17.-Mil besos, mil besos, mil besitos

8.1K 824 292
                                    

-

—¡Buenos días! —Escuché la voz profunda de un hombre hablar mientras Kathia abría la puerta de la casa y yo me daba cuenta de donde me había quedado dormida la noche anterior, miré a mi novia durmiendo profundamente desde el otro lado del sofá. Me asomé aún más para observar mejor con quién hablaba la sobrina de mi enfermera; se trataba de un hombre muy bien vestido, traía puesto traje entero con una corbata de algún tono rojizo, era calvo, pero su barba era bastante tupida, cargaba en sus manos una carpeta algo gruesa y detrás de su oreja colocaba un lapicero.

—¡Buenos días! —Respondió Kathia cruzándose de brazos, al parecer yo no era la única que me preguntaba que hacía ese hombre tan temprano y vestido tan elegante, Kathia usaba pijamas y según pude notar intentaba taparse su atuendo lo más que podía con la puerta semi abierta —¿Quién es usted? —Añadió la rubia algo confundida.

—Mi nombre es Augusto Mendoza, soy abogado notario, —Explicó el señor intentando sacar lo que parecía un papel de su carpeta —Vengo en representación de su tía, la que según tengo entendido falleció días atrás —Kathia procedió a abrir un poco más la puerta y a acomodar su cabello por inercia yo me limitaba a mirar desde el sofá lo más discretamente posible

—¿Puedo ayudarlo en algo? —Preguntó Kathia con el ceño fruncido sin apartar la mirada de la hoja que le había extendido Augusto, de inmediato sentí como mi novia se movió de donde estaba acostada, desafortunadamente no parecía mostrar señales de querer despertarse. La necesitaba para que escuchara esto conmigo.

—La señorita Nina visitó mi oficina un par de años atrás, —El tipo la miraba con seriedad y hablaba tan rápido como si quisiera irse lo más antes posible a otro lugar, pateé suavemente a mi novia para que despertara, realmente esto estaba interesante y se lo estaba perdiendo —Dictó palabra por palabra sus peticiones en el testamento de muerte para cuando eso pasara —Tragué en seco, aunque había pasado un par de días ya desde la muerte de mi enfermera, yo seguía sin poder creer que en realidad se haya ido, y cada vez que alguien la mencionaba era otra bola de sentimientos encontrados en mí —Usted es su sobrina ¿cierto?

—Soy Kathia, si señor —La rubia miraba atenta lo que el hombre sacaba de su carpeta y pude ver como su pierna no dejaba de tambalearse, estaba nerviosa.

—Nina no tenía otro familiar, y si lo tenía no era tan cercano a ella como lo es usted —Continuó hablando antes de sacar un sobre de su bolsillo en el saco —Ella mencionó su nombre específicamente en el testamento, ordenó que todo el dinero que poseía quedara en su poder —Observé como la rubia abrió los ojos como platos antes de mirar alrededor, me agaché, no se podía dar cuenta de que la estaba espiando todo este tiempo, y mi linda novia seguía durmiendo cual bebé recién nacido.

—¿Ella me... me dejó su herencia a mí? —Preguntó Kathia sin poderlo creer, el tipo asintió

—Sí —Escuché como Kathia reaccionó emocionada, Poché abrió los ojos de inmediato al escuchar el ruido; no tardé en acercarme a ella y plantar la palma de mi mano en su boca, "Shh" le susurré. Ambas nos asomamos con cautela a través del sofá

—No es mucho dinero, pero es todo lo que tenía a su disposición según el registro monetario—Confesó el tipo mirando su celular —Debo irme ya, pero antes necesito que otorgue una firma en este papel por favor —Kathia no tardó en sujetar el lapicero y empezar a hacer lo que el hombre le había indicado, Poché me miró confundida, tenía los ojitos chinos de tanto dormir qué linda, pensé

—Se lo agradezco mucho, señor —Comentó Kathia sujetando el sobre como si su vida dependiera de ello.

—Adiós —Añadió el tipo con una sonrisa fingida antes de meter todo devuelta en su carpeta y retirarse del lugar, mi novia y yo no tardamos en volver a acostarnos y fingir estar dormidas.

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora