15.- La casa de papel

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—¿Cómo es qué nos encontraste? —pregunté aún anonadada, afirmé la puerta lo más fuerte que pude, tenía toda la intención de cerrarla en su cara, pero sabía que no se iría tan fácil.

—Estamos en un pueblo pequeño, Calle —dijo suavemente —Todo se sabe —carraspeó la garganta —Será mejor que vengas conmigo por las buenas que por las malas. 

—Nina yo...

—No estuvo bien lo que hiciste, lo que hicieron —espetó. Sabía que estaba molesta y sabía que estaba controlando sus ganas de arrastrarme para llevarme al hospital.  

La expresión de enojo en su rostro era bastante obvia, todo dentro de mí se inundó de miedo de que tal vez escapar del hospital no haya servido de nada. 

—Tenemos que volver Calle, despídete de Poché y nos iremos —habló dura y mi rostro de deformó; las lágrimas amenazaron con salir y mi labio inferior comenzó a temblar. 

No quería irme, no quería dejar a mi pollito sola ni mucho menos en las manos de esa rubia. Ayer, luego de varios días, al fin habíamos dormido juntas y era algo en lo que no estaba dispuesta a abandonar. 

—No... no, no, no —hablé repetidas veces, el miedo que antes me invadió se había multiplicado por mil  y ya confirmaba que estaba llorando cuando mi vista comenzó a nublarse. 

—Calle... —dijo Nina intentando tomar mis manos, pero las quité de inmediato. 

—¡No me vas a obligar, Nina! —le dije mientras negaba con mi cabeza, odiaba la idea de alejarme de Poché, lo odiaba. 

—Es por tu bien, cariño —intento abrazarme, pero volví a alejarla de mí. 

—Tú no sabes lo que me hace bien o mal —gruñí sorbiendo mi nariz  y tomando el mango de la puerta con fuerza. 

—¡Mira esta pocilga! Esto no es forma de vivir —habló, en su voz había un toque de desesperación, tratando de convencerme, pero de lo que estaba segura era de que no quería volver a ese lugar. 

—¿Y tú crees que en un hospital es forma de vivir? —pregunté ahogada, dejé de sentir mis lágrimas caer de un momento a otro sintiendo como eran reemplazados por furia. 

—Estarás más segura, tendrás comida, una cama y personas que te asistan, Calle —bajé la guardia pero me seguía negando a ir con ella. 

—No volveré contigo a ese manicomio, esta decidido —hablé brusca, con toda la intención de hacer la idea de puerta en su cara realidad, pero su pie me lo impidió.

—Hagamos un trato, cariño —con sus manos tomó las mías y las anidó —Yo... yo permito que te quedes con ella, si me dejan llevarlas a otro sitio más seguro —suspiró.

—¿A dónde? —pregunté, Poché soltó un suspiro cansador. 

—Donde mi sobrina —sonrió —Tiene una casa muy acogedora, vino por un tiempo para ver a mi hermana menor, pero estoy segura que estará muy feliz de recibirlas por un tiempo —subió su mano hasta acariciar mi mejilla.  

—No necesitamos de su limosna, Nina —dijo Poché colocándose detrás de mí, pasando sus brazos por mi cintura y apretándome contra ella —Solas nos escapamos y solas nos arreglaremos de ahora en adelante.

—No seas grosera —le dije pegándole un codazo leve que no pareció inmutarla. 

—No es limosna, Poché —la miró Nina con cara de desaprobación —Quiero lo mejor para Calle y estoy segura que este lugar no lo es. 

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora