33.- Autocheese

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—Sientate Daniela —habló con tono de seriedad la peliroja, obedecí en un instante colocando mi trasero en el sillón esponjoso de color marrón que estaba en su oficina. Sus tacos retumbaron por todo el lugar hasta cerrar la puerta por la que había entrado —No acostumbro a ayudar por segunda vez, menos después de lo que Poché y tú me hicieron —llegó cruzándose de brazos hasta posarse frente a mí. 

—No fue culpa de Poché, fui yo la que te golpeé —mi tono en vez de ser serio y a la defensiva, fue tierno y algo bromista, pero el rostro neutro de Taissa me demostró que mis palabras no le habían causado  nada de gracia. 

—Aún tengo tiempo de arrepentirme, castaña —gruñó haciendo que callara en un instante. Caminó hasta un pequeño mesón que estaba al lado de su escritorio, agarró una pluma y un pequeño papel crema para escribir. 

La mire atenta, su llamaba me había sorprendido gratamente, no pensé que tendría una respuesta positiva de su parte aunque lo único que rondaba por mi mente era la forma en la que le debería explicar a Poché como conseguí este trabajo de forma rápida.

Odiaba engañarla, odiaba sentir que le ocultaba cosas o que entre las dos hay secretos, pero esto es por nuestro bien y por nuestra estabilidad económica. Cada que la peli azul se sentaba en el borde de la cama a contabilizar el dinero que nos quedaba y frustrarse porque cada vez era menos la cantidad me ponía demasiado mal. Estaba cansada de ver la preocupación en su rostro cada día y que mejor que este trabajo para mejorar nuestras vidas.

Así dejaríamos de depender de Madison, y eso era impulso suficiente para continuar. 

—Él es Huerta, un viejo amigo... —caminó donde mí —Te dará empleo de inmediato si le entregas esta nota y si dices que vienes de mi parte, te dará el mejor empleo que tenga disponible —suspiró extendiendo el papel que anteriormente había escrito —La dirección está al reverso.

—Muchas gracias, Taissa —sonreí aliviada con la intención de tomar el papel, pero esta lo alejó de mis manos en microsegundos, la miré confundida.

—Que quede claro que solo lo hago por Poché —habló y asentí no muy contenta. No me gustaba la idea de Taissa tras de mi novia, me desagradaba a decir verdad, pero es la única forma para que ambas tengamos como sobrevivir hasta que se nos venga un mejor plan. 

—Solo no te le acerques más de lo debido y todo estará bien —sonreí con todo sarcasmo tomando el papel doblado que extendía su mano y salí de ahí como alma que lleva el diablo, antes de que Taissa se arrepintiera de haberme ayudado. 

Le sonreí a la chica sentada en su puesto, quien se despidió de mí por segunda vez deseándome que tuviera un muy buen día y vaya que lo era. 

No tarde mucho en tomar un taxi directo a la dirección apuntada por Taissa, la emoción que sentía por dentro era grande que sentía que en cualquier momento el corazón se iba a salir de mi pecho, sobre todo cuando le cuente a Poché que ya tendríamos dinero. 

El taxi aparco en una puerta corrediza de color negro en unas calles algo alejadas del centro, no lo decoraba ningún letrero por lo que se me hizo más difícil saber que era lo que venía a hacer aquí a nivel de trabajo; le pagué al conductor y me bajé de este rápidamente para llegar hasta la puerta misteriosa, dudé en golpear o no, pues luego de esto no habría vuelta atrás.

—¿Está Huerta? —carraspeé mi garganta al ver que una mujer salió de la puerta al ser tocada por mí, la chica morena solo abrió un poco más la puerta para dejar que mi cuerpo entrara al mismo lugar en donde se encontraba ella, sin miedo lo hice y la puerta detrás de mí fue cerrada inmediatamente. 

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora