25.- Embeses la bida es difisil

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El descontento de Poché era tan palpable como el mío dentro del auto, manejaba algunos kilómetros por sobre los permitidos.

Me sentía tan idiota, ilusa, estúpida, ofendida, de todo lo que había sucedido.

La noche estaba arruinada por mi culpa y el gesto en la cara de Poché lo afirmaba.

Suspiré tratando de llamar su atención o hablar al respecto, no quería que estuviera enojada conmigo, su indiferencia me estaba sentando mal.

Estacionó el auto en el cajón indicado de la casa de Kathia, pero en lugar de salir recargo su cuerpo al respaldó y volvió a tomar aire.

—¿Por qué le pegaste a Taissa? —más que enojo una ligera preocupación por la chica parecía tenerla de esa forma.

—Me provocó, se estaba burlando de mí —volteó los ojos tras mi respuesta sosteniendo el volante con fuerza, —¿Estás molesta? —negó posando su mirada en la mía.

—Estoy preocupada mi amor —confesó mirando hacia el tablero de kilometraje.

—¿Por el dinero que perdí por estúpida? —me culpé una vez más sin entender cómo es que había pensado en apostar sabiendo que no era buena en eso.

Nunca sería tan buena como Taissa.

—El dinero me da igual, amor —volvió a mirarme, mientras que con una de sus manos sujetaba la mía, —Solo fue un billete de los tantos que tenemos.

El tono en que me hablaba me daba calma, ¿Cómo era que a pesar de lo idiota que era, seguía conmigo? Debía haber hecho las cosas muy bien antes del accidente para que ella continuará queriéndome.

—Lo que me preocupa es que Taissa está rodeada de personas malas —un puchero se formó en sus labios—Y tú le pegaste —ahora su risita nerviosa hizo que sonriera con ella, —Muy probablemente ahorita esté colocando hielo sobre su mejilla —siguió burlándose mientras observaba como se acercaba a mi.

—Me desesperó su actitud de "Que bueno que solo puse 50, eres una ilusa" —volteé los ojos al sentir como mi estómago se revolvía al recordar lo nefasta que era.

—Me prende tanto que te pongas celosa —susurró a mí oído dejando un beso en mi mejilla.

Aquella revelación hizo que mi libido se disparara, ahora ya no pensaba más en lo sucedido con Taissa, solo quería estar sobre la chiquita que seguía a mi lado.

—No puedes seguir haciendo eso —me quejé volteándome ligeramente en su dirección.

—¿Qué? —bufó acomodándose como yo creando efecto de espejo.

—Provocándome —susurré apenada, —Tu sabes que soy muy sensible con respecto al tema de nuestra intimidad —con rodeos intenté explicarle, pero parecía que lo hacía a propósito.

—¿A qué te refieres? —levantó la ceja mordiendo al tiempo su labios, seguía provocándome y a mí me seguía gustando.

—A que no recuerdo que mencionaras que alguna vez hicimos el amor en un auto —fui directa a lo que quería, —La idea de tenerte aquí mismo está volando mi cabeza —mis palabras estaban sobrepasando mis límites y no me desagradaba. Incluso sabía que me estaba calentando con su mirada mientras me hacía hablar de más.

—¿Ah sí? —murmuró de nuevo acercándose a mí.

Asentí con la cabeza sintiendo su boca merodear por la mía, recorrió mis labios con la punta de su lengua y después me besó.

QUIMERA |CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora