Capítulo 28: La confesión de Amor (Parte 1)

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Entre la estruendosa música, las luces y las personas de la alta sociedad que beben champaña como si no hubiera un mañana, no puedo encontrar a Liam entre la multitud. Estoy en una esquina tratando de acomodar mis sentimientos y emociones, de repente pienso en lo complicado que es el amor y recuerdo mis viejos tiempos sin preocupaciones cuando no conocía todo lo maravilloso y tedioso que conlleva esa palabra de 4 letras. Intento mostrarme decidido conmigo mismo para probarme que soy capaz de confrontar a Liam acerca de sus sentimientos, si es que los tiene, pues es la parte del tema que quiero tocar con él. Echo la espalda hacia atrás y me pongo erecto, suspiro hondo y trago saliva intentando tomar fuerzas de donde no las tengo y camino con paso firme hacia la multitud para buscarlo. Repentinamente un atractivo espécimen de toxicidad llamado Daniel se para frente a mí. Levanta una ceja y me tira una mirada juzgadora mientras arruga los ojos y pone recta su espalda para dejarme obvio que físicamente es superior a mí.

— Vaya, en estas fiestas dejan entrar a cualquiera — me dice, con tono burlón y sonriendo maliciosamente.

— ¿No tienes otra cosa que hacer que no sea ser un asechador sin dignidad? — le digo, imitando su postura.

— No puedo creer que Liam te trajera aquí. Debes sentirte orgulloso, un simple campesino de Texas viviendo la lujosa vida de un neoyorkino.

— Número uno, el hecho de que sea de Texas no me hace un campesino y número dos, si un cazafortunas como tu pudo ¿Por qué yo no?

— Debes sentirte mucho ahora que estas con Liam, pero jamás significaras lo que yo signifiqué para él.

Esas palabras me golpean en lo más profundo y siento que se introducen en mi piel como cuchillas afiladas golpeando mis inseguridades más grandes.

— Tal vez no, tal vez sí, pero por lo menos Liam sabe que lo quiero por quien es, no por lo que tiene o lo que pueda darme.

— Si, claro, como las vacaciones en los Cabos. — frunce el ceño y me mira reclamante.

— Vacaciones que fueron idea de él y que jamás le pedí. No intentes compararme contigo, Daniel, porque no somos ni seremos iguales jamás.

Lo rodeo y continuo mi camino cuando me toma del brazo y se acerca a mi oído.

— Recuerda que esta es una guerra, Tyler, y voy a pelear por lo que quiero — me dice, susurrando y con tono amenazante.

Me suelto de su brazo con brusquedad y nuevamente sigo en mi labor de encontrar a Liam. Lo veo en una esquina y por fin está solo. Voy hacia a el y me percato de que saborea el intenso sabor de un Chardonnay que parece estar disfrutando en cada trago.

— Ahí estas. Te estaba buscando, perdón por dejarte solo, no quería hacerlo pero unos reporteros me entrevistaron por el articulo y ya sabes... — me dice, intentando disculparse.

— Shhhhh — musito mientras pongo mi dedo en su labio para hacer que se calle — Está bien, no hay problema — Arrebato su copa de Chardonnay y doy un largo trago. No quiero tener que cargarlo al Hotel, otra vez.

— Quisiera poder besarte — me dice, en voz baja.

Dios, se ve tan ardiente, tan guapo, tan elegante, tan todo. Incluso en la media oscuridad y con las luces de colores que no alumbran lo suficiente, incluso así puedo ver el brillo de sus verdes y hermosos ojos que..... Oh, me quitan la respiración de solo mirarlos.

— Ven — me toma del brazo y me lleva con prisa al ascensor.

Oh, no. Una vez está bien pero ¿Volver a hacerlo ahí otra vez?, hay más de 200 personas en esta fiesta ¿Y si alguien nos ve?, ¿Si alguien pide el ascensor? O ¿Si alguien se da cuenta de que no funciona y lo arreglan y quedamos expuestos semidesnudos ante todo el mundo?, las peores fatalidades pasan por mi mente.

Entramos y presiona el botón al segundo piso. Tan pronto como se cierran las puertas, arremete contra mí y me tira sobre la pared y clava sus labios con fervor sobre los míos mientras intento acoplarme a su ritmo. Apenas pasan algunos 20 segundos y las puertas se abren de nuevo. Nuevamente presiona el botón hacia el primer piso y vuelven a su cometido. Salimos tomados de la mano e intenta no romper en carcajadas cuando salimos de ahí.

— Eso es lo más estúpido que he hecho — me dice, aguantando la risa.

— Fue divertido para mí.

— ¿Por qué no nos largamos de aquí?

— ¿Estás seguro?, eres uno de los invitados especiales.

— Nada puede ser más especial que tú, Tyler — El brillo en sus ojos cuando me dice eso, me remueve en todo sentido y no puedo evitar sonreír y enrojecerme.

Corro hacia la mesa de aperitivos y me llevo otra copa de Chardonnay para el camino. Liz y Katherine ni se enteran de nuestra ausencia pues están inmersas en una conversación coqueta con dos chicos en una esquina. Kat está junto un alto, piel morena, ojos azules, pelo castaño y tremendamente musculoso mientras Liz desvela sus encantos seductores para uno más delgado, rubio, con barbar y una sonrisa de ensueño.

— En que nos iremos — le pregunto.

— Lo tengo cubierto — responde.

Me lleva de la mano hasta la otra calle y nos encontramos con el mismo chofer que me llevo al aeropuerto cuando fuimos de vacaciones. Está parado junto a un BMW serie 8 color gris.

— Roberto, directo al Hotel. — le dice, con esa voz de mando tan sensual.

— Por supuesto, Señor Liam.

A toda velocidad, Roberto conduce directo al apartamento. Liam observa por la ventana la ciudad y yo también, pues no importa si llevas viviendo aquí meses o toda la vida, es imposible cansarse de la belleza de ''la capital del mundo''.

Entramos al ascensor pero en vez de tocar el botón 16, toca al 25 que es la alberca. Llegamos y continúa guiñándome del brazo y me acorrala contra el barandal y me besa nuevamente.

— Demos un baño — me dice. Se quita la chaqueta y la camiseta, dejando al descubierto ese pecho, sus abdominales, sus pectorales, sus tatuajes, su vello, todo eso que me encanta.

— Pero no tengo traje de baño. — le digo, sorprendido por su espontaneidad.

— No los necesitamos.

Se tira a la piscina usando solamente ropa interior. Apenas me he quitado la camisa y lo miro mientras pasa las manos por su cabello y su cara intentando escurrir el agua.

— ¿Estás loco, Liam, lo sabias?

— Lo sé, pero las mejores personas están locas ¿No? — me responde, poniendo ojos coquetos y desvelando una sonrisa encantadora.

Me sonríe y yo a él y de pronto siento como me toma de las piernas y me tira hacia él y caigo en la fría agua mientras él me sostiene sus manos sobre mi torso.

— Eres un idiota — le digo, entre risas.

— ¿Un idiota te traería esto?

Roberto aparece con un par de batas, dos toallas y un plato entero de fresas bañadas en chocolate. Recuerdo haberle comentado como me encantaban un día de estos mientras platicábamos sobre su sofá. Me apresuro a tomar un par mientras sigo en el agua y le doy una a Liam en la boca y la muerde con una sensualidad que me pone caliente al instante.

Pruebo una y siento la delicia en mi boca, ácido y dulce, una combinación exótica y deliciosa. La muerdo y gimoteo de gozo ante su sabor tan maravilloso.

— Hay por Dios, te amo — le digo, mientras aun disfruto su increíble sabor.

— También te amo — me responde, con una expresión nerviosa y ojos apacibles.

Me sorprendo de su confesión y me quedo boquiabierto que ni siquiera sigo saboreando la fresa y simplemente me trago lo que aún hay en mi boca.

— Liam, ¿Escuchaste lo que dijiste?

Pero claro que escuchóoooo, me digo a mi mismo, deja las cosas así, no lo arruines, no lo aruinesssssss!

— Si, Tyler, si lo escuché. — Su mandíbula tiembla de puros nervios y sus ojos se ponen vidriosos — Te Amo — me dice, otra vez. 

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