QUIMERA |CACHÉ

3. XXX

En mi rostro se formó una sonrisa muy grande, estaba hermosa, su piel relucía con ayuda de la luz cálida de mi habitación y debido a su sonrisa, sus ojitos aceitunados se achinaron provocando ternura dentro de mí. Me acerqué lentamente como si tuviera miedo de que solo fuera parte de mi imaginación, pero sabía que no era así.

—Hola —hablé nuevamente, pero esta vez con nerviosismo maldiciéndome por sonar tan idiota. Llegué hasta la cama y me senté, inmediatamente atraje su silla de ruedas hacía mí para poder verla frente a frente, —¿Cómo estás? —le susurré examinando todo su rostro, ella no respondió, solo dirigió su mirada a Nina, quien nos observaba expectante. Giré mi rostro y la vi —Nina, ¿Nos dejarías a solas, por favor? —le hablé lo más amable posible, no quería sentir sus ojos encima de nosotras durante toda la conversación.

—Calle... —pronunció en tono acusador, no pude evitar rodear los ojos y bufar.

—Nina, vete por favor —esta vez fui algo dura, —Si te necesito, te llamaré, —ella solo suspiró y lentamente se retiró de la habitación; cuando ya no sentí su presencia en este lugar, pude respirar más tranquila, había llegado el momento, después de cinco meses en donde obtendría respuestas, las necesitaba y al fin estaba frente a mí.

—Estoy muy bien — dijo de sorpresa, sonreí al escuchar su voz, centrando toda mi atención en la pequeña al frente de mí, — ¿Cómo estás tú? —cuestionó acariciando mi cabello con sus manos.

—Mejor ahora que te veo —hablé mirando como soltaba una pequeña risa, su mano viajó desde mi cabello hasta mi rostro, acarició mi mejilla con mucha delicadeza, sus manos eran muy suaves y provocaban algo de electricidad dentro de mí, era indescriptible lo que ese simple tacto me hacía sentir, —¿No puedes caminar? —pregunté frunciendo el ceño al ver que no tenía ni la más mínima intención de sentarse en la camilla conmigo.

—Claro que si —rio un poco, —Solo que la silla de ruedas facilita mi movilización, aún no estoy recuperada totalmente, —me explicó y solo asentí, —No sabes lo feliz que me hace saber que quieras hablar conmigo, —hablaba mientras su dedo pulgar delineaba mi labio inferior.

—Estuve esperando cinco meses para tenerte así, despierta —sonrió, pero no habló, solo observé como poco a poco se acercaba a mí y realizaba una suave presión para acercarme más a ella, la miré sorprendida, no podía gesticular ninguna palabra y mis ojos solo viajaban por toda su cara.

—Eres muy hermosa, tal y como recuerdo —susurró muy cerca de mí dejándome sentir su aliento chocando contra mi rostro, sin poder evitarlo humedecí mis labios logrando que su miraba bajara hasta ellos, entre abrió sus labios y cerró lentamente sus ojos, no sabía cómo reaccionar en este momento, ¿Qué quería hacer?

De un momento a sentí sus carnosos labios rozar con los míos, lenta y suavemente, un cosquilleo se asomó en mi espina dorsal haciéndome sobresaltar, era algo que no recordaba haber sentido nunca, algo bastante nuevo para ser sincera, así que inmediatamente me alejé de ella por miedo, observando como fruncía el ceño confundida ante mi acción.

—¿Qué pasa? —preguntó aún con esa expresión en su rostro —¿No te gusta que te bese? —cuestionó nuevamente con inocencia. No sabía que decir en ese momento así que solo comencé a titubear palabras sin sentido.

—¿Qué...qué me beses? —La miré confundida

—Siempre lo hemos hecho, Daniela –dijo tomando mi mano para comenzar a acariciarla —¿Qué no te acuerdas? —inmediatamente negué con mi cabeza, la cara de Poché se transformó a una de desilusión, logrando que me sintiera algo culpable por el cambio de su rostro.

—Una de las razones por la cual moría por verte... —tragué en seco –Era para que me contaras sobre mí

—¿Sobre ti? —preguntó alzando una ceja y asentí nerviosa, su mano dejó de acariciarme para posarla en mi rodilla descubierta, logrando erizar mi piel, —Mejor te contaré sobre nosotras... —sonrió —Quiero que recuerdes todos los maravillosos momentos que vivimos juntas.