Capítulo XXIV

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Capítulo 24 ~ Counting Days

Mi licencia fue entregada a mi nombre hace exactamente 8 días. La misma cantidad de días que tengo sin ver a Ethan. Los primeros días fueron nulos. No tengo recuerdos de preocuparme por él, ni de haber pensado siquiera en él. Fue al tercer día en que me percaté de que hacía tiempo que no lo veía. Dejé pasar un tiempo con la duda entre las cejas sin decir una palabra ni a Noelle ni a mi padre. Tampoco vi a Scott ni a Josh, por lo que no podría preguntar. Y hace tiempo que Jack no visita las carreras, así que él sabe incluso menos que yo.

Fueron cinco días los que conté, desde la última vez que lo vi, cuando decidí que no podía soportarlo. Era tarde por la noche, papá aún no llegaba y Noelle y yo estábamos solas en la casa. Era el momento perfecto.

Bajé las escaleras fingiendo despreocupación, pero al entrar a la cocina toda intención se dispersó. Noelle limpiaba unas vagas lágrimas con un pañuelo y lo caminaba por otro al instante, arrojando el usado a un pequeño recipiente que había junto a ella. Estaba parada en la puerta de la cocina que daba al lavadero y sus respiraciones eran irregulares.

Esperé pacientemente durante varios minutos hasta que ella finalizó la llamada que la mantenía presa en su propio mundo y se mantuvo allí durante unos minutos antes de que finalmente me decidiera a interrumpirla.

—¿Sucedió algo? —pregunté.

Noelle dio un leve respingo y alzó ambas manos para secar su rostro que  estaba lleno de rastros de su maquillaje corrido.

—Lo siento —murmuró con una voz entrecortada—. No te vi allí —ella refregaba su rostro casi con furia, secando sus lágrimas como si así pudiera borrar el hecho de que la había pillado llorando.

Me acerqué sin pensarlo y quité sus manos de su rostro, para evitar que siguiera lastimándose. Le advertí que aguardara calmada y corrí a mi baño en busca de crema desmaquillante y un poco de gasas. Cuando pasé junto al botiquín de seguridad que había en el pasillo me decidí por unos calmantes.

Al volver, Noelle cubría sus ojos con ambas manos y sollozaba en silencio, como si estuviera en su propio mundo donde nadie la oía. Decidí proceder en silencio y llené un vaso de agua, y posteriormente lo coloqué frente a ella a un lado de los calmantes.

Me hinqué a su lado y traté de hablar tan calmadamente como podía

—Deberías tomar eso —murmuré y ella destapó su rostro al instante, como si estuviera asustada de que la vieran llorar.

Ella ni siquiera me miró en aquel instante, simplemente tomó los calmantes y los hizo pasar por su garganta con un largo trago de agua. Al terminar dejó el vaso sobre la mesa y me miró.

—Gracias —susurró y estiró sus brazos para acercarme a ella en un abrazo.

—No hay de qué —admití. Después de todo lo que había hecho ella para hacerme sentir cómoda aquí, era lo menos que podía hacer.

Ella sollozó un poco más en mi hombro antes de que me permitiese limpiar su maquillaje. No tuvo intención de hacerlo por su cuenta, lo que me provocó un sentimiento protector. Se veía tan sensible y frágil que sentí que podría quebrarla si no la trataba con el suficiente cuidado.

Mientras la limpiaba me había propuesto no preguntarle, tendría que esperar a que ella me lo dijera por sí misma. No iba a forzarla a hablar en ese estado. Y, colaborando con mi ansiedad, no tuve que contenerme lo suficiente para escucharla hablar.

—Mi hermano murió —dijo. La gasa en mis dedos detuvo su acción, al igual que el resto de mi cuerpo. Ella abrió los ojos y yo la observé unos segundos, sorprendida.

Painful Memories (Saga Deep #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora