que me dio alas para despertar fuiste tu Michael. Tu y ese delicioso burrito que sin me debes.
Soltó una ligera carcajada.
-Cenaremos todos los burritos que quieras.
-Y también quiero que te divorcies.
-Por ti, lo que sea. Dossvidenia Nika.
-Aprendes bien.
Tomo mis manos y las besó.
-Malas noticias, tenemos pero no tenemos Scylla. -dijo Glenn-.
-Qué?
-Como decirlo... Si Scylla fuera una pizza, solo tendríamos una rebanada.
-Como en la carta de tu papá. Escila es un mostró de seis cabezas y require...
-Un sacrificio para cada cabeza.


Prófugos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora