Capítulo 32

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{Narra Scarlett}
Al terminar la misa, todos nos fuimos a nuestros respectivos hogares. Joanna, Cristóbal, Gregg y yo regresamos a la casa de los Sulkin. Nadie decía nada de lo sucedido...
Era puro silencio que a mí me incomodaba.
Gregg seguía muy afectado.
Claro que está afectado se acaban de enterar que sus padres están muertos y los acaban de enterrar! Grito una vocecilla en mi cabeza. Era verdad, ahora extrañiaba al Gregg que reía a
cada rato él chico al cual era amante de la vida.
Le gustaba divertirse, le gustaba amar a las personas.
Posé una mano en su rodilla. Estábamos en el living, los cuatros. Cristóbal estaba en la ventana de la casa mirando hacia el extenso jardin junto a Johanna. Ambos sumidos en sus pensamientos. Ambos tristes, mientras tanto Gregg miraba el piso, sentado en el sillón dónde su padre siempre estaba sentado. Quieres algo de tomar? Un té?- le pregunté.
Levanto su mirada y me sonrió. O eso intento.
Esa sonrisa no era sincera, sabía que él no estaba feliz. Estaba destruido, roto por dentro.
Y ahora, después de que paso todo trataba de ser fuerte y seguir con su vida. No podía estar triste para siempre.
-Por favor.
Asentí sonriendo y me pare del sillón alado de él. Y fui hasta la cocina. Le iba hacer un té que lo ayudara a calmarse, mi madre me dio la
receta hace algunos años cuando estaba a punto de dar a luz a Ally.
Siempre estaba nerviosa y nada tranquila
Esperando a que Ally por fin naciera, tomaba de ese té casi todo el día solamente para tranquilizarme. Cuando termine de hacer el té se lo lleve.
Gregg miraba en su móvil algunas fotos. Cuando me acerque lo suficiente vi que eran fotos en las cuales estaba con sus padres. El era tan apegado a ellos, era el más chico, vivía con ellos, Ios veía y hablaba a Diario. Un día verlos, despedirlo y que le sonrían sin saber que será la última vez, era duro. Era duro no saber cuándo morirías, que la muerte no te diera ni tiempo para despedirte de tus seres queridos, el solo llegaba a proclamar lo que era de él y se iba. Sin más ni más.
-Gregg-lo llame.
Despego la mirada de su móvil y me miro con los ojos llenos de lågrimas y se comenzaban a enrojecer ya hinchar. Scarlett se sentía mal por él.
De verdad le ponía muy triste verlo en ese estado. Ahora, él no tenía a nadie solamente a su hermano.
-No llores. Por favor. Sé que es duro, pero tienes que seguir con tů vida. Tus padre no te quisieran ver en ese estado, no te quisieran ver tan triste...y deprimido por culpa de ellos.
Siempre, ellos siempre van a estar aquí señalé su corazón con mi dedo, sin dejar de mirarlo. El sonrió, esta vez sonrió de verdad -. Sé que es difícil, entiendo que ahora te duela. ¿ A quién no le dolería? Pero tú, tienes que seguir amando a la vida y agradecerle a todo el que te ponga en tú camino. Agradecerle por la gran aventura que te dio. Dios sabe por qué hace las cosas, tal vez no quería que tus padres sufrieran en el futuro ... – me arrodille y puse mi mano sobre la suya-Ellos están muy orgullosos de ti. Ellos siempre te amaran, estén donde estén.
Sentí como algo recorría mis mejillas, hasta ahora me di cuenta de que estaba llorando. Mis mismas palabras me habían llegado. Gregg se paró de su asiento y me abrazo. Hundiendo su cara en mi cuello.
Sentía como un enorme nudo se me formaba en la garganta. Correspondí su abrazo, lo quería, pero ahora estaba muy segura que era un amor de hermanos. Lo apreciaba y lo quería, como un hermano. No como una pareja para toda la vida. Esa era la diferencia entre él y Harry. A Harry de verdad lo amaba, lo amaba como pareja, padre de mis hijos, mejor amigo.
A él lo quería de todo, porque estaba
perdidamente enamorada de él. Muy, pero muy locamente enamorada de él.
-Gracias, muchas gracias por todo,
De verdad. Te amo, te amo mucho.-musito a un teniendo su cara pegada a mi cuello. Ese nudo en mi garganta se hacía más grande impidiéndome hablar.
Solamente asentí, sin decir nada y lo abrace más fuerte. Quisiera poder amarte como a una pareja, amarte para toda la vida, pero eso simplemente no se puede.

Al día siguiente, Gregg y estaba un poco más calmado. De vez en cuando, se quedaba pensativo. Cualquier cosa se les recordaba a sus padres. Cualquier cosa, cualquier palabra, cualquier aparto, cualquier cosa, le hacía recordar a los señores Sulkin.
-¿ Quieres salir a despejar tú mente? ¿ Una vuelta por él mal con Cristóbal y Johanna? ¿ Te apetece? – le pregunté.
El me miraba sonriente mientras estábamos en el jardín en un picnic. Recordando cosas del pasado. Trataba de hacerlo reír, alguna veces lo lograba, pero otras lo hacía llorar recordando cosas que no debía. Él tenía una musculosa tipo polo blanco, y unas lindas bermudas color caqui. Estaba descalzo, tenía sus unos
converse blancos a un lado de él por si quería caminar o salir y unos lentes de sol de marca.
Eran alrededor de las cuatro de la tarde, el sol no estaba tan fuerte como otros días. El sol de hoy era cálido y abrigador. Decidí hacer un picnic, trataba con todas las cosas que se me ocurrieran hacerlo sacar de sus pensamientos.
No quería que siguiera triste. Tenía que darle tiempo para que asimilara la muerte de sus padres. Quizás el pensaba que ya estaban muertos pero simplemente no lo quería aceptar. No quería aceptar que sus padres lo habían dejado. Cuando vio los cuerpos el volvió a la realidad. Sus padres si murieron, por desgracia.
El miro a unos pájaros pasar por encima de nosotros. Tenía una expresión sumamente sería. El Gregg sonrisas no estaba más. Por ahora.
-Vamos. Será divertido.-musite Nosotros cuatro ¿ No quieres ver una película? ¿ Ir a comprar un poco de ropa? – rogaba para que me dijera sí. Yo también me aburría de estar
todo el día ahí.
-¿Eso quieres tú?
Yo asentí. Él sonrió solo un poco.
-Les llamare a los chicos para vernos en el Mall.-dijo poniéndose de pie.
Lo imite y comencé a dar saltitos inocentes.
Quería hacerlo reír como antes. Si tenía que parecer una payasa totalmente, lo haría por un amigo.
Gregg se alejó de mí marcando el número de Cristóbal. Mientras miraba como el sol se comenzaba a ocultar. ¿Qué estarán haciendo Harry y Ally? ¿ Dónde estarán? Sin duda los
echaba de menos, pero no creía regresar pronto a Londres. Tenía que dejar todo claro aquí. Quería llamarlo, pero la inseguridad me atacaba. De seguro me odia en estos momentos. Tenía derecho, el quizás estaba
pensando que me revolcaba con Gregg día y noche sin saber cuál era el motivo por el que estaba en New York. O eso pienso yo. -me llamo Gregg sacándome de mis
pensamientos. Me volví y le sonreí-. No podemos salir por ahora. El abogado viene en camino a casa, viene a leernos el testamento de mis padres.
¿ Había testamento? ¡ Claro! De seguro solo le había dejado todo lo que tenían a sus hijos. La mitad a cada quien. Así no habría peleas, a un que no creía que ellos, unos hermanos que no se peleaban por nada fueran capaces de dejarse de hablar por cuestión de dinero.
-No te preocupes. Eso es más importante que ir al Mall.
-No, Scarlett. Cuando esto acabe si a un quieres ir podemos hacerlo.
– Gregg, es solo por si tú quieres ir. Si no quieres podemos estar aquí viendo películas.
El negó con la cabeza.
– Estoy bien mi amor. – me sonrío Gregg.
Sentí una apuñalada en el corazón. Odiaba tanto mentirles a las personas. Pero a veces una mentira no hacía tanto dolor como la verdad. ¿Cuándo le diría a Gregg que no lo amo? ¿Cuándo le diría que a quien amo es a Harry? ¿Cuándo? Simplemente no tenía las agallas para decirle lo que de verdad siento. Herirlo, no quería  herirlo. Él no se lo merecía y con todo esto que está pasando ... No podía.
El Portón principal de abrió. Dejando que una camioneta negra entrara. Era una Jeep Negra muy bonita. Se acercó hasta dónde estábamos nosotros y aparco el Jeep ahí. Gregg rápidamente se acercó y del Jeep salió un flamante hombre Rubio con un elegante traje color negro y una corbata rosa pálida y en su mano izquierda portaba un portafolio de cuero negro.
Al vernos sonrió con sorna. Se acercó hasta nosotros y con una sonrisa de comerciante. De seguro, ese era el abogado. No pasaba de los treinta. Era muy joven y muy guapo. Y al parecer muy exitoso. Su Jeep era de las más caras.
-¿ Gregg Sulkin? – sonrió.
Gregg asintió extendiendo la mano.
-Soy el abogado Brian Grey.-el abogado estrujo la mano de Gregg contra la suya en forma de saludo.
Es un gusto conocerlo-dijo educada menteGregg.
El gusto es mío. – El abogado Grey poso su mirada en mí. — ¿ Usted es ...?
Black.
-Mí prometida-dijo Gregg terminando de hablar por mí. Grey lo miro y asintió.
-Es un gusto señorita Black. ¿ Entramos?-le preguntó a Gregg. Este solo asintió.
Tomo mi mano y comenzó a jalar de mí.
Caminamos hasta el living de la casa y Cristóbal y Johanna platicaban a gusto. Al vernos sonrieron, pero al ver al abogado detrás de nosotros sus miradas se retorcieron.
-Buenos tardes señor Grey. Es un gusto volver a verlo. Cristóbal le extendió la mano y el abogado la estrujo al igual que a Gregg.
- Lo mismo digo señor Sulkin. Están listos?
- Claro, vayamos al despacho. Gregg - lo llamó.
El asintió y camino hasta Cristóbal, pero el que no movió ni un pelo fue Grey.
- Lo siento, pero creo que las señoritas deben acompañarnos.- musito el abogado.
Todos nos miramos entre nosotros. Johanna y yo?
-¿Por qué? - pregunte.
Él me sonrió
-Ustedes también están en el testamento de los Señores Sulkin.


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