Capítulo 45: El calor del paraíso

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Después de una larga jornada de viaje y de un par de aventuras eróticas en el baño del jet privado de Liam, me acerco a la ventanilla y admiro el hermoso e impresionante paraíso tropical de las Islas Canarias, un archipiélago español frente a la costa noroeste de África, rodeado de palmeras, arena blanca y caliente y por supuesto el impresionante océano atlántico pintado en tonos azulados y turquesas. Suspiro y me quedo casi pasmado ante la belleza paradisíaca que disfruto a la distancia.

— Uau, es increíble esto, Liam — Le digo, asombrado.

— Bueno.... — Ladea la cabeza — No está mal para un par de días.

De pronto me siento incomodo ante su comentario e inmediatamente me pongo a pensar todas las experiencias que ya había vivido antes de conocerme, viajando por el mundo, visitando continentes, hospedándose en los lugares más caros, en los hoteles más lujosos, yendo a las mejores fiestas, vacacionando en las playas más hermosas del planeta y no me sorprendería que ya haya ido a la luna. Todo esto aun es nuevo para mí, los Yates, los jets, destinos exóticos pues no hacemos este tipo de cosas en Texas.

Arribamos finalmente y hay un auto esperándonos para llevarnos directamente al hotel. Llegamos y me dedico a desempacar las pocas cosas que traje mientras que Liam se me adelanta y va a la piscina. Cuando bajo lo encuentro recostado sobre una silla playera, siendo besado por el candente sol, sin camisa, dejando ver todos sus tatuajes y echando en cara a todos su atractivo físico usando un sensual y apretado Slip azul que resalta notoriamente mi parte favorita de todo su cuerpo. Tomo un cóctel Mimosa de Naranja de la bandeja de uno de los meseros y me siento junto a Liam en otra silla. Inhala y exhala fuertemente y pone sus manos detrás de la cabeza viendo hacia el azulado cielo.

— Esto es el paraíso — Dije, con tono totalmente relajado.

— Concuerdo totalmente — Le digo.

Un mesero se acerca y le ofrece un cóctel a Liam y lo toma sin pensarlo dos veces. Los miro ceñudo y un poco amenazante.

— Espero que ese cóctel no represente un problema. — Aprieto los ojos y pongo cara seria para intimidarlo, lo que resulta en un intento fallido.

— Lo único que representa un problema aquí, es tu actitud, amor. — Me dice sonriendo retadoramente.

Sale de su silla y sin pena alguna, se monta en mí, con su enorme y pálido trasero sobre mi miembro lo cual resulta en una sensación fantásticamente inoportuna.

— Estos dos días, son para divertirnos, tu y yo — Se acerca y me planta un suave pero apasionado beso en los labios durante casi 20 segundos y luego baja lentamente por mi cuello hasta mi pecho y de vuelta dándome pequeños besitos.

— Liam, aquí no — Le digo, totalmente sonrojado de la vergüenza.

— ¿Por qué No? — Continua dando pequeños besitos por mi cuello — No—hacemos—nada—malo — Dice de forma entrecortada.

Cuando pone su espalda erguida y se acomoda un poco estando aun sobre mí, intenta pararse pero ya es demasiado tarde para mí, lo guiño del brazo y prácticamente lo obligo a sentarse sobre mi otra vez con la máxima vergüenza de que mi repentina y justificada erección quede exhibida frente a las más de 200 personas que hay alrededor de la piscina. Al guiñarle me mira confundido para luego usar sus instintos y moverse un poco por encima de mi traje de baño.

— Vaya, Vaya, veo que alguien está muy inspirado hoy y eso que no hace mucho lo hicimos en el avión.

Con toda la crueldad del mundo se dedica a mover su voluptuoso y firme trasero sobre mi haciendo más difícil e incómoda la situación mientras lo miro con ojos fulminantes y el nada mas ríe con perversidad y ojos ardientes. Se acerca a mi oído y me susurra muy suavemente mientras deja que su aliento caliente se sienta sobre mi oreja.

— A puesto a que te gustaría que estuviéramos en la habitación ahora — Me dice.

Deliberadamente desliza su mano por mi abdomen hasta entrar en mi traje de baño y deja que sus manos hagan maravillas que hacen que mi respiración se acelere y que me retuerza ligeramente en la silla pues la deliciosa sensación es más fuerte que yo. Tomo su barbilla con mi mano y lo miro fijamente a esos ojos verdes que tanto me encantan que arden en total y pura lujuria y con mi mirada casi casi le estoy pidiendo piedad para que se detenga o sino aquí sucederá un muy húmedo accidente. Nota mi ferviente desesperación y se detiene y se hace un poco más para atrás hasta quedar sentado en mis piernas mientras me tapa con su pecho sobre el mío.

— Tienes suerte de que hoy ande un poco.... Benevolente, pero tendremos que arreglar esta pequeña necesidad que tienes hoy cuando vallamos a la cama — Sonríe con cinismo.

Después de una excitante y peligrosa experiencia, caminamos sobre la arena caliente de la playa nos metimos al agua durante un rato mientras las olas golpeaban nuestra espalda y me aferraba fuertemente a su pecho para no ser arrastrado por la corriente.

Cuando finalmente llega la noche, nos unimos a una de las cientos de fiestas que hay en este lugar y nos acercamos a la barra para pedirle al mesero los Margaritas.

— ¿Tu comprándome Margaritas? — Me dice Liam, entrañado y arqueando una ceja — ¿Qué paso con tu regla de 0 alcohol para mí?

— Bueno... por esta ocasión haremos una excepción. — Le guiño el ojo.

Levanto un poco mi copa y le sonrió mientras disfruto de su encanto natural.

— Por ti, por que este será tu primer cumpleaños que pasaremos juntos.

— Por mi — Levanta su copa y brindamos.

Toma un ligero sorbo y pone la bebida sobre la barra para tomarme de ambas manos.

— Sabes...antes de que llegaras, Liz solía hacerme grandes fiestas, con muchas personas, mucha música, eran increíblemente locas y me encantaba, pero pasarla contigo, definitivamente es mucho mejor. — Me dice sonriente. — Te Amo.

— Y yo a ti.

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