Capítulo 20: Pesadilla en el paraíso.

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Estoy viajando mejor que en cualquier avión de primera clase. Estoy en su Jet privado a 7 mil pies de altura, desayunando gourmet, tomando champaña sin restricciones de edad y con una almohadilla en mi cuello mientras me relajo admirando las rocosas, montañosas, húmedas y nublada vista bajo mis pies por la ventana. Liam está tomando una ducha caliente en el diminuto pero extrañamente acogedor baño. Una idea atrevida me invade la mente y decido llevarla en acción. Con sigilo abro la puerta del baño y entró en modo puma sin que me escuche. Me desvisto con agilidad tratando de no hacer ningún ruido. Ni siquiera espero 30 minutos después de comer para hacer digestión, siento los ojos de mi sobreprotectora madre mirándome con decepción en mi mente. Me concentro en mi cometido. Retraigo un poco la cortina y así puedo admirarlo. El agua le recorre todo el cuerpo. Puedo ver como las gotas se resbalan desde su cuello hasta su columna y recorren a medias su trasero para caer al piso. Me encanta. Sus glúteos firmes, su espalda perfectamente esculpida por dioses de la Grecia mitológica, su cabello mojado y su piel cubierta en colorida tinta, oh Dios, se ve tan ardiente. Retraigo un poco más la cortina y me abalanzo sobre el abrazándolo por la espalda. Se ríe silenciosamente y pone sus manos sobre las mis. Se da la vuelta y me mira con ojos candentes que arden en deseo.

— Vaya, Vaya. Tanto te he pervertido que hasta intentas violarme entrando en mi baño sin mi permiso — me dice, mientras acaricia mi mejilla con su pulgar y con la otra mano sostiene mi espalda baja.

— Me siento todo un criminal — le digo, con mi delatadora actitud.

Por Dios, ya cógeme, aquí y ahora.

— Sí que eres todo un criminal. ¿Que procede ahora?

— Creo que debería recibir un castigo, señor.

Desde un primer momento se da cuenta de mis indecorosas insinuaciones. Me empuja contra su cuerpo y empieza a besarme fervientemente mientras el agua cayendo intenta colarse en nuestras bocas y me nubla la visión.

Toma mi cabeza y la arrastra hacia abajo. Me sumo a una apasionada felación mientras escucho como intenta sofocar algunos gemidos y suspira pegando los dientes. Con sus manos pega mi cabeza contra su pelvis con brusquedad y a pocas intentó con atragantarme.

Finalizo con mi oral pasatiempo y el agua de la regadera limpian los fluidos que hayan quedado esparcidos sobre mi cuerpo. Subo nuevamente buscando su boca y vuelve a besarme a un ritmo más suave y dulce.

Salimos de la húmeda y placentera ducha y nos sentamos a ver un maratón de ''Bates Motel'', sin duda mi serie favorita. Después de 5 horas y 55 minutos de vuelo, llegamos. Un Auto nos recoge desde el aeropuerto y nos lleva directo al hotel que queda a una hora. Lo primero que veo al llegar, es el hermoso mar cristalino en la playa y las magníficas y enormes formaciones rocosas a la orilla de la costa. Simplemente es un paraíso incomparable. Subimos a la habitación y no hemos ni abierto la puerta cuando me tira contra ella y me besa bruscamente.

— Que fue eso?

— Una previa a tu regalo de cumpleaños.

— Necesito una previa más larga. — le digo, con una mirada pícara.

— Tranquilo vaquero, solo quedan 12 horas para eso.

Me sonríe mientras sus ojos se iluminan.

Desempacamos y bajamos hacia la playa. La arena caliente por el ardiente sol me quema la planta de los pies, pero no me importa ese pequeño daño menor pues la vista y la experiencia es incomparable. Entre margaritas y frutas exóticas todo me parece espectacular.

El atardecer se asoma y nos quedamos en nuestras sillas playeras para admirar el crespúsculo que se asienta frente a nosotros.

— Esto es lindo — dice mientras sus ojos se desvían hacia el sol metiéndose y las olas del mar cortándose en la costa.

— Nunca había visto algo igual.

— Sabes, Tyler, hace un par de meses cuando llegaste pensé que seriamos de esos vecinos que se saludan ocasionalmente, que se topan por el pasillo un par de veces a la semana y que solamente mantienen una conversación cuando están en el mismo elevador.

— Y ahora qué piensas de mí?

— Ahora la idea está muy alejada de la realidad. — me toma de la mano. Ay Dios. Palidezco. — Pero me agrada que sea así.

Mi corazón salta tal cual estuviera en un trampolín. Sus dulces y tiernas palabras son alimento para mis oídos. Volteo a ver a los lados y todo me parece irreal pero al mismo tiempo, jamás me había sentido tan real, tan yo, tan libre, tan querido, tan consentido. Respiro hondo el limpio y húmedo aire. Un momento de paz mental que deseo que se vuelva infinito.

— Yo tampoco pensé que me enrollaría con mi vecino empresario y que viste converse negros con traje de oficina pero míranos aquí. — le digo. Se tira una carcajada.

Entramos y tonteamos por el pasillo directo a la suite, cuando de repente escuchamos una voz ronca y algo grave atravesando nuestros tímpanos. Nos damos la vuelta y vemos al atractivo chico rubio y de ojos claros. Madre Mia! No puedes ser. ¿Por qué a mí?, ¿Por qué hoy? Y ¿Por qué aquí?. El novio toxico nos hace la visita. Daniel nos mira fijamente como analizando nuestra expresión al verlo.

— Liam, que sorpresa — le dice, mientras yo lo miro con desprecio fulminante.

— Daniel ¿Qué haces aquí?

Es obvio que hace aquí. Mis celos se activaron y están en modo acción. Seguramente se dio cuenta de que estábamos aquí y como no, si hemos subido como 15 fotos a Instagram. Maldito casa fortunas!. Tenso la mandíbula en señal de mi disgusto.

— Estoy aquí porque mis padres querían pasar un fin de semana de vacaciones y hace un par de días estábamos en baja california para la boda de una prima y decidimos venir de paso. — responde, con su estúpida sonrisa amigable. No le creo nada!. Me mira intentando familiarizar mi rostro.

— Tu eres Tyler, ¿Verdad? Recuerdo que no encontramos en el apartamento de Liam. — sonríe. — Soy Daniel, por si no me recuerdas — me extiende la mano para saludarle.

Sé quién eres, eres el ex novio toxico que tanto le hizo daño a Liam. Volteo los ojos mentalmente. Estrecho su mano intentando ser cortéz.

— Sí, soy Tyler, hola. — Me siento hipócrita pero no arruinaré mis vacaciones de pre-cumpleaños por una rencilla en la que no tendría voz ni voto.

— Liam, tengo la noche libre, porque no vienes a la disco esta noche. La podremos pasar bien. — Desvela una mirada atrevida. Frunzo el ceño, ¿Acaso no se da cuenta de que estoy justo aquí?

— Lo siento, Daniel, pero estas son las vacaciones de Tyler y no sería justo dejarlo solo. — Me rodea con el brazo.

— De acuerdo. Si cambias de opinión, estaré en el Club Smash777. Tyler, te invitaría pero se nota que eres menor de 21 y no te dejarían entrar.

Puedo percibir su disimulada pero burlona actitud. Hijo de put.........

— Gracias, pero a como dijo Liam, preferimos estar aquí. No te preocupes por él, la pasaremos Muy, MUY, MUY!!! Bien. — respondo con una sonrisa cínica. Me siento todo un temerario. 

— Seguro que si — responde, con una mirada hostil. — Se lo que se siente. Yo también pasé muchas noches espectaculares con Liam — sonríe con perversidad.

Pensar en la idea me enoja aun más. Solo me los imagino tumbados en una cama mientras Liam lo acaricia con esas suaves y manos y lo besa con esos tiernos y rosados labios que ahora probaron el sabor de mi piel en toda su plenitud.

— Que tenga buena noche — dice Daniel, alejándose mientras mi mirada fulminante sigue puesta en el.

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