Capítulo 23: Un cruel rival

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Amanece y despierto sin ánimos. Las imágenes de Liam ayer, cuando lo encontré casi inconsciente en la fiesta totalmente drogado y ebrio, me rondaron la cabeza toda la noche que apenas pude pegar los ojos. Me levanto con suma pereza y lavo mi cama en el lavamanos. Liam está dormido como un bebe, un milagro, pues ayer por la noche no paraba de balbucear desde que llegamos al hotel. Ya he empacado todo para mi viaje a Texas, solamente me faltan un par de cosas. Tomo un baño caliente para intentar relajarme y quitar la presión que llevo en los hombros. Me visto, tomo mi cámara y salgo a caminar en la blanca y caliente arena de la playa. No podía venir a este paraíso tropical y desperdiciar la oportunidad de sacar unas buenas imágenes para mi perfil de Tumblr. Intento introducirme de lleno en mis fotografías pero simplemente no puedo evitar recordar lo de ayer y enojarme.

Mientras camino por la playa, me detengo a comprar un refresco en un popular puesto que ya me venía tentando desde que vinimos. Me compro uno de Mango con naranja y piña. Me propongo a darle un sorbo cuando escucho su gruesa y molesta voz. Me doy la vuelta y es Daniel, está parado frente a mi sin camiseta, dejando libre su marcado y musculoso cuerpo de complexión delgada pero atractiva.

— Hola, Tyler — me dice, con su actitud engreída y altiva.

— Hola — respondo, con seriedad.

— Note que te llevaste a Liam temprano ayer. ¿No te gustó la fiesta?

— No realmente, no acostumbro ir a ese tipo de fiestas tan ''alocadas''

— Parece que Liam la estaba disfrutando ayer, claro, sin ti.

— ¿Todo esto es una broma para ti, no?. A ti no te importa Liam, jamás te ha importado.

— ¿Por qué crees eso?

— Si te importara de verdad, no le darías drogas cuando sabes que ha estado 2 veces en rehabilitación por TU culpa. ¿Qué querías hacer, sacarle más dinero?

Noto como mis palabras le importan poco y en cambio se ríe con cinismo mientras le hablo.

— Pobre, pobre, Tyler. Te preocupas tanto por él, pero aun no captas. En primer lugar, no soy el niñero ni la mama de Liam para obligarlo a hacer algo, el fuma porque quiere y se embriaga porque quiere y en segunda, ¿Por qué te afecta tanto?, tu solamente eres una nueva conquista y ya.

Siento sus palabras penetrando mi espalda como filosas navajas, no por lo que dijo sino porque era algo en lo que ya había pensado ''solo una conquista''.

— Una nueva conquista? — recalco sus palabras.

— Sí, eso es lo que eres. Eres un niño, Tyler, y Liam es un hombre. Es una persona importante, un empresario, un heredero, un millonario. No eres suficiente para él, en cambio yo, yo he estado con él durante mucho más tiempo que tú y lo conozco a la perfección, y aunque este muy dolido por como terminamos, con solamente un chasquido puedo tenerlo de rodillas ante mí, algo que tú no puedes hacer. — me dice, con una mirada brillante y victoriosa al saber que hizo pedazos la poca autoestima que tenía.

— No te acercas más a Liam, maldito imbécil — le digo, con una inmensa furia que trato de contener. No se me ocurre nada más que decir pues ha destrozado todos los argumentos que tenía.

— Ya veremos cuanto duras subido en esa nube — Oigo que me dice mientras camino alejándome de él.

Llego a la habitación y Liam parece ya haber despertado pues no está en la cama. De repente sale del baño, recién duchado y con su sedoso y alborotado cabello totalmente mojado y brillante. Ni siquiera estando enojado con el puedo dejar de admirar su belleza. Me mira he inmediatamente baja la mirada en señal de vergüenza. Camina como callado a mi orilla y se quita la toalla dejándome verlo totalmente desnudo, me doy la vuelta evitando hacer contacto visual y se viste en apenas 2 minutos. Se acerca a mí con una expresión de suma vergüenza al mismo tiempo que yo termino de empacar las pocas cosas que me hacían falta guardar.

— Tyler, siéntate, debemos hablar.

Lo ignoro.

— Tyler, Tyler por favor, o simplemente escúchame.

Me doy la vuelta hacia él con una expresión de seriedad intimidante. Sus verdes ojos se tornan expectantes ante una palabra mía.

— Liam, no quiero hablar, no quiero discutir.

— No tenemos que discutir.

— Lo sé pero si empezamos a hablar te juro que empezaremos a hacerlo.

— ¿Entonces tendré que esperar a que regreses de tu viaje para que hablemos?

— Si, supongo que es lo mejor.

Tomo mi maleta de mano y mi mochila y me dirijo a la puerta, cuando siento su mano en mi brazo y me doy la vuelta nuevamente.

— Siquiera déjame despedirme. — musita.

Se me acerca y me da un beso en la frente. Esa pequeña demostración de afecto mueve todo en mi pero no puedo mostrarme vulnerable ante él. Saco el boleto de avión que me regaló de mi bolsillo y se lo doy en las manos.

— ¿Por qué me lo das?

— Comprare uno en el aeropuerto.

— No! Te lo regale, úsalo.

— No quiero. Adiós.

Salgo por la puerta y la cierro antes de que me vea gimotear. Apenas salgo, escucho golpes en las paredes y en los muebles, debe estar herido y enojado pero se lo merece pues es justo de la manera en que me siento yo. 

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