22.-La tóxica

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Evitando poner más atención en el señor que me miraba desde la puerta concentre mi vista en la pequeña que se notaba pensativa con respecto al cómo es que jugaba; Taissa la miraba con una sonrisa, aunque no era muy de mi agrado por ella es que la última semana había sido de ensueño.

—¿Qué tu no juegas? —me sobresalté al ver a Benjamín ofreciéndome otra cerveza, la que tenía la había terminado.

—No y gracias, así estoy bien —me limite a decir poniendo mis ojos sobre Poché.

—Aun eres muy floja para alguien como ella —regrese mi mirada hacia él.

—¿A qué se refiere? —indagué sobre su comentario.

—Poché tiene mucha madera para triunfar entre nosotros y en algún momento se va a cansar de ti —nuevamente ofreció la botella con cerveza, misma que ahora no había dudado en aceptar, —¿Ves a Taissa? —mientras hablaba la seguí con la mirada, —Ella sabe lo que quiere y va por ello, ella juega sin miedo y apuesta recuperando lo que invierte, esa determinación enamoraría a cualquiera —fruncí ligeramente mi ceño cuando vi que la mujer esa sostenía la cintura de Poché mientras sonreían.

—Mi novia me ama —dije sintiendo como el frio inexistente en aquella sala recorría mi cuerpo, no podía dudar de Poché, y menos influenciada por ese narco.

—El amor se acaba y las parejas terminan —el señor se levantó, —Piénsalo —me advirtió antes de dirigirse hacia la mesa en donde todos jugaban.

Habiendo pasado algunos minutos noté la mirada de Poché sobre mí, aun en la mesa de juego me sonrío y aunque yo quise corresponderle no había podido, seguía pensando en lo dicho por Benjamín.

Pedí mi cuarta cerveza de la noche ya con algunos mareos previos, quería poder controlar el efecto del alcohol sobre mí, no podía ponerme tan mal solo con poco.

—¿Estas bien, amor? —la voz de mi peli azul distrajo mis pensamientos, se acercaba a donde me encontraba.

—¿Por qué no estás jugando? —prácticamente el reclamé sin el afán de hacerlo.

—Porque te noté extraña, dejé a Taissa encargada de mi apuesta —escuchar el nombre de aquella castaña me hizo voltear los ojos, al tiempo en el que bebía el resto de cerveza que quedaba en el envase, —¿Tienes calor? Te he notado muy sedienta esta noche —quiso ser sarcástica, pero por una extraña razón yo me sentía molesta.

—Y yo te he notado muy cerca de la Taissa esa —comenté viendo como sonreía, quizá por entender el motivo que me había puesto mal esa noche.

—Estamos jugando juntas, solo es eso —trató de justificarse, pero no le di oportunidad porque ya estaba encargando una cerveza más, —¿Vas a seguir bebiendo?

—Tu seguirás jugando, ¿No? —contradije su pregunta recibiendo mi bebida.

—¿Qué te pasa, ya te sientes mareada? —negué de nuevo incitándola a que se fuera a jugar, —Amor, ¿Qué pasa? —insistió al quitarme la botella que tenía en mi mano.

—¡Poché! — se escuchó el grito de la mujer que seguramente había invitado a mi novia a ir esa noche, —Se reinicia la apuesta —le avisó esperando a su regreso.

—Te hablan —dije con recelo reclamando la bebida que me había quitado.

Ella sin decir alguna otra palabra se levantó en dirección a Taissa.

Pasando por alto las sensaciones que en ese momento estaba teniendo, decidí terminarme el contenido de la cerveza, ya no estaba segura de que podría con otra, pero aun así la pedí.

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora