30.- Choco robo

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El taxi aparcó frente a una tienda de supermercado poco sofisticada, Kathia se había marchado nuevamente a Los Ángeles hace unas semanas y en la casa nos estábamos quedando sin provisiones para comer, por lo que mi amor sugirió gastar un poco de nuestro dinero para poder mantenernos estos días. 

La búsqueda de trabajo seguía siendo eso... solo búsqueda, no habíamos tenido éxito alguno y eso estaba frustrando bastante a mi novia, cada vez el dinero era menos y eso no dejaba de tenerme inquieta. 

—¿Tienes la lista, bebé? —habló suavemente Poché, asentí con una sonrisa y me respondió de la misma forma. Ella no tardó en tomar mi mano para adentrarnos al supermercado, las puertas se abrieron de par en par para dejarnos ver el interior del lugar. 

No estaba lleno, por lo que fue fácil tomar una pequeña canasta para colocar las cosas que compraríamos. 

—Necesitamos arroz y azúcar, cosita —habló mi novia, inmediatamente tomé unos sacos de kilo que reposaban en los estantes del pasillo en el cual nos habíamos adentrado —Pone más.

—¿Más? —pregunté temerosa, había depositado dos kilos de arroz, a mi parecer era suficiente para las dos. 

—Así tendremos para más tiempo —me miró con sus ojos verdes penetrantes y fue imposible decirle que no, así que tomé otros dos kilos para dejarlos en la canasta —Azúcar también —soltando un suspiro, tomé tres kilos de azúcar y los dejé en el mismo lugar. Al parecer una pequeña canasta no iba a ser suficiente para todas las cosas que tenía en mente comprar mi novia. 

—¿Estás segura que nos alcanzará el dinero para todo lo que quieres, bebé? —pregunté, y la peli azul no tardó en rodar sus ojos; esa pregunta siempre la sacaba de quicio, no le gustaba cuando le preguntaba sobre dinero, al parecer le estresaba mucho saber que mientras más avanzaban los días, menos dinero teníamos.

—Nos alcanza, amor —habló depositando unas cajas de leche para mis desayunos en la mañana, ella sabía cuanto me gustaba el café con leche y siempre lograba tenerlo para mí —No preguntes cosas bobitas y mejor avancemos. 

Tomó de mi mano para seguir caminando por los pasillos del supermercado y era sorprende que cada cosa que a la peli azul se le antojaba, lo metía en la canasta sin remordimientos, mientras que yo me mordía la mejilla interna del nerviosismo que tenía por la cantidad de ceros que tendría el precio final de la boleta si continuaba de esa forma. 

—Estas fresas se me antojan —habló mordiéndose los labios mientras me miraba tentativa, solo atiné a mirarla con la ceja elevada y una sonrisa maliciosa se formó en su boca —Listo, se va a la canasta —las arrojó a nuestra ya llena caja de plástico.

—¿Me explicas por qué llevamos coliflor cuando no nos gusta? —refunfuñé intentando entender a mi hermosa novia y su manera compulsiva de comprar cosas sin sentido. 

—No sabemos cuando iremos a tener antojo de comerlo —se encogió de hombros mientras seguía observando la estantería llena de frutas, solo negué con mi cabeza ante su razonamiento —¡Mi amor! este chocolate es delicioso —habló emocionada corriendo hasta una banca en donde descansaba una gran torre de chocolates en barra de una marca desconocida para mí. 

Mi novia no tardó en guardar tres de esos en la canastilla sin dudarlo. 

—Relleno de coco —leí lo que salía en el empaque, mi novia asintió con entusiasmo —¿Desde cuándo que comes chocolates? —su mano agarró la mía y su rostro se veía algo enternecido. 

—Pensé que lo recordarías... —susurró y un pinchazo en mi corazón se hizo presente, la miré dudosa —Este es uno de los chocolates que me regalaste en nuestro primer mes de novias —sonrió nostálgica como si todos los recuerdos de ese momento viajaran a su mente mientras que la mía seguía en blanco —Fue el único que encontraste en la tienda ese día porque los que me gustaban estaban agotados —entrelazó sus dedos con los míos —Tenías tanto miedo de que no me gustaran que tu carita de espanto fue muy graciosa —sonreí al notar la expresión de su rostro, como sus ojos se iluminaban al hablar de aquel momento que mi estúpida cabeza no lograba recordar. 

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora