Capítulo XXVI

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Capítulo 26 ~ Ethan’s Nightmare

La mujer yace en el suelo, muerta.

La habitación, que hace sólo un momento estaba llena de los socios de mi padre ahora está vacía. Se han ido detrás de él como perritos falderos.

Observo unos segundos la habitación, completamente oscura, para asegurarme de estar libre de ojos que pudieran pillarme y entonces me acerco rápidamente a ella.

El cabello que algún día vi con unas maravillosas ondas brillantes ahora está sucio, lacio, opaco y manchado de sangre. La ropa que lleva puesta está en peores condiciones incluso, y no quiero imaginar el estado de ella misma.

No puedo respirar. No puedo hablar. Un nudo en mi garganta se apodera de todos mis sentidos, estoy inmóvil. Trato de inhalar una bocanada de aire para alimentar mis famélicos pulmones que arden como si una hambrienta llama estuviera devorándolos, consumiendo todo mi cuerpo. El aire no pasa, mi garganta está seca.

Me acerco incluso más a ella, indeciso. Como si todavía no pudiera creerlo, pero me es imposible negarlo: yo mismo presencié su asesinato.

Su cabello castaño cubre su rostro completamente, por lo que no puedo verla con claridad, y quiero hacerlo… siquiera una última vez. Con el máximo cuidado, aparto algunos mechones, despejando su hermoso rostro. Apenas descubro una parte cuando, por instinto, retiro mi mano inmediatamente. Doy un salto lejos de ella, protegiéndome. Sus ojos están abiertos, sus labios azules y su nariz respingada y enormes mejillas que suelen estar ruborizadas por lo blanca que es su piel, ahora se encuentran mortalmente pálidas.

No es mi madre quien yace en el suelo muerta. Es Charlie.

Grito.

—¡Ethan! ¡Ethan, dios mío! —chilla su voz. Puedo escucharla, pero puedo ver sus labios sellados y sin rastro alguno de movimiento. Sus palabras revotan en lo más profundo de mi mente, sigo escuchándola.

Una aguda punzada de dolor atraviesa mi cabeza y me retuerzo por la sorpresa de un dolor que no había sentido antes.

—¡Ethan! —grita de nuevo. Sus labios permanecen cerrados, sus ojos ciegamente abiertos.

No paro de gritar y entonces no sé de dónde saco el aire para hacerlo.

No me percato de que estaba llorando hasta que comienzo a mojar mi camiseta. Con mi antebrazo intento secarlas, pero cuando lo retiro, este está bañado en sangre. ¡Sangre! Vuelvo mi mirada a Lie y ahora ella está perdiendo sangre. ¡Más sangre!

Corro en su ayuda, inútilmente, y tardo una eternidad en llegar a ella, como si estuviese alejándose de mí. Es como correr y tropezar, intentar continuar y volver a tropezar. El peor sueño de toda mi vida y ahí está ella, siendo la víctima de él.

Algo pesado cuelga de mi mano derecha ahora. Observo con minucia lo que sujeto con tanta fuerza y me detengo, dejando caer el objeto al suelo haciendo que repiquetee brutalmente en el concreto. Un arma.

La punzada de dolor vuelve, más aguda y mortal que la anterior. Más larga, incluso. Me retuerzo una vez más en el suelo, sosteniendo mi cabeza entre mis manos y haciendo lo posible para detener el flujo de dolor que se despliega por mi cabeza y el resto de mi cuerpo.

—¡Ethan! —vuelvo a escucharla. Luchando contra el dolor, me levanto del suelo y camino hacia ella lo más rápido que mis pies me permiten moverme. Cuando llego, está incluso más pálida que antes. Me arrodillo a su lado y toco su rostro. Está helada. Su voz es continua ahora, está diciendo cosas, pero no puedo entenderle.

—Charlie —murmuro y mi voz se corta—. Charlie, aquí estoy —digo. Ella no contesta. Ella no se mueve. Ella está muerta.

Grito.

—¡Ethan! —grita nuevamente.

Cuando abro los ojos, lo primero que veo es su rostro. Está a sobre mí, sosteniendo ambos lados de mi cara, mirándome. Sus ojos marrones expresan un miedo inmenso. Sus ojos llenos de vida.

—¿Charlie? —pregunto con un hilo de voz y suena como una imploración.

La punzada de dolor me ataca otra vez, pero apenas le presto atención.

Rodeo su rostro con mis manos. Está caliente, vivo. Está viva, maldita sea. Lo está. Ella está bien. Ella está aquí.

Estiro mis brazos y me apodero de ella, atrayéndola a mí en un abrazo. Huelo su cabello, huele como lo recordaba. Igual de bien. Beso su cabeza y escondo mi rostro en su cuello.

—Estás aquí —murmuro.

Ella asiente, asustada. Parece estar perpleja, completamente confundida.

—Sí, estoy aquí —dice. Su respiración es irregular y entrecortada—. Estoy aquí —repite. Me abraza también y comienza a acunarme entre sus brazos, hamacándome en un lento y pasivo movimiento.

—¿Estás bien? —pregunto, alejándola un poco de mí para observarla—. Estás bien —afirmo para mí mismo y sólo puedo ver un signo de interrogación entre sus cejas mientras frunce el ceño. Pero lo deja pasar, convenientemente para los dos.

—Tuviste un mal sueño —dice. Sus ojos están observándome de la misma desesperada forma en la que yo lo hago.

La imagen de su pequeña figura en el suelo, sin rastro alguno de vida, viene a mi mente y entonces mi abrazo es incluso más estrecho.

La noche anterior viene a mí en pequeños fragmentos que debo unir unos a otros como un rompecabezas para entenderlos. Sin embargo, es una simple pregunta la que no puedo sacar de mi cabeza. No estoy seguro cómo fue, no recuerdo cuál era la situación, tampoco recuerdo qué le pregunté; pero ella dijo: ¿Prefieres que me quede?

¡HOLA! :D Lo sé, no he publicado en varios días. Lo siento, de verdad. Fueron los malditos exámenes finales que no me permiten hacer nada de nada -.-' Pero no se preocupen, ya estoy casi de vacaciones por lo que ahora sí le daremos el tan esperado final a esta novela! :D

¡No se alteren! Aún faltan muchas cosas para llegar a él, pero quiero decirles que estoy ansiosa por revelarles todos los secretos de Ethan :3

Bueno, gracias por comentar! Amo ver sus comentarios, gracias, de verdad. No se olviden de hacerlo ahora tambien!

Nos leemos pronto :)

Painful Memories (Saga Deep #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora