19.- Vaya vaya Tacubaya

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Nos montamos a la camioneta asistidas por el acompañante del hombre que manejaba, mismo que no había perdido detalle del trasero de mi novia cuando ocupó su lugar.

Molesta por aquella acción no tardé ni dos segundos en acomodarme a su lado, con una mueca de disgusto notada por ella.

—¿Qué pasa? —dijo en cuanto escuchamos la puerta cerrarse, Kathia se había sentado a mí otro lado.

—Solo estaremos un rato, ¿Verdad? —quise confirmar con ella nuestra estancia en ese sitio desconocido para mí.

—Sí amor —sonrió mientras sujetaba mi mano.

La tomé con fuerza y me recargué ligeramente en su hombro, dándole la espalda a la sobrina de Nina.

Algo en mi interior me mantenía intranquila, y no solo se trataba de la situación en al que estábamos, era más bien algo con asistir a ese lugar.

Sentí su cabeza descansar en contra de la mía durante todo el camino, hasta que nos detuvimos frente a lo que parecía ser una plaza.

Iluminada con luces neón y dividida en varios pisos llegamos a Amura, un bar de mucho prestigio localizado en la A Coruña, sitio en qué residíamos.

El hombre que nos había ayudado tenía la intención de volver a hacerlo, pero antes de que pudiera traté de abrir la puerta que estaba al alcance de Poché.

La pequeña entendió lo que quería y bajo, esperando a que también lo hiciera. Después de eso sujeté su mano y rodeamos la camioneta, observando que al tipo no se le perdiera la vista en mi Poché.

Nos quedamos quietas esperado a que Kathia dijera algo, pero solo estaba atenta en su celular.

—¿Madison les dijo algo más? —Poché negó llevándome con ella hacia el acceso.

—No, detente —indicó la chica, —Bajarán por nosotras.

Sin decir palabra se volvió hacia mí, y pasando su brazo por detrás de mi cuerpo mientras sujetaba mi cintura, esperamos.

—¿Amor? —llamé su atención haciendo voz de bebé.

—¿Dime? —preguntó en la misma sintonía haciéndome sonreí.

—Esto parece que está muy caro —comenté mirando una nueva camioneta que aparcaba frente a nosotros, de la cual salieron un par de hombres muy bien vestidos, mismos que no tardaron en entrar al lugar.

—Traemos dinero suficiente —la voz de mi bebé hizo que me sobresaltara, el presentimiento que tenía no se iba.

—¿Segura? —la miré asentir, acercándose para dejar un beso corto sobre mis labios.

—Sí, tranquila mi amor —pronunció para volver a besarme.

Suspiré después de sentir su abrazo, por más preocupada o alerta que me sintiera, ella me devolvía la paz.

—Listo —oí a lo lejos la voz de Kathia.

Presté atención en el hombre que la saludaba, inmediatamente sus ojos se posaron en nosotras.

Caminamos nuevamente en dirección a la entrada y saludamos también al hombre.

—Judah Joss, mucho gusto —mencionó al tomar mi mano, dedicándome una sonrisa.

—Ella es Daniela, y yo soy Poché —mi novia contestó por mí cuando la saludó a ella.

—Bienvenidas, siéntanse parte de la familia —una nueva sonrisa salió de él.

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora