20 || Regreso

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⚜️

|Leo Blackhawk|

—Leo, ¿estás bien? —Preguntó Mike, sacándome de mis pensamientos—. Estás muy distraído, incluso Isabel se percató de tu estado al despedirnos.

Suspiré, debía controlarme, sobre todo porque faltaba poco menos de una hora para aterrizar en Mónaco y yo todavía seguía en mi lapsus de desesperación. Ya tenía un plan; iba a hablar con Rassel tan pronto tuviera en mis manos los resultados de ADN, le contaría mi versión de los hechos y presentaría los testimonios de Mike y Ryan de ser necesario, incluso el de Hunter —cuando finalmente pudiera mantener una conversación con él—, tomando en cuenta que él sí podía tener una idea más clara de lo que ocurrió en esa habitación.

Lo que sucediera después de ello... sería decisión de Rassel.

—Leo, todo va a estar bien —Habló Ryan—. Entiendo tu temor, la situación no deja mucho a la imaginación pero, comparado con otros casos, tienes pruebas para defenderte. Además, está el hecho de que no hiciste algo íntimo con esa mujer.

—Eso todavía no lo sé con seguridad —Murmuré en voz baja, frustrado—. No hubo penetración, pero bien pudo suceder algo más.

—Lo dudo, sinceramente. Desde que conociste a Rassel no has hecho más que cambiar, que intentar ser mejor persona para ella.

—Sumado a ello, Hunter no permitiría tal cosa —Dijo Mike—. Ten calma, todo se va a solucionar pronto. Rassel es una mujer comprensiva, es inteligente y paciente; ella no va a dejarte sin antes escuchar lo que tienes para decir. Es una luna formidable.

Asentí a las palabras de ambos, llenándome con un poco de esa confianza que ellos tenían al pensar que nada se iría al carajo. Sin embargo, al estar de pie frente a la entrada de la mansión y recibir su abrazo, me sentí miserable, y la poca confianza que tenía en mí mismo se fue a quién sabe dónde.

—Te extrañé mucho, cariño.

Mi corazón latió desbocado al escuchar sus palabras, sintiendo ese calor tan particular embargarme por completo pero, a la vez, me sentía incómodo. No por su toque, jamás por sus palabras, pero sí sabiendo que mi estupidez podía arruinar todo lo que habíamos construido hasta ahora.

—Yo también te extrañé mucho, fresita —Deposité un casto beso en su coronilla—. Como no tienes idea.

—Permíteme dudarlo —Se separó de mí y se cruzó de brazos—. Rompiste tu promesa.

—Lo se, y me disculpo por eso. ¿Te parece si hablamos sobre esto después del almuerzo?

Su mirada rápidamente se suavizó, asintiendo poco después; luego, tomó una de mis manos y me guío hacia el interior de la mansión.

No mentiré, el almuerzo fue agradable, pacífico, haciéndome sentir relajado después de haber pasado varios días en completa tensión. Aun así, cada vez que miraba a Rassel los pocos recuerdos de esa noche venían a mí, como un recordatorio de lo que hice. Mi propia mente me torturaba.

—¿Estás bien? —Preguntó Rassel mirándome fijamente, dando también ligeras caricias al dorso de mi mano—. Te veo muy pensativo y ausente. ¿Deseas descansar?

—Sí, no me siento muy bien en este momento —Murmuré—. Fueron días realmente agotadores.

Un deje de culpa pasó por su mirada, aunque fue muy breve; luego, me dedicó una cálida sonrisa y, sin más, me dejó ir a descansar. Ese día pude librarme de aquella conversación, al día siguiente también, y el día después de ese fue igual, pero al verla entrar a mi despacho completamente enojada supe que ya no iba a tener tanta suerte.

Luna Roja [+18] [Sangre & Acero I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora