Luna Roja [+18] [Sangre & Acero I]

08 || Despertar

⚜️

—Justo ahora me apetece dormir, así que retirate de la habitación.

—No lo haré. Tenemos que hablar.

—No, no tenemos nada de qué hablar —Leo cerró la puerta detrás de sí y caminó hacia la cama, quitándose la camisa en el proceso—. ¿Todavía sigues aquí?

—Leo...

—Te di una orden, Samantha.

—¡Pues esa maldita orden me la paso por el culo! —Rugió la rubia con enfado.

—¿Ah, si? ¿De verdad quieres retarme, Sam?

La rubia tragó grueso pero no retrocedió, después de todo, su curiosidad por saber quién demonios era la recién llegada era mayor que el miedo que sentía.

—Nunca te he retado, pero hoy lo haré si te niegas a hablar conmigo —Al verlo caminar hacia ella su cuerpo empezó a temblar—. Yo... solo quiero saber quién es ella.

—¿Por qué debería decírtelo?

—¡Porque la trajiste en tus brazos y la metiste en tu habitación! ¡A una completa desconocida!

—No más, Samantha. Lárgate.

—¡No! —Se removió con fuerza cuando la tomó por el cuello—. ¡No hasta que me digas quién demonios es esa pu...!

—No vayas por ese camino —Apretó su agarre cortándole las palabras de la rubia—. Nunca te he dado explicaciones sobre lo que hago, y no empezaré a hacerlo ahora, así que deja de tentar tu suerte y vete.

Los ojos de la rubia empezaron a tornarse en color morado a la par que mostraba sus colmillos, desafiando a su alfa deliberadamente.

—¿Vas a desafiarme?

El color dorado se hizo presente en los ojos de Leo, notándose furioso y terriblemente intimidante. Hasta ese momento duró el acto de "valentía" de Samantha.

—Yo... yo... —Empezó a tartamudear y, al sentir el aire abandonar sus pulmones, su temor se incrementó—: Leo... por... favor.

—¿Por favor, qué?

—No... me hagas... daño.

Leo sonrió y terminó por apretar su cuello, cortando totalmente su respiración y deleitándose al ver cómo el rostro de la rubia pasaba de tornase rojo a morado.

—Debería matarte ahora mismo por tu arrebato y por tocarme los huevos —La soltó dejándola caer en el suelo y, casi al instante, escuchó como la rubia empezaba a toser e intentaba recuperar el aire con grandes bocanadas—. Ser la hija del difunto Sean Rakoczy no siempre va a salvarte de recibir tu merecido castigo, Samantha. Tómalo en cuenta de ahora en adelante, porque como me entere de que has perturbando la tranquilidad de «esa desconocida», haré que te arrepientas.

—¿Por qué...?

—Rassel es mi mate, Samantha —Terminó por decir Leo—. Será tu luna una vez se lleven a cabo las alianzas, y le deberás lealtad y respeto. Ahora, ya que has escuchado lo que tanto querías saber, sal de la habitación y desaparece de mi vista.

La rubia se hallaba sorprendida, tanto que tuvo que pestañear varias veces hasta lograr asimilar las palabras de Leo. Se sentía molesta y dolida, pues jamás esperó que él realmente la encontraría.

Y, solo cuando ella se retiró de la habitación, el pelinegro finalmente pudo relajarse. Se deshizo por completo de la ropa y, en cuestión de minutos, cayó rendido ante Morfeo. El cansancio acumulado le había pasado factura.