Capítulo 30

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Un día después. Todos vestíamos de negro, para despedir a los señores Sulkin. Había optado por un vestido totalmente negro. Era uno ajustado que llegaba hasta la rodilla. Me puse unos tacones negros y alacié mi cabello.

Me mire en el espejo. Este día era triste y oscuro. El día estaba nublado. El sol no había salido como de costumbre y amenazaba con comenzar una muy fuerte lluvia. Tome mi abrigo del mismo color que mi vestido y salí de la habitación de huéspedes.

En el living estaban Cristóbal, Gregg y Johanna. Esperando por mí. Los tres tenían la vista fija en la chimenea. Pensando en la tragedia que había pasado, supongo.

― Podemos irnos ― llame. Los tres se dieron cuenta de mi presencia y asintieron.

Dorothea salió de la cocina igual vestida de negro. Pero no tenía el “uniforme” que usaba todos los días, ahora tenía un vestido muy bonito y negro que le quedaba de maravilla. Era perfecto para la ocasión.

Salieron todos, yo salí detrás de Dorothea y detrás de mí Gregg.

Nos subimos a diferentes autos. Gregg se subió al de su madre que era una gran camioneta Ford Lincoln MKX. Era de un color blanco como la nieve y muy bien cuidada por dentro y por fuera. Dorothea se fue con Cristóbal y Johanna.

Mientras tanto yo iba sola con Gregg. Los dos hundidos en un terrible silencio. Entendía que Gregg no quería hablar conmigo, ni con nadie. Y claramente lo entendía. Entendía que quisiera estar solo, no ver a nadie y no hablar con nadie. Estar solo, sollozando en su habitación. Eso es lo que haría yo.

Pero sin embargo, él estaba haciendo un esfuerzo, uno muy grande. Para ir a despedir para siempre a sus padres. Ahora, sus nietos, de parte de Gregg jamás lo conocerán. Y eso era algo que entusiasmaba demasiado a Gregg. Que sus hijos conocieran a sus padres, pero ahora eso ya no se podía.

Puso en auto en marcha y partimos a la misa.

La iglesia no estaba tan lejos de la casa de los Sulkin. De hecho estaba más cerca de lo que yo pensé. Bajamos a un en silencio. Gregg llevaba unos lentes de sol ocultando sus ojos rojos e hinchados. Había estado llorando todo lo que resto del día. No había dejado de llorar por el inmenso dolor que sentía. El inmenso vacío que iba a sentir a partir de ahora.

Si así es como yo lo quería dejar. No era él momento ni para hablar, ni para pensar sobre aquel tema.

Entramos a la hermosa iglesia que estaba remodelada con cosas muy modernas. Al entrar estaba una inmensa cruz y debajo había dos ataúdes a la derecha había una foto del Señor Sulkin, y a la derecha una foto de la señora Sulkin. Sonrientes como era costumbre de ellos.

Sonreí con nostalgia. De verdad los echaría de menos. Me abrieron las puertas cuando nadie más lo hizo, por eso y por más estaba agradecida con ellos. Y por eso mismo, no podía jugar con los sentimientos de su hijo. No podía estar con él, sabiendo muy bien que no lo amaba.

Fuimos hasta adelante y nos sentamos. Iba del brazo de Gregg, el solo miraba un punto perdido. Pensando, recordando tal vez todo lo que había vivido con sus padres. Era duro perder a alguien, es duro. Lo sé. Siempre lo sería.

― Hermanos, estamos aquí reunidos, para despedir a estos dos seres humanos de excelente corazón ― comenzó hablar el padre.

Everything Has Changed |Harry Styles| - EDITANDO -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora