P R Ó L O G O

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⚜️

—Debes pujar, Raquel.

—¡Duele demasiado, joder!

—Lo sé, lo puedo entender, pero si no lo haces ahora que estás dilatada el bebé va a morir.

La pelinegra de ojos azules miró a su esposo con una expresión de profundo dolor; ella más que nadie sabía que debía pujar pero, temía de lo que pudiera nacer de ella.

El bebé que llevaba en su vientre no era normal, no cuando ella era una loba de sangre real y su esposo... un vampiro, uno de los más antiguos y, además, un príncipe.

—Frederick...

—Lo sé, dragul meu*; soy la persona que mejor conoce tu miedo pero... yo quiero a este bebé. Yo... lo quiero porque es nuestro. Tuyo y mío. No por el poder.

—¿Y si...? —Se quejó de dolor mientras comenzaba a sollozar con más fuerza—. ¿Y si hereda tus dones? ¿Y si hereda mi título de bolga? ¿Cómo demonios vamos a protegerlo?

—Tú y yo somos los más fuertes de nuestras respectivas razas—Declaró el rubio con firmeza—. Tal vez nos desterraron, tal vez nadie estuvo de acuerdo con nuestro matrimonio pero... todos saben quiénes son los únicos capaces de colonizarlos. Esa es nuestra ventaja sobre ellos, así que sí, claro que podemos proteger a este bebé.

Verlo decir aquello con tanta seguridad y arrogancia la hizo sonreír; lo había odiado en un principio por aquellos rasgos tan propios de él, pero casi tan pronto cayó rendida en sus brazos.

Raquel se llenó de fuerzas y pujó, una y otra vez, tomando aire cada vez que podía. Era su primer parto, así que no tenía experiencia en lo absoluto, además de que siquiera había tenido la certeza de poder quedar embarazada al ser su esposo de una raza diferente a la de ella, pero ahí estaban. Juntos a punto de tener a su bebé.

—Vamos, cariño. Ya casi, ya casi —La animaba Frederick observando la cabeza de su hijo o hija asomarse.

Al ser desterrados a un territorio hostil no podían confiar en nadie, así que Frederick se instruyó en partos cuando su esposa quedó encinta, investigó tanto como pudo para poder asistirla y, hasta ese momento, lo estaba haciendo bastante bien.

Sin ellos saberlo, en el exterior de la cabaña donde se encontraban estaba ocurriendo un fenómeno antinatural, la luna se estaba cubriendo de un color rojizo y, con cada minuto que pasaba, aquel color se volvía más intenso, como si se estuviera llevando a cabo algún sortilegio.

Y, en efecto... así era.

El llanto de aquel bebé resonó fuertemente y, solo entonces, padre y madre pudieron respirar con tranquilidad cuando finalmente la tuvo entre sus brazos.

—Es... preciosa —Comentó Frederick sonriendo—. Heredó el color de tu cabello.

—Y tu nariz —Musitó Raquel entre sollozos—. Me siento tan feliz que... no sé cómo pude temer de ella. Es... perfecta.

En ese momento ella era la bebé más perfecta para sus padres; tan preciosa, dulce e inocente, pero era una híbrida, la primera en nacer después de la inminente desaparición de ellos.

Después de todo, los híbridos eran considerados como un peligro mortal, cuyo verdadero poder se encontraba en su sangre y fue por ese motivo que fueron eliminados.

Y ahora Rassel Leonhart Pendragon se alzaba como la única híbrida en la actualidad, y su carrera contra el destino finalmente había comenzado.

[...]

Luna Roja [+18] [Sangre & Acero I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora